Evitó el retroceso, la bala le perforó el hombro, pero la desvió lo suficiente para que no hiriera a nadie.
Acto seguido, salió corriendo a una velocidad endiablada en dirección al individuo que había efectuado el disparo.
-Te pillé -dijo, soltándole un guantazo en el plexo solar, dejándolo sin respiración.
A la persona a la que había disparado era su compañera y no permitiría que le hicieran daño.
-¿Quién te ha contratado? -preguntó visiblemente cabreado. Habían atentado contra la persona que más amaba. -Será mejor que me lo digas o lo lamentarás -dijo, poniéndose un puño americano.
-Espera, espera, te lo diré -dijo el sicario, visiblemente asustado. -Ha sido un encargo de la Corporation.
Él se había encargado de desmantelar el tráfico de armas que llevaba a cabo la Corporation con los grupos terroristas.
Ahora le tocaba a la camarilla de directivos ser blanco de su furia.
M. D. Alvarez
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