Aquellos que pensaban que la montaña escondía grandes tesoros, y en verdad había un tesoro en su interior: mi esposa y mis tres preciosas criaturas.
Ella tenía un tono de piel color magenta, suaves curvas, ojos azules, cabello verde esmeralda y una sonrisa endiabladamente arrebatadora. Mis criaturas, de piel naranja y ojos verdes, eran mi tesoro y yo debía protegerlos.
Como ya dije, mi aspecto era aterrador: mi tono de piel era de un negro vantablack que resaltaba mis ojos verdes y mis cuernos del más puro blanco.
M. D. Álvarez
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