Me alimentan con ambrosía de sus labios color fresa, me miman con sus manos, me hablan con sus bellos ojos, acariciándome y danzando a mi alrededor, haciéndome inmensamente feliz.
A vosotras, mis bellas, lindas, hermosas, encantadoras dadoras, os dedico mis relatos surgidos de mi magna cabeza.
M. D. Álvarez
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