Cuando es humano, se desvivía por su pareja, a la que amaba sobre todas las cosas. Su gran estatura y su gran fuerza lo hacían candidato a ser un gran guardaespaldas.
Sin embargo, una vez al mes, la bestia que habitaba en él tomaba el control de su cuerpo. Para esos días, en previsión de posibles ataques a la persona a la que tenía que proteger, dejaba que su amada lo encadenara y lo alimentara.
Solo ella lograba amansar su bestia. Así encadenado pasaba el único día en el que no podía salir.
M. D. Alvarez
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