miércoles, 18 de septiembre de 2024

Elixir Immortalitatis.

El viaje casi había concluido, su búsqueda tocaba a su fin. Bajo sus pies se encontraba la única muestra de Elixir immortalitatis, una planta que crecía en la oscuridad perpetua de la única tumba a la que todavía no habían saqueado. Me estoy refiriendo al mausoleo subterráneo de Khumblor, el primer emperador de los Uhtik y consorte de la diosa de la procreación, Sihamls.

Ahora solo faltaba encontrar la entrada a tan majestuoso mausoleo, pues los historiadores lo habían descrito como la octava maravilla del mundo. La tumba descansaba sobre una colina rodeada de un lago de mercurio, rodeado a su vez por murallas de jade, oro, plata, ópalo, y así hasta 8 murallas alrededor de la tumba.. BBueno, a lo que íbamos, yo buscaba el elixir immortalitatis y parece que crecía a los pies de la tumba.

Fui atravesando muralla tras muralla hasta llegar a la laguna de mercurio. Había sido precavido al conseguir el mitológico barco de Frohun, Rhenhental, hecho de finas planchas de hierto, que por arte de magia se pliega hasta alcanzar el tamaño de una cartera. Lo eché a la laguna de mercurio y se mantuvo a flote, surqué las aguas del lago hasta el comuna del medio. 

Al pie de la entrada al templete crecía un plantío de pequeñas plantitas de color azul turquesa, de cuyas ramas crecían unas pequeñas bayas de color fucsia. Cogí una de aquellas diminutas bayas que crecían casi en la oscuridad, me hice con 12 bayas y me dispuse a regresar. 

No necesitaba saquear la magnificencia de la cultura uhtik. Debía salir sin romper el encanto de una tumba virgen. Dejaría descansar a Khumblor y sus enigmáticos misterios. Yo había conseguido lo que había ido a buscar. Tenía en mi poder el elixir immortalitatis.

Continuará...

M. D. Álvarez 

No hay comentarios:

Publicar un comentario