Ella les ordenó que mantuvieran a raya a los soldados enemigos mientras ella trataba de sacar de la inconsciencia a su comandante, que yacía caído sobre un montón de adversarios.
"¡Vamos, despierta, te necesitamos!" Lo zarandeaba.
Pero él continuaba sin despertar.
"Te necesito vivo y alerta, demás, no me puedes dejar. Estoy embarazada", le gritó sin darse cuenta de que todos la estaban oyendo.
"¿Que estás embarazada?" Dijo, abriendo los ojos y con una amplia sonrisa.
Su rugido fue suficiente para espantar a los soldados.
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Sus compañeros rieron al verle rugir y atacar al centro mismo del ejército, terminando con la gran mayoría; el resto huyó despavorido.
M. D. Álvarez
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