Se percató cuando fue a coger su moto, se puso el casco y la arrancó, pero antes de acelerar, algo le golpeó en la espalda, lanzándolo al centro del aparcamiento. Se incorporó presto para responder al ataque, pero no había nadie en los alrededores. Así que, dolorido y tambaleándose, pidió un taxi. Ya recogería su moto.
El misterio se espesaba en el aire mientras el protagonista subía al taxi. El conductor, un hombre de mirada penetrante, no dijo una palabra. El motor rugió y el vehículo se deslizó por las calles oscuras. El protagonista se aferró al asiento, tratando de ignorar el dolor en su espalda. ¿Quién o qué lo había atacado? ¿Y por qué?
El taxi se detuvo frente a un edificio abandonado. El conductor señaló la entrada con un gesto. "Allí", dijo en voz baja. El protagonista titubeó, pero la curiosidad lo impulsó a bajar del taxi. Las luces parpadeaban en el vestíbulo, y el eco de sus pasos resonaba en las paredes desconchadas.
En el interior, encontró una habitación llena de monitores y cables. En el centro, una figura encapuchada estaba absorta en una pantalla. El protagonista se acercó, y la figura se giró lentamente. Sus ojos brillaban con una luz inhumana.
"Has sido elegido", susurró la figura. "Tu destino está entrelazado con el futuro de la humanidad". El protagonista tragó saliva. ¿Qué tipo de conspiración era esta? ¿Y cómo podría escapar?
La figura extendió una mano, ofreciéndole una elección. "Únete a nosotros o enfrenta las consecuencias". El protagonista miró la puerta detrás de él, tentado a huir. Pero algo dentro de él le decía que esta era su oportunidad para descubrir la verdad.
¿Qué haría? ¿Aceptaría el desafío o buscaría respuestas por su cuenta? La decisión estaba en sus manos, y el escalofrío en su espalda se intensificó. El destino aguardaba, y él estaba a punto de sumergirse en un mundo de secretos y peligros.
M. D. Álvarez
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