Su adversario no tenía oportunidad frente a su fuerte defensa y su ataque directo logró atravesar su muralla y capturar a su reina.
Solo le quedaba rendirse. Su atacante era el hábil shuhar, creador de ataques y defensas.
Un héroe de renombre y sin parangón que acabó de un plumazo con su baluarte.
Los términos de rendición estaban claros. El adversario entregaría su bastión y a su reina.
M. D. Álvarez
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