Aquella noche oscura, mientras todos dormían, él se coló en su habitación. Mientras ella dormía, él se desnudó y se metió en su cama.
Comenzó a besarla con ternura mientras la acariciaba dulcemente. Ella se despertó, sabía que era él. Los dos se sumieron en un abrazo apasionado.
Se conocieron en una maratón de fin de año hacía cuatro años y siempre se sintieron atraídos. Decidieron esperar un tiempo mientras se conocían más el uno del otro: ella era una joven abogada penalista y él un joven y prometedor arquitecto.
M. D. Álvarez
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