martes, 22 de octubre de 2024

La trampa.

Nada más entrar en la sala, supo que ella estaba allí; su olor era embriagador, aunque también detectó otro olor, era de terror. Sabía que era una trampa, pero no podía dejarla sola. Recorrió toda la sala hasta situarse detrás de ella.

- No debiste venir -dijo ella apesadumbrada cuando notó su presencia detrás suya.

Sabía que era una trampa, aunque con su sola presencia era capaz de sortear todas las trampas que le pusieran.

Ella giró lentamente, sus ojos oscuros clavados en los suyos. La habitación parecía más pequeña ahora, como si el aire se hubiera vuelto denso y opresivo. Él no podía apartar la mirada de ella, a pesar de la advertencia silenciosa que le transmitían sus instintos.

- ¿Por qué estás aquí? -preguntó ella con voz suave, pero llena de peligro.

Él no tenía una respuesta coherente. Solo sabía que no podía dejarla sola en este lugar maldito. La trampa se cerraba a su alrededor, pero su determinación era inquebrantable.

- No puedo dejarte enfrentarte a esto sola -respondió él, su corazón latiendo con fuerza.

Ella sonrió, una sonrisa triste y hermosa. Extendió la mano hacia él, y él la tomó sin dudarlo. Juntos, enfrentarían lo que fuera que acechaba en las sombras.

Continuará...

M. D.  Álvarez 

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