Cuando se despertó, se sentía algo raro y denso. Sus brazos y piernas parecían anclados a la cama, como sujetos por grilletes.
Intentó levantarse, pero sintió una leve presión en su pecho. Abrió los ojos y la vio a su lado; su mano reposaba sobre su pecho impidiéndole levantarse.
"No te muevas", le susurró al oído. "Todavía no estás recuperado del todo. Tus destrezas y habilidades han sido aumentadas con ingeniería genética. Eres el más apto para ello".
Ese fue el primer día que se sintió vivo junto a ella. Sus capacidades y pericia lo llevarían a cotas insospechadas. Sería el nuevo guardián de su mundo, antaño gris y oscuro, que volvía a brillar gracias al amor que profesaba por ella.
M. D. Álvarez
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