La tierna criatura no tenía la culpa de sus orígenes y solo quería ser amada por los pobladores de la oscuridad. Lo único que anhelaba era una pareja a quien amar.
Pero los pobladores de la penumbra no lo aceptaban y le tendieron una trampa. Lo citaron en un claro del bosque donde había una bella criatura de ojos brillantes.
Él se aproximó con cautela, no las tenía todas consigo, hasta que se decidió. Ella no se movió. Cuando se sentót a su lado, ella se volvió con una desgarradora sonrisa y le dijo: "No debiste venir". Sin mediar palabra, le desgarró la garganta de un mordisco. La pobre criatura no se lo podía creer, había caído en su trampa.
M. D. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario