Desde mi silla de ruedas puedo controlar mis impulsos, pero no siempre estuve atada a esta silla de ruedas.
En el pasado, era como vosotros, inconsciente y rebelde. No podía controlar mis apetitos, caminaba por el mundo en busca de retos a los que enfrentarme.
En uno de aquellos retos, perdí la función motriz y me relegaron a esta silla de ruedas. Pero lo que aún no sabéis es que desde ella puedo hacer factibles ciertos deseos y pasiones.
Gracias a mis musas, ellas me transportan en volandas a su mundo cálido y amoroso, donde yo soy el rey de su mundo.
Un mundo lleno de amor y belleza, donde mis bellas ninfas me agasajan y cuidan con esmero, y donde doy rienda suelta a mi poder que emana de ellas.
Ellas me cautivaron y reconstruyen mi cuerpo; en su mundo, puedo caminar, correr, saltar, aunque cuando regreso a mi mundo sigo anclado a mi silla, sé que en el de ellas puedo hacer mucho más.
M. D. Álvarez
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