Siguieron escabando hasta despejar la entrada de lo que parecía un gran templo; sobre el dintel, unos extraños signos.
Después descubriríamos que era una advertencia. Abrimos la puerta y Encontramos una sala gigantesca con pilares, altares y hornacinas.
En el centro de la sala se encontraba un altar de piedra negra pulida ricamente, de unas dimensiones colosales, y sobre él un jarrón de alabastro ricamente decorado con hilos de oro; su tamaño era de 15 centímetros.
Lo que ocurrió a continuación fue una concatenación de hechos desafortunados. Los lugareños se negaron a entrar, así que cruzamos el dintel y nos hicimos con el jarrón, que estaba sellado con una tapa de azabache. Torpemente, se nos cayó y liberamos de su contenedor al mal en su estado más puro.
Os preguntaréis: ¿Qué ponía en el dintel? Os lo voy a decir: "In gadur ba kolrdur whur lask kire fhiler bhaki".
""No liberéis al señor de la oscuridad eterna".
Si lo hubiéramos traducido, en vez de entrar y tocar lo que nunca debió salir a la luz...
M. D. Álvarez
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