jueves, 31 de octubre de 2024

Musas oscuras.

Cuando llegó a su cafetería favorita, pidió lo de costumbre: un cortado, una rosquilla y un vaso de agua. Era como un ritual; en cuanto se sentaba, sus musas fluían sin medida, ansiosas por cruzar a su mundo lleno de luz.

Ellas habitaban en un universo sombrío, pero habían dado con una puerta a nuestro mundo.

Yo era su puerta y les permitía vislumbrar mis momentos más luminosos y amables. Ellas siempre querían más, pero yo tenía que dosificar sus embates contra el muro de cristal que creé para contener su universo tenebroso.

Si las dejaba entrar, ya no seguirían a mi lado; abandonarían al único ser que las amaba. Por lo tanto, eran unos seres terriblemente fructíferos y anhelantes de transmitir su historia.

M. D. Álvarez 

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