sábado, 10 de marzo de 2012

Oscuridad perpetua.


En plena oscuridad sentía que algo se iba acercando muy lentamente. Algo que no supe identificar, pero del cual emanaba  maldad lúgubre y negra.

Se aproximaba muy sigilosamente, casi mejor para mi no ver lo que se me venía encima. Digo casi mejor,  pues pude vislumbrar un amasijo de monstruos unidos entre sí.

Yo era su puerta de acceso a este mundo, pero iba a vender cara mi posesión. Ya que una vez dentro de mí no podría salir. Le había preparado una sorpresa. Tan solo me quedaba un minuto de vida. ¡Cuando deje este mundo esa oscuridad morirá conmigo!

¡Oh, dios mio, si me he dejado el mechero en casa!

© M. D. Álvarez

domingo, 4 de marzo de 2012

Mamá o el dragón


Mucho mejor el dragón que mamá. El era más seguro. Me devoraría y ahí acabaría mi calvario.

En cambio, mamá me haría sufrir una vergüenza tras otra hasta que escarmentara o se le olvidara por qué me había castigado.

Estaba decidida. Me iría a ver al dragón ya que mamá no me perdonaría en la vida. Había destrozado su mejor vajilla. Nada más y nada menos que la que le había regalado su madre cuando se casó.

© M. D. Älvarez

Madriguera sin salida.


Cuando el alcalde se acercó al desfiladero vi todo muy claro. Los habían cercado en aquella madriguera, para acabar con ellos  a cañonazos.

Y parecía que les había salido bien en anteriores ocasiones, pues el suelo estaba plagado de restos de pobres incautos que también se habían negado a pagar por un servicio que no habían recibido.

Pero esta vez se encontraron con una valerosa defensa: era Numantina que no se rindió ni ante la muerte. No quedó nadie para llorar las muertes. Ni de unos ni de otros.

© M. D. Álvarez

Las Vegas.


Las cuatro de la mañana y aún no había podido cerrar ojo. Me di la vuelta en la cama y la vi por primera vez. Era la criatura más hermosa que he tenido delante en lo que llevo de vida.

Pero ¿qué hacía en mi cama? Fue entonces cuando me di cuenta:

¡Si esta no es mi cama!

El como había llegado hasta allí era un misterio. No recordaba haber bebido ni una gota de alcohol pero ¡vaya usted a saber! Eso de la memoria es un autentico enigma.

Ella se dio la vuelta y me acarició la mejilla diciéndome: ¿Qué tal has dormido? – Con su sonrisa picarona y mostrándome un pedazo de sortija parecía una inocente niña de 10 años

Caí en la cuenta. Me había ido de vacaciones a las Vegas y en una noche loca de juerga me había casado.

Pero no importaba ya que era la mujer más extraordinaria  y estaba casada conmigo.¡¡Al menos de momento!! Ya veremos si sigo pensando lo mismo cuando la conozca mejor…

© M. D. Álvarez