La atmósfera se cargaba de electricidad mientras sus cuerpos se entrelazaban. Cada caricia era un suspiro compartido, y sus labios se buscaban.
Sus besos se intensificaron, explorando cada rincón de sus bocas con avidez. La pasión se desbordaba, mezclándose con la ternura que los envolvía. Sus cuerpos se movían al unísono, como si de una danza se tratara, una danza de amor y placer.
Las palabras se perdían en gemidos y jadeos, mientras sus manos recorrían cada curva de sus cuerpos, encendiendo fuego en cada piel. El placer se apoderaba de ellos, elevándolos a un éxtasis sin igual.
En ese instante, solo existían ellos dos, unidos por una pasión ardiente y una ternura infinita. El mundo exterior se desvanecía, dejando paso a un universo de sensaciones donde solo reinaba el amor.
Al final, se fundieron en un abrazo, exhaustos pero satisfechos. La pasión se había transformado en una ternura profunda, llenando sus corazones de paz y felicidad. Era un momento que jamás olvidarían, un instante grabado en sus almas para siempre.
M. D. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario