Solo daba rienda suelta a su instinto asesino cuando alguien se lo merecía.
A pesar de su aspecto salvaje, él siempre volvía junto a ella con mansedumbre, se sentaba a su lado y cuidaba de todas sus necesidades.
La amaba y ella depositaba su mano sobre su noble cabeza lobuna, volviendo así a su ser.
Continuará...
M. D. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario