Su mundo oscuro y funesto no vería la luz si él no deseaba traerla a un mundo frío y caótico como el suyo.
La oscuridad se aferraba a su alma como un abrazo gélido. Cada paso en el bosque era una lucha contra la desesperanza. Pero en lo profundo de su ser, un destello de esperanza persistía. ¿Querría traerla de nuevo a su hogar, frío y terrorífico? Solo el tiempo y su voluntad lo dirían.
M. D. Álvarez
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