Descubrí su extraordinario mundo observando las estrellas; había un astro que brillaba con más intensidad. Me ofrecí voluntario para una incursión en el cuerpo celeste recién descubierto.
Cuando llegué, fui revivido por las criaturas más hermosas y aduladoras. Todas ellas me susurraban bellas palabras que anidaban en mi corazón, el cual, como llama candente, se inflamó y no tuve más remedio que volverme con todas ellas guardadas en mi corazón.
Ellas, felices, me siguen en todo momento, contándome su vida. Una vida llena de luz y alegría.
M. D. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario