La Gran Muralla fue edificada por un solo hombre, pero no un hombre cualquiera. Era un héroe legendario, el nombre de dicho héroe todavía es un misterio, pero puedo aventurarlo: el héroe en cuestión era Fu Shi. Su castigo fue ejemplar ante el primer emperador, Ying Zheng, quien lo obligó a construir la muralla.
El castigo fue debido al peor de los delitos: Fu Shi se enamoró de una de las concubinas, pero no una cualquiera, sino la primera y más amada por el emperador, quien airado le encomendó la labor más ardua y dolorosa de todas.
Ahí estaba trabajando, acarreando piedras de gran tonelaje sobre su espalda, arrastrándolas desde lejanas canteras de las que extraía gracias a su portentosa fuerza. Se cuenta que su labor le llevó 1000 años y que al finalizar, Shangdi lo elevó a los cielos como hijo legítimo y lo convirtió en la constelación La Séptima de las Tres Estrellas, que nosotros conocemos por el nombre de Orión.
El emperador le ordenó la construcción por tres motivos que no os vais a imaginar: Uno, para evitar la entrada de pueblos invasores. Dos, evitar el paso de las criaturas penumbrales que habitaban al otro lado. Y tres, que era la más importante, evitar la huida de los sagrados dragones dorados, sin los cuales no podía recibir el título de emperador del mundo.
M. D. Álvarez
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