Alzó el vuelo hasta uno de los confines inexplorados. Su naturaleza esquiva había encontrado su alma gemela en ella. Era uno de los últimos dioses que protegían y guardaban la sabiduría de antaño, y ahora la compartiría con ella.
La llevó a su torre inexpugnable, donde la amó sobre la cama de mullidas plumas hasta que se puso el sol. Solo entonces se mostró a ella con su apariencia inmortal. Él la seguiría allá donde fuera, era su protector y amante.
M. D. Álvarez
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