¿Cómo te gustan, con alas o sin ellas? —fue su única pregunta. Ella se sorprendió y no supo qué contestar. Él la miraba con sus intensos ojos azules, expectante.
Según su respuesta, ella sería la elegida o no. Viendo que estaba indecisa, él la tranquilizó diciéndole que le daba tiempo para pensarlo.
Al día siguiente, él volvió y ella respondió titubeante: "Me gustan con alas". Él sonrió y de su espalda surgieron dos alas poderosas.
Ella observó con asombro cómo las alas se desplegaban desde la espalda de aquel hombre misterioso. Eran de un blanco iridiscente, con plumas que parecían atrapar la luz del sol. El aire vibraba a su alrededor mientras él extendía sus brazos, mostrando su nueva forma.
"¿Qué eres?" preguntó ella, aún aturdida por la revelación.
"Un ángel", respondió él con una sonrisa. "Y tú también lo eres ahora".
Ella miró sus propias manos, viendo cómo la piel se volvía más translúcida, cómo las venas brillaban como hilos de plata. Se sentía ligera, como si pudiera elevarse en cualquier momento.
"¿Por qué yo?" preguntó, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
"Porque tienes un corazón puro", dijo él. "Porque elegiste las alas".
Juntos, volaron hacia el cielo, dejando atrás la tierra y sus preocupaciones. Ella se sentía libre, llena de una alegría que nunca había experimentado. Y mientras ascendían, él le susurró al oído:
"Ahora eres parte de algo más grande. Eres un mensajero de esperanza, un protector de los que sufren. Y siempre estaré a tu lado".
Y así, comenzó su nueva vida como un ángel. Con alas poderosas y un propósito más allá de lo que jamás había imaginado.
M. D. Álvarez
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