lunes, 30 de septiembre de 2024

El vecino.

La abrazaré con fuerza y la llevaré lejos de aquí, donde no la volverán a lastimar frente a mí.
Ahora yo te protegeré, madre querida. - Dijo el más joven de sus tres hijos, con el cuchillo ensangrentado en sus manos.

Había que poner fin a veinte años de palizas y tormentos. En su mirada ya no había aquel brillo de inocencia que tenía antes de conocer los malos tratos.

Cuando vio que su madre se interponía entre la bofetada que iba dirigida a él, había preferido sufrir los golpes ella que nos golpeara a nosotros. Pero eso ya se acabó. Mi vecino yacía boca abajo, empapado en un charco de sangre..

M. D. Alvarez 

Quemaduras.

Todas las noches, él esperaba pacientemente que ella le suministrara su dosis de calmantes en vena, aunque sabía que no los necesitaba si ella estaba a su lado; su sola presencia calmaba su dolor. El simple roce era una tortura para él, solo ella calmaba su malestar.

Ella se sentía responsable de su dolor. Fue ella la que se quedó rezagada, obligándole a él a volver por ella. No sabía que la bomba que le lanzaron era incendiaria, pero la cubrió con su cuerpo evitando que las llamas la alcanzaran. 

-Siento mucho haberme rezagado -dijo ella visiblemente afectada ante las quemaduras que cubrían su espalda.

 -No te lamentes, ya casi no me duele -le respondió él. 

Ella inconscientemente acarició su hombro con delicadeza. 

M. D. Álvarez

Draufing. (Segunda parte)

Al llegar a la cima de la gigantesca torre, me encontré con un gigantesco templo presidido por una gran estatua de Ares, con la monstruosa daga en sus manos. 

Tras él se abría un inmenso templo lleno de bajorrelieves de batallas donde se representaba a Ares asesinando a los Olímpicos y quedándose con sus armas: el (Fulghar), el rayo de Zeus, (el Thridhun), el tridente de Posidón, la (Lhanghen), la lanza de Atenea, los (Fhilghing y Shaghir), los arcos de Apolo y Diana. Todas éstas armas eran más poderosas que nuestras bombas nucleares juntas.

Os preguntaréis para qué quería hacerme con semejante arsenal. Muy sencillo, teníamos nuevos enemigos que amenazaban con atacar nuestro planeta, y debíamos utilizar todo lo que tuviéramos contra los bhurdrum, una especie invasora que se alimentaba de mundos densamente poblados, pues se alimentaban de la población.

M. D. Álvarez .

El aloe vera.

En un lugar alejado de la mano de Dios, surgió un nuevo mundo no atado a los designios de ningún dios iracundo.

Apareció una preciosa Aloe vera con grandes hojas carnosas repletas de pinchos. Su color no era como el de las nuestras, todo lo contrario, era dorado.

Sus flores nacían del tronco que surgía del centro de la planta, de la vara de color rosáceo. Esta vara estaba coronada por un ramillete de finas florecillas de color azul cerúleo.

Además de parecerse solo en formas, tenía más diferencias con nuestros aloes.

Nuestros aloes se podían plantar en macetas, pero los de este planeta crecían salvajes y, si necesitaban alimento y no tenían suficiente con los nutrientes del suelo donde estaban, sacaban sus raíces del sustrato y se trasladaban a lugares mucho más fértiles.

M. D. Álvarez.

domingo, 29 de septiembre de 2024

En la cúspide.

Se sabía acorralado y sin salida, pero todavía no había dicho su última palabra. Sacaría su genio a pasear, localizó el lugar más alto donde defender su posición. 

Ahí luchó sin cuartel hasta que llegaron los refuerzos, aunque para él fue demasiado tarde: sus heridas eran muy graves y no llegó al hospital. Pero lo percibió desde el exterior de su cuerpo, se sentía raro viéndose desde arriba. Siguió a los que lo transportaban, visiblemente tristes. 

Él era el último bastión y punta de lanza en la defensa, más férrea que se haya visto: un solo hombre contra todos, y los retuvo dando tiempo a la retirada y puesta a salvo de los pobladores. Pero él no era un hombre corriente, era mucho más.

Aunque ya no le era posible seguir luchando, logró infundir un valor y entereza extraordinarios en las tropas de asalto que llevaron su nombre con orgullo, la fuerza Trhumbol.

M. D. Álvarez 

El ojo de tigre.

Su piedra de nacimiento era el ojo de tigre. Su aspecto impresionante le daba un valor añadido, a su nacimiento en una gruta oscura, donde su madre le dio a luz. 

Su naturaleza indómita y salvaje le conferían un poder secreto. Era noble, carismático, amigo de sus amigos y defensor de los débiles. 

El colgante que le entregó su madre, era una piedra semipreciosa, la de su nacimiento, la cual también era conocida como la piedra de la libertad. Era un ser inquieto, hiperactivo.

Buscaba ser libre, y liberar a los subyugados de los opresores. ¿Su secreto? Se escondía en la gruta que lo vio nacer y crecer como persona libre. Su espíritu siempre sería libre, para amar y ser amado.

M. D. Alvarez 

Él apocalipsis

Juntos de nuevo los seis jinetes del apocalipsis. Si habéis oído bien, seis, no los cuatro de rigor. Somos los seis del fin del mundo, montados sobre nuestros caballos aterradores y sombríos. Venimos para destruir con seis plagas a la especie humana. 

El primer jinete trajo la peste bucólica que asoló una parte de la tierra, llevándose a millones de vidas. 

El segundo trajo la lepra que asoló gran parte del planeta, llevándose millones de vidas. 

El tercero trajo el cólera, también erradicó a gran parte del planeta, segando millares de vidas. 

El cuarto trajo la viruela, que segó centenares de miles de vidas. 

El quinto, la gripe española, desmontó a 50 millones de vidas en todo el planeta. 

Y yo, el último y no menos aterrador, os traigo la peor de todas: la Nuda simia morbus, que hará que se os caiga la piel a tiras. 

Con mi último sesgo, solo permanecerán en el planeta los elegidos en el número señalado en el libro: 144.000 seres puros. Con ellos, el Altísimo los arrebatará y los llevará a su reino sin fin. 

M. D.  Álvarez 

Un lugar oculto.

En el corazón de la sierra, donde las montañas se abrazan con el cielo, existe un terruño de tierra olvidado por el tiempo. Allí, una antigua acequia serpentea entre los árboles, sus aguas cristalinas susurrando secretos ancestrales.

Los lugareños evitan acercarse al lugar. Dicen que hay un misterio en esa tierra, algo que no puede ser explicado. Algunos afirman haber visto luces danzantes en la noche, oído risas lejanas y susurros en lenguas olvidadas.

Un día, una joven aventurera decidió explorar el terruño. Siguió la acequia hasta su origen y allí, bajo la sombra de un roble centenario, encontró una puerta de piedra. Al abrirla, desapareció sin dejar rastro.

Desde entonces, nadie se atreve a acercarse al lugar. El misterio del terruño sigue sin resolverse, y la acequia continúa su danza silenciosa, llevando consigo los secretos de un mundo desconocido. 

M. D. Álvarez 

sábado, 28 de septiembre de 2024

Caminando juntos.

Ella hacía que se sintiera completo. Su vida anteriormente había sido solitaria y fría. Vagaba por el mundo sin rumbo fijo y sin aliciente.

Pero eso cambió cuando la vio en aquel claro del bosque, parecía indefensa. 

Él la observaba en las sombras, a la espera de que ella se decidiera a avanzar o a retroceder. Si avanzaba, era la indicada, pero si retrocedía, no tendría oportunidad de salir del bosque. 

Ella avanzó cautelosamente hacia las sombras donde estaba él.


Su aspecto no la asustó, es más, creo que la atrajo. Él sumiso agachó la cabeza y dejó que ella lo apaciguara.

Desde aquel día caminan juntos por el mundo.

M. D. Alvarez

Una sola gota. Segunda parte

El geco, con sus patitas diminutas, exploraba cada rincón de su árido hogar. A veces, se detenía para observar las dunas ondulantes, como olas de arena dorada. Su piel brillante reflejaba los destellos del sol, y sus ojos curiosos escudriñaban el horizonte en busca de señales de vida.

Una noche, mientras la luna ascendía en el cielo, el geco notó algo inusual: una pequeña flor solitaria emergiendo de la arena. Sus pétalos eran de un rosa pálido, y su fragancia embriagadora llenaba el aire. El geco se acercó con cautela y bebió el rocío que se acumulaba en las hojas. Aquella gota de vida le proporcionó una energía renovada.

Decidió quedarse junto a la flor, protegiéndola de los vientos abrasadores y las tormentas de arena. Con el tiempo, más flores brotaron a su alrededor, y el desierto se transformó en un oasis secreto. El geco se convirtió en su guardián, y las gotas de rocío se multiplicaron, permitiéndole sobrevivir y prosperar.

Así, en medio de la aridez, el pequeño geco encontró en su compañia un propósito: ser el vínculo entre la vida y la sequedad, un recordatorio de que incluso en los lugares más inhóspitos, la esperanza florece.

M. D. Álvarez 

El lobo. Segunda parte.

El hombre lobo y la joven arquera, cuyo nombre era Elara, se convirtieron en inseparables compañeros. Juntos exploraban los bosques, cazaban para sobrevivir y compartían historias alrededor de la fogata. El lobo, que ahora tenía la capacidad de transformarse en humano, aprendió a comunicarse con Elara en ambos estados.

Una noche, bajo la luna llena, Elara confesó su deseo de encontrar una cura para su herida. La flecha en su pierna le causaba dolor constante y dificultaba su movilidad. El lobo, con su agudo olfato, rastreó hierbas medicinales y raíces curativas en el bosque. Juntos prepararon ungüentos y cataplasmas para aliviar el dolor de Elara.

Sin embargo, el lobo sabía que la verdadera cura estaba más allá del alcance de las hierbas terrestres. Recordó una antigua leyenda sobre una fuente mágica escondida en lo profundo del bosque. Se decía que sus aguas tenían el poder de sanar cualquier herida o enfermedad.

Guiados por la intuición y la esperanza, Elara y el lobo emprendieron un viaje peligroso hacia el corazón del bosque. Sortearon trampas, enfrentaron criaturas míticas y superaron pruebas de valentía. Finalmente, llegaron a un claro donde la luna brillaba sobre una pequeña cascada.

El lobo se sumergió en las aguas cristalinas y emergió como un hombre. Extendió la mano hacia Elara y la ayudó a entrar en la fuente. El agua sanó su herida al instante, y Elara sintió una energía renovada. Agradecida, abrazó al lobo y le susurró al oído:

-Ahora somos dos seres mágicos, unidos por la amistad y la curación. Juntos, exploraremos el mundo y protegeremos a quienes lo necesiten.

Y así, el hombre lobo y la arquera continuaron su aventura, enfrentando desafíos y compartiendo risas bajo la luna. Su amistad trascendió las diferencias de especie y demostró que el corazón noble y juguetón del lobito seguía latiendo en su forma adulta.

M. D. Álvarez 

viernes, 27 de septiembre de 2024

Mirada tormentosa.

Sus miradas se cruzaron en aquella tormenta originada por los malos recuerdos alojados en ambos corazones, con roturas dolorosas y reencuentros apasionados y placenteros.

Él mantuvo su mirada clavada en ella mientras la lluvia torrencial lo empapaba por completo. Ella, con una mirada pícara, lo escudriñó hasta lo más profundo del alma para ver si podía confiar en él.

Lo escudriñó a fondo y cuando estuvo segura de que era de confianza, le saltó al cuello, colgándose de él, y comenzó a besarlo apasionadamente sin que él opusiera resistencia. Es más, se unió a ella en arrumacos y besos.

M. D. Álvarez 

La desaparición.

No sabía por qué había desaparecido, pero estaba segura de que no había sido por ella. Algo le impedía regresar, aunque sabía que volvería por ella. Tardaría lo que tardase, siempre la encontraba gracias a su agudo olfato y fino oído. Ella emitía un olor característico que lo volvía loco de pasión y sus vibraciones lo enloquecían de amor.
 Ella se colocó en posición de loto y comenzó a recitar un mantra especialmente vibrante, su olor emanaba de ella de forma fluida y olía a rosas silvestres.

Su aroma viajó cientos de kilómetros hasta el lugar donde se encontraba él. En cuanto su olor llegó a su nariz y las vibraciones alcanzaron sus oídos, supo que debía regresar lo antes posible.  

Ella lo esperaba con ansias, había pasado mucho tiempo sin verse ni amarse. 

M. D. Álvarez 

El monstruo

El monstruo era aterrador con sus 500 metros de altura, su apariencia horrible: un torso de rinoceronte, patas de jabalí y brazos de orangután cuajados de tentáculos que terminaban en cabezas de serpientes. Aunque lo más espantoso era su nauseabunda cabeza de cocodrilo; sus dientes eran aterradoramente gigantes y sus ojos no eran dos, sino ocho, todos de un color rojo sangre.

El mundo estaba a su merced. Solo podíamos esperar la llegada de nuestro salvador, el hijo de los dioses: Héctor.

Este había desaparecido desde la última misión que le encomendaron, y no supimos nada más de él.

Un momento: ¡hay algo sobre esa descomunal criatura! Él, haciendo acopio de toda su fuerza, la agarró y se elevó hasta el espacio donde todavía lucha con la cruel criatura. Gane o pierda, su vida será la más heroica de la tierra.

Héctor, el amado hijo de una humana y un ser celestial, siempre estará en nuestros corazones.

M. D. Álvarez"


Por ella . 2da parte.

La luna, redonda y plateada, se alzaba en el cielo estrellado. El hombre, cuyo nombre nadie conocía, se adentró en el bosque. Su respiración se volvió más agitada, y su piel se erizó mientras la bestia interior luchaba por liberarse.

El lobo emergió de su ser, sus ojos amarillos brillando con una intensidad feroz. Era un animal salvaje, con pelaje oscuro y garras afiladas. Pero, a pesar de su apariencia amenazante, tenía un propósito claro: protegerla.

Ella, la mujer de cabellos rojizos y ojos tristes, esperaba en la cabaña al borde del bosque. Sabía que él vendría. Siempre lo hacía. Aunque no entendía completamente su naturaleza dual, confiaba en él con todo su corazón.

La bestia cazó a los intrusos que merodeaban cerca de la cabaña. Eran hombres crueles, buscados por sus fechorías. El lobo no dudó; sus fauces se mancharon de sangre. Pero cuando la amenaza se disipó, volvió junto a ella.

Se tumbó a sus pies, exhausto pero satisfecho. Ella acarició su cabeza, sintiendo la conexión entre ellos. "Eres mi protector", susurró. "Mi guardián en la noche oscura."

El lobo asintió, sus ojos reflejando gratitud. No podía hablar, pero su lealtad era inquebrantable. La luna seguía brillando, y la mujer se recostó junto a él. Juntos, esperaron el amanecer.

M. D.  Álvarez 

Fénix.

En aquella piedra consagrada se había sacrificado la última especie con el poder de volver a la vida.

Llevaba más de tres mil años habitando este mundo caótico y podrido por la avaricia de los pobladores que codiciaban su eternidad.

No se lo permitiría, no se haría con su habilidad, tan solo un igual lo traería de vuelta como su sosias. Ardió hasta los huesos con ese plumaje rojizo, el fénix dejó de existir.

Hasta quién sabe si volverá a la vida por mediación de su espíritu inquebrantable y sus ansias de vivir.

Renacerá de sus cenizas para traer la esperanza de que hay algo mejor en el mundo, a pesar de que tratemos de destruirlo, hasta los cimientos

M. D. Alvarez 

La cuarentena

Habían transcurrido algo más de 10 días desde que se alertó de una fisura en la corteza terrestre. Lo que no sabíamos es que por aquella fisura se colgaría el peor de los males que acabaría con la total extinción de la raza humana.

No era ninguna enfermedad, afección o dolencia; era un simple ente devorador de mundo que había sido atrapado en el núcleo de nuestro planeta. 

Los últimos 30 días siguientes a tan extraordinario acontecimiento transcurrieron tranquilos, sin trifulcas ni altercados. 

La gente, de por sí asustadiza, se concienció de que iban a morir de todos modos y se quedaron junto a sus seres queridos mientras aquel ente surcaba los aires absorbiendo toda la materia a su paso, hasta borrar nuestro bello mundo.

M. D.  Álvarez 

El totem familiar. Segunda parte.

El lobo dorado, con ojos penetrantes, olfateó el aire alrededor del protagonista. Su pelaje brillaba bajo la luz de la luna, y sus patas se hundían en la tierra húmeda. El hombre siguió al animal a través del bosque, confiando en su instinto.

Encontraron una cueva oculta entre las rocas, y el lobo se detuvo. El hombre entró, y allí, en la penumbra, vio una figura. Una anciana con cabello plateado y ojos sabios.

—Has venido por la cura —dijo la anciana.

El hombre asintió, y ella le mostró una poción. La bebió, sintiendo cómo la energía fluía por su cuerpo.

—Tu lobo dorado te guiará —dijo la anciana—. Pero recuerda, todo tiene un precio.

El hombre salió de la cueva, su mascota a su lado. El tumor desapareció, pero algo había cambiado. Ahora veía más allá de lo visible, conectado al mundo de los espíritus.

El lobo dorado aulló, y juntos, comenzaron una nueva búsqueda.

M. D. Álvarez 

jueves, 26 de septiembre de 2024

Dentro de él.

Algo se movía en su interior, algo aterrador e inquietante lo estaba destrozando por dentro con unas ganas irrefrenables de matar y devorar.

Él era de naturaleza amable y compasiva, sabía que si dejaba salir lo que fuera que estaba formando en su interior, arrasaría con todos los seres que él amaba.

Una noche no pudo contenerlo y sintió cómo su piel se desgarraba y surgía de su interior un monstruo feroz y sediento de sangre. 

A la mañana siguiente, estaba otra vez en su cama pero con la horrible sensación de haber hecho algo aterrador. El ser que surgió de su interior dormía de nuevo dentro de él.

M. D. Álvarez 

Historia.

Bueno, mi historia no tendría alicientes si mi poder no fuera poco corriente. Soy una creadora, pero no una creadora cualquiera. Habito según los mundos que creo y, por lo visto, voy mejorando en cada mundo que creo. 

Se van uniendo más y más historias aledañas que van surgiendo de mi espíritu inquieto. Pero empecemos por el principio: cuando todavía estaba en pañales, quisieron arrebatarme mi don y lo lograron, por lo menos hasta que alguien muy querido para mí me ayudó a ver que tenía un don extraordinario que debía compartir con todos vosotros, mis queridos lectores. 

La persona que me ayudó a sacar mi potencial ya no está entre nosotros, pero me enorgullezco de ser su nieta. Gracias, Abuelo, allá donde tu espíritu descanse, espero que disfrutes de mis historias. 

M. D. Álvarez 

Corazón.

La sensación de malestar le acompañaba desde que la dejó dormida en la cama, completamente feliz y satisfecha, mientras él seguía entrenando.

Seguía pensando en ella, deseaba estar en todo momento con ella, acariciando su pelo y colmándola de atenciones.

Recordaba lo que los médicos le habían dicho: si su corazón pasaba de las 180 pulsaciones por minuto, podría estallar.

Se debía a su chica, a quien complacía todas las noches. No le había comunicado los resultados para no preocuparla. Aunque intentaba controlar sus pulsaciones, estas se aceleraban cada vez que la veía.

Tenía que decirle la verdad, antes de que fuera tarde. Se lo diría en la cena.

M. D. Álvarez 

Una madre furiosa.

Y castiga sin postre al gigante,  aun  sabiendo que era su favorito. 

La gigante reprendio a sus otros hijos por haber tratado que su pequeño trepara al Olimpo. 

Con ellos fue mucho más dura que el propio zeus, o es que pensáis que cuando escalaron el Olimpo era por diversión.  

No, trataban de huir de su madre que furiosa les lanzaba rocas con certera puntería , ayudada de su chiquitín de 50 codos que le acercaba las piedras que ella les arrojaba sin miramientos a sus otro hijos mientras les gritaba: ¡¡Cuántas veces os he dicho que no os llevéis a  mi bebé a vuestras guerras!!.

M. D.  Alvarez 

Fresca y lozana.

En aquella habitación se habían corrido muchas juergas, y ella lo sabía. Por eso, se puso sus mejores braguitas de encaje con ligeros rea. 

Era una noche muy especial para ella, sucumbiría a sus encantos. Su compañero, un fornido hombre lobo de un aspecto espectacular, se amaron apasionadamente y con entusiasmo. 

A la mañana siguiente, la habitación apareció destrozada y el hombre lobo permanecía exhausto en la cama, mientras ella estaba fresca y lozana para la siguiente juerga.

M. D. Álvarez

Él unificador de cuentos.

El mayor guerrero unificador de tribus, en su tumba, cuando sea hallada, solo encontrarán una pequeña lamparilla de aceite de oro bruñido, una mesita ricamente labrada en madera de sándalo y un tintero de marfil, porque solo estas tres cosas, tan insignificantes, muy fácil a pesar de ser uno de los mayores guerreros de la antigüedad.

Era un afanado contador de historias; después de tanto guerrear, su alma deseaba explayarse contando historias. Se dice que fue enterrado con un manuscrito de 1000 relatos.

¿Todavía no os habéis dado cuenta de quién es? Os daré una pista: su tumba se encuentra ubicada en uno de los meandros más famosos de la llanura del Aimag, donde muchos suponen que está enterrado en algún lugar cerca del río Onon.

Se cuenta que, desde su nacimiento en las montañas de Khentii, partió para conquistar el mundo conocido. Si todavía no os lo imagináis, os lo diré: el gran Genghis Khan. (Дэлхий дээрх хамгийн дээд хүн.) El hombre supremo en la tierra, como fue conocido tras conquistar el vasto mundo antiguo, quiso que lo conocieran por el nombre de "Дээд зэргийн түүхч", el supremo contador de historias.

M. D. Álvarez

Conmigo.

Las musas siguen conmigo y parecen no querer dar descanso a mis dedos. Con la música de fondo, no puedo dejar de teclear historias sinuosas y oscuras, en las que ellas son las protagonistas que me aman y cuidan de mi bienestar. 

Me alimentan con ambrosía de sus labios color fresa, me miman con sus manos, me hablan con sus bellos ojos, acariciándome y danzando a mi alrededor, haciéndome inmensamente feliz.

.Estoy in love con mis musas ayer me regalaron seis relatos fantásticos y sugerentes que he ido recibiendo de mi mente según iban saliendo. Las amo y adoro pues ellas son la fuente de inspiración más poderosa de todos los tiempos y debo de estar agradecida de que me escogieron a mi como su portadora de conocimientos. 

A vosotras, mis bellas, lindas, hermosas, encantadoras dadoras, os dedico mis relatos surgidos de mi magna cabeza.

M. D. Álvarez 

Lo que quiere mi corazón.

Mi corazón volvía a estar inmerso en la oscuridad, lleno de tinieblas y sacudido por la angustia de no ser amado.

Solo había una persona que, a pesar de mi mal carácter, seguía queriendo estar conmigo. No lo entiendo, ¿cómo la persona más maravillosa de todas logra ver algo bueno en mí?

Era pendenciero, buscabroncas y malencarado, pero en cuanto la veía llegar, me derretía por ella. Sabía cómo llevarme a su terreno y conseguía que la siguiera como un corderito hacia sus amorosos brazos. 

Devolviéndome la luz a mi agotado corazón que parecía revivir bajo sus amorosos besos.

M. D. Álvarez 

miércoles, 25 de septiembre de 2024

La mina de ópalo.

Aquella piedra de ópalo, vista bajo una luz infrarroja, brillaba con tal variedad de iridiscencia que en cuanto la vio, supo que había encontrado una de las gemas más extraordinarias y bellas de todas. 

Con un buen engarce, sería el colgante más hermoso y sería para ella, pues no había ninguna como ella. Lo amaba, aunque no tuviera dinero, pero tenía una propiedad de su familia en Australia donde cada vez que levantaba una piedra, encontraba ópalo. El no había tenido suerte, pero parece que su suerte iba a cambiar. Allí encontró aquel pedrusco que encerraba en su interior una gema maravillosa 

Con el corazón palpitante, metió la piedra en su mochila. Sabía que encontrar el engarce perfecto era tan importante como la gema en sí. Necesitaba algo que realzara su belleza sin eclipsarla, algo que la protegiera sin ocultarla. Pasaría días buscando el engarce ideal, recorriendo las joyerías de la ciudad y consultando con expertos.

No importaba el tiempo que tomara, no importaba el costo. Esa gema era única, y él la convertiría en el colgante más hermoso que jamás se hubiera visto.

M. D. Álvarez 

Que se ateevan

Que se ateevan a meterse con ella. No sabían cómo se las gustaba si la cogían de buenas sería dócil complaciente. 

Pero hay sri la cogían por las malas, no habría quien la atrapará los despedazaria sin piedad.

Aquella vez él la atrapó siendo sumiso y dócil. Hizo que bajara la guardia y desde aquel día fueron inseparables. El la protegía y ella a él. 

M. D. Alvarez 

martes, 24 de septiembre de 2024

La última alma.

La última alma humana que nos queda, dijo el ángel repartidor.

¿Estás seguro? preguntó el ayudante.
Lo acabo de comprobar, el almacén de almas estará vacío.

¿Y ahora qué hacemos? ¿Le preguntamos a ÉL?

Ni mucho menos, ÉL lo sabe y lo ve todo. Seguro que ya lo sabe y tendrá preparado un plan de contingencia.

M. D.  Alvarez 

El azote del mundo.

Su alma había nacido oscura e inquieta, buscaba con anhelo algo que llenara su tenebroso corazón.

La única forma que conocía de calmar su sed era demasiado salvaje para el mundo.

¡Ah, que todavía no les he dicho quién soy! Soy el azote del mundo, pero pueden llamarme Ezrhar.

Mi nacimiento fue anunciado en los albores de la creación, cuando los amos decidieron cómo destruir los mundos hostiles.

Y al parecer no os habéis portado nada bien con los de vuestra especie y me han enviado a mí para reconduciros o destruiros según mi disposición.

Todavía no lo he decidido, primero debo conocerlos y ver si tenéis el corazón puro o podrido por la ambición

M. D.  Álvarez 

Oteando el horizonte.

Desde su cubil, el lobo siberiano oteaba su territorio y olfateaba el aire en busca de presas para alimentar a su hembra y a sus cachorros. 

El aire le trajo un leve olor a caribú y algo más que no pudo identificar por primera vez, un olor que le traía recuerdos atávicos. Dejó a su hembra con sus cachorros y fue a investigar. 

Desde lo alto, vio lo que parecía ser un lobo gris, pero al estar en su territorio, no se detuvo y avanzó. Cuando llegó a su altura, gruñó enseñando los dientes, pero aquel lobo gris, que resultó ser muy grande, no se arredró. 

Saltó sobre el cuello del animal y, para su sorpresa, este se irguió y le lanzó un zarpazo que lo hirió, aunque no de gravedad. 

Escuchó una voz en su cabeza: "Atrás, hermano lobo. No pelees esa lucha, porque perderás la vida". 

Aun así, se debía a su manada y no podía dejar pasar a aquel lobo que caminaba erguido. Lo atacó de nuevo, pero su herida había comenzado a quemarle.. 

"No luches contra tu naturaleza, eres de mi estirpe, ahora llevas la marca. Ve con tu manada, yo partiré a buscar otros territorios. Tu manada estará a salvo contigo. Ve". -Le ordenó 

El lobo volvió junto a su hembra y cachorros. Ella lamió las heridas y supo que era diferente, pero permanecía junto a él. Era más fuerte y más grande que todos. Era su alfa y protegería a su manada.

M. D. Álvarez 

lunes, 23 de septiembre de 2024

Una simple flor.

La música de fondo era melancólica y evocadora de sus sentimientos más tristes y oscuros. Nadie la comprendía como él, y ya no estaba entre los vivos.

Rogó a los hados que se lo devolvieran, pero los hados no respondieron. Sin él, no era nada, solo una mera flor en un campo a la intemperie, sin nadie que la cobijase y protegiera.

Era pasto de las inclemencias, hasta que ya no pudo más y se arrancó el corazón, aquel que había entregado sin límites y sin esperar nada a cambio.

Su pérdida fue sentida en el mundo entero. Sin él, se acabó la alegría de vivir.

M. D. Alvarez

El pequeño y el coloso.

Aquel gigante le triplicaba en altura, pero no se arredró. Tenía algo que ese gigantón no tenía: una fuerza increíble y un deseo de proteger inagotable. 

Su pareja y su hija pequeña dependían de su fortaleza; su capacidad de sacrificio era innegable. Cada vez que aquel coloso lanzaba un golpe, él lo paraba y se lo devolvía por triplicado. 

El coloso no sabía qué pensar de aquel adversario, parecía pelear con una furia inquebrantable porque se había metido con aquel pequeño guerrero. Cada golpe que le daba, él se lo devolvía por triplicado y con una fuerza endiablada. Supo que no lo vencería cuando le miró a los ojos; lo que vio en ellos era un fuego inextinguible que siempre prevalecería en su corazón. 

Tenía el amor de una familia que sabía que no los defraudaría; seguiría luchando por ellos.

M. D. Álvarez 

domingo, 22 de septiembre de 2024

Brillo en la oscuridad.

¡Al Lucefer vas!", dijo con tono brusco el ángel oscuro.

-Pero, si es lo que quiero", terció su protegido.

-Todavía le quedaba un resquicio de luz en su corazón", sentenció el guardián de almas oscuras, y hasta que no tenga el alma más oscura que el azabache, no podrás entrar, dijo el guardián de las almas oscuras con cara de picos amigos.

-¡¿Qué más tengo que hacer?! He matado, robado, violado, mentido para poder entrar y ver a Lucifer. Y estos me dicen que no puedo por un brillito en mi alma oscura. Vamos hombre, lo que hay que oír. Habráse visto, estos mindundis se creen muy malotes y no tienen ni idea de mi crueldad.

M. D. Alvarez 

sábado, 21 de septiembre de 2024

Nabucodonosor II

Esta historia comienza con el nacimiento de un niño que estaba destinado a realizar cosas fabulosas e increíbles. El nombre Nabû-kudurri-uşur, más conocido por el nombre de Nabucodonosor, su significado era "Oh dios Nabu, protege el imperio". 

Ya sabéis, era hijo del rey caldeo Nabopolasar y de Shuadamaq, hija del rey babilonio Shamash-shuma-ukin, al que dio el poder su hermano Asurbanipal, que dividió la doble corona dejando a su hermano el reino de Babilonia. 

Y diréis, ¿qué cosas grandiosas y fabulosas hizo este joven? Muy sencillo, con tan solo 15 años ya era un diestro guerrero, campeón en batallas como la de Karkemis. Una vez coronado como rey de Babilonia, se lanzó a la conquista de toda Judea y Egipto. 

Otra de las muchas hazañas de Nabucodonosor fue la edificación de la torre de Babel para poder asemejarse a Marduc, diciendo que aquella torre lo llevaría hasta los cielos y lo convertiría en dios. 

Pero no llegó a concluir, ya que el hacedor lo castigó convirtiéndolo en un licántropo. Hasta su muerte allá por el 7 de octubre de 562 a. C. a la edad de 80 años. 

Su reinado duró 43 años y fue productivo e inigualable. Además de la torre de Babel, también edificó los jardines colgantes de Babilonia y la puerta de Istar. Ya os dije que sería el rey más conocido de todo el mundo antiguo.

M. D.  Alvarez 

viernes, 20 de septiembre de 2024

La nevera.

Aquel ruido en el sótano le atormentaba de tal forma que no lograba dormir.  

Era raro escuchar ruidos ya que el corazón de ella descansaba e  un frasco en la nevera junto a otros siete tarros con sus respectivos órganos.

Por fin se armó de valor y bajo al sótano donde se encontró que la nevera se había estropeado,  hecha no a perder todo su contenido. 

Ahora tendría que comenzar de nuevo y buscar una nueva candidata.

M. D. Alvarez 

Equipo.

Con el último aliento de su espíritu inquebrantable, lanzó un último ataque masivo sobre los campos enemigos desde las alturas. Sabía que sería su última acción y sería suicida. Cuando concluyó el ataque, cayó desde gran altura. Por suerte, su equipo de rescate estaba preparado y lo encontraron tirado a orillas de una cala.

El guerrero, herido pero aún con vida, despertó en una cama de hospital. La cala y los campos de batalla quedaron atrás. Su equipo lo rodeaba, rostros cansados pero aliviados.
-¿Por qué me rescataron?" preguntó. 

El líder sonrió: "Porque eres más valioso vivo que muerto". 

El guerrero asintió, sabiendo que su sacrificio no fue en vano. A medida que se recuperaba, reflexionó sobre su destino y el precio de la victoria. ¿Qué más le depararía el futuro? 

Solo el tiempo lo diría, ya que estaba cansado de combatir y de defender junto al equipo un mundo que no se lo agradecía lo suficientemente. Por eso, su último deseo fue abandonar su cuerpo.

M. D. Álvarez

La montaña del diablo. Segunda parte.

La Montaña del Diablo se alzaba imponente frente a mí, sus picos cubiertos de niebla y secretos. Mi esposa, con su piel magenta y cabello verde esmeralda, me miró con ojos llenos de determinación. Las criaturas, pequeños seres naranjas con ojos verdes, se aferraban a su falda, temerosos pero valientes.

-¿Por qué vienen aquí? rugí, mis cuernos brillando bajo la luna. -Esta montaña no es para los codiciosos ni los débiles.

El líder de los intrusos, un hombre con ojos avivados por la avaricia, se adelantó. -Buscamos el corazón de la montaña", declaró. Dicen que concede deseos.

Mi esposa apretó mi mano. -No podemos permitir que lo encuentren, susurró. -Nuestros hijos dependen de nosotros.

Asentí. La montaña era más que una simple formación rocosa; era un guardián de secretos ancestrales. Si el corazón caía en manos equivocadas, todo estaría perdido.

Guié a los intrusos por pasadizos ocultos, desafiando la gravedad y las trampas mortales. Pero cuando llegamos al corazón de la montaña, encontramos algo inesperado: no era un tesoro, sino un espejo.

El hombre codicioso se miró en él, sus ojos llenos de deseo. -¿Qué deseas? preguntó el espejo.

-Riquezas, respondió él. Poder.

El espejo se rió, una risa fría y sibilante. Tus deseos son vanos. Pero puedo concederte algo más valioso.

El hombre se inclinó, ansioso.

-La verdad, susurró el espejo. -La verdad sobre ti mismo.

El hombre gritó mientras su reflejo se desvanecía, revelando su verdadera naturaleza: un ladrón, un mentiroso, un corazón oscuro.

Miré a mi esposa y a mis criaturas. ¿Y nosotros? pregunté.

El espejo nos mostró nuestras almas: amor, sacrificio, valentía. No necesitábamos riquezas ni poder. Teníamos algo más precioso.

Así que sellamos el espejo y volvimos a la superficie. Los intrusos se fueron, sus deseos rotos.

La Montaña del Diablo seguía siendo nuestro hogar, pero ahora también era nuestro protector. Y yo, con mi piel negra y cuernos blancos, sabía que mi apariencia no importaba. Lo que importaba era lo que llevaba en el corazón.

M. D. Álvarez 

jueves, 19 de septiembre de 2024

Un líder.

Lo necesitaban por su bravura e ideales. Sin él, carecían de ideas y coraje. Sabía cómo lidiar con los maleantes, era delicado con las mujeres en apuros y, al mismo tiempo, implacable y vengativo con los maltratadores.

Su deber era proteger a la gente de bien; su madre le inculcó el ideal de bondad hacia los buenos y de dureza hacia los crueles. Desde pequeño, siempre cuidó de los menores que eran molestados por los gamberros.

Su madre supo desde muy temprano que era diferente y, como tal, lo educó para ser un verdadero líder.

M. D. Álvarez

El poder del alma.

 La última alma humana aún estaba por nacer, pero cuando llegue, seremos los últimos en enterarnos porque así está escrito. 

No conoceremos el poder de nuestra alma hasta que ya no la tengamos. 

Sin ella, estamos vacíos, faltos de valores altruistas; sin ella, carecemos de la chispa divina; sin ella, no tenemos sentido de existir.

M. D. Alvarez

miércoles, 18 de septiembre de 2024

Doña guadaña.

-Muerto, pero mío... Por fin te he atrapado -dijo la señora-. Eres mío para toda la eternidad. Tus huesos blancos, tu ajada carne y todo tu ser me pertenecen. En vida no me hacías caso, me ignorabas y ahora que estás muerto te reclamo. 

-¡Que sepáis que no sois inmortales y yo, doña guadaña, tengo el poder de arrebataros la vida cuando me parezca! -exclamó la negra muerte, tocando con su guadaña al difunto que se alzó presuroso junto a ella.

M. D. Alvarez 

Elixir Immortalitatis.

El viaje casi había concluido, su búsqueda tocaba a su fin. Bajo sus pies se encontraba la única muestra de Elixir immortalitatis, una planta que crecía en la oscuridad perpetua de la única tumba a la que todavía no habían saqueado. Me estoy refiriendo al mausoleo subterráneo de Khumblor, el primer emperador de los Uhtik y consorte de la diosa de la procreación, Sihamls.

Ahora solo faltaba encontrar la entrada a tan majestuoso mausoleo, pues los historiadores lo habían descrito como la octava maravilla del mundo. La tumba descansaba sobre una colina rodeada de un lago de mercurio, rodeado a su vez por murallas de jade, oro, plata, ópalo, y así hasta 8 murallas alrededor de la tumba.. BBueno, a lo que íbamos, yo buscaba el elixir immortalitatis y parece que crecía a los pies de la tumba.

Fui atravesando muralla tras muralla hasta llegar a la laguna de mercurio. Había sido precavido al conseguir el mitológico barco de Frohun, Rhenhental, hecho de finas planchas de hierto, que por arte de magia se pliega hasta alcanzar el tamaño de una cartera. Lo eché a la laguna de mercurio y se mantuvo a flote, surqué las aguas del lago hasta el comuna del medio. 

Al pie de la entrada al templete crecía un plantío de pequeñas plantitas de color azul turquesa, de cuyas ramas crecían unas pequeñas bayas de color fucsia. Cogí una de aquellas diminutas bayas que crecían casi en la oscuridad, me hice con 12 bayas y me dispuse a regresar. 

No necesitaba saquear la magnificencia de la cultura uhtik. Debía salir sin romper el encanto de una tumba virgen. Dejaría descansar a Khumblor y sus enigmáticos misterios. Yo había conseguido lo que había ido a buscar. Tenía en mi poder el elixir immortalitatis.

Continuará...

M. D. Álvarez 

martes, 17 de septiembre de 2024

Disputas.

Podríamos haber acabado con nuestras rencillas, pero en vez de eso aquí estamos discutiendo por quién sabe qué carajo.

No pudimos dejar pasar la ocasión, no teníamos que seguir discutiendo para dilucidar quién sería la luz y quién la oscuridad.

Aquí seguimos y seguiremos discutiendo sin tregua, hasta que el mundo deje de ser mundo y aún así no cejaremos en enfrentarnos a pesar de ser hermanos.

M. D. Alvarez 

Dioses y hombres.

Este relato puede que no tenga sentido, pero para mí sí lo tiene. Comenzó mucho antes de que yo naciera, antes de que ninguno de mis predecesores existiera, cuando los dioses habitaban tanto en los cielos como en la tierra.

Un buen día, Sathok, dios del trueno, preguntó a su pareja, la diosa del deseo, Chiole: ¿Por qué no podemos crear más dioses? Ella le respondió: "Porque si creamos más dioses, nos quedaremos sin sitio tanto en los cielos como en la tierra. ¿Y si los creamos perecederos?" Ella se quedó pensativa. ¿Cómo hacer dioses perecederos? Hasta el momento, todos los dioses podían crear a sus parejas de forma asexual. Nunca se habían tocado. Así que los dos juntos se pusieron manos a la obra y disfrutaron del placer que hasta aquel momento les había sido negado.

Tras una semana de gestación, nació el primero de muchos héroes y reinas. Pasaron los milenios, Sathok y Chiole siguieron concibiendo hijos bravos y reinas sin par. Ellas se unían a los héroes y daban a luz tras nueve meses de gestación anuevas generaciones.

Así siguieron las cosas hasta que los primeros dioses eternamente jóvenes abandonaron su hogar en la tierra y partieron a poblar el inmenso cosmos, hasta aquel momento frío pero lleno de luminarias. Sus hijos siguieron poblando y muriendo hasta el día de hoy, que es donde nací yo, una portadora de dones divinos que me encaminó al encuentro de mis ancestros.

Continuará...
M. D. Álvarez 

La tetera. Segunda parte.


El aroma del té llenaba la habitación mientras ella sostenía la taza con delicadeza. Sus ojos brillaban al mirar la tetera, y su sonrisa me hizo sentir que había tomado la decisión correcta al invitarla. 

Hablamos de nuestras madres, compartiendo historias y risas. La tetera, ahora más que un objeto, se convirtió en un símbolo de conexión y esperanza. 

En ese momento, supe que mi madre estaría orgullosa de mí. Y así, entre susurros y sorbos, comenzamos a escribir nuestra propia historia.

M. D.  Álvarez 

lunes, 16 de septiembre de 2024

Tritón

Como tantas veces había hecho de niño, volvió a zambullirse en las cristalinas aguas del cosmos, para no volver jamás.

Por fin había completado su transformación en Tritón. Ya no volvería a pisar tierra firme, no lo echaría de menos; siempre se sintió incómodo, como fuera de lugar.

Estaba en su elemento de origen: las inmensas aguas del universo entero eran ahora su hogar y lo acogían de nuevo en su inmensidad para perderse en el oscuro, pero a la vez luminoso hogar en las estrellas.

M. D.  Alvarez 

Universo en expansión.

Era el dulce encanto de su juventud lo que la atraía hacia aquel enigmático planeta de color turquesa. 

Su llegada significó la evolución de sus pobladores, antaño formas unicelulares. En cuanto ella llegó y sintieron su presencia, comenzaron a evolucionar hasta convertirse en algo parecido a ella, pero de forma diferente. 

Siendo ella la única de su especie, los demás eran seres masculinos y una sola reina para perpetuar su especie. Estudió a todos los especímenes para localizar al más apto y fuerte de todos ellos, y le ordenó eliminar a los demás especímenes. 

Su impronta había sido grabada a fuego y cumplió sus órdenes. Ya solo le quedaba completar el círculo. 

Se unieron en un abrazo perpetuo, dando origen a una explosión de sentimientos y emociones que terminaron por florecer en nuevos mundos de luz y pasiones, donde crecieron multitudes de reinas que viajarían a los rincones más oscuros e inexplorados del universo primigenio para expandirlo en su totalidad.

M. D.  Álvarez 

domingo, 15 de septiembre de 2024

La ira justificada.

La ira ardía en su pecho, un fuego sagrado que no podía extinguir. Los profanadores habían cruzado la línea, manchando el santuario que veneraba. No había lugar para la clemencia; solo la venganza justa y feroz.

La sacerdotisa, su musa, era intocable. Su devoción hacia ella era inquebrantable, y su amor, prohibido pero ardiente. No importaba que el mundo los condenara; él la protegería con su vida.

Los cabezillas, los instigadores, eran los primeros en caer. Sus gritos de súplica caían en oídos sordos mientras él los eliminaba uno por uno. La sangre manchaba sus manos, pero no sentía remordimiento. Solo la certeza de que estaba cumpliendo su deber.

El santuario temblaba bajo sus pies mientras avanzaba hacia la sacerdotisa. Ella lo esperaba, su mirada desafiante y su piel marcada por el deseo. No había perdón para los pecadores, pero quizás, solo quizás, había redención en el amor.

M. D. Alvarez .

sábado, 14 de septiembre de 2024

Ninsun y Lillah.

La ciudad de Uruk fue cuna de grandes hombres como Gilgamesh, hijo de la diosa Ninsun, y un bello novicio llamado Lillah.

La diosa mantenía encuentros amorosos con su bisoño en el recinto dedicado a la diosa. Al sentirse observada, ordenó a su sacerdote la construcción de un gran templo escalonado, en cuya cúspide estaría su recinto sagrado donde mantendría sus escarceos con su amado.

La construcción llevó años y fue realizada por esclavos traídos de las batallas. El recinto estaba ricamente decorado con objetos regalados por los reyes y gobernantes de la ciudad: trípodes traídos como ofrendas de Delos, espejos como ofrendas de Jerusalén y cofres ricamente labrados de las tierras del Líbano.

Aún con el transcurso de los años, Lillah seguía siendo joven y apuesto; las malas lenguas decían que la bella Ninsun le concedió la eterna juventud para seguir disfrutando de las noches de pasión, en una de las cuales fue concebido el héroe Gilgamesh, valedor de la lucha por encontrar el secreto de la inmortalidad.

M. D.  Alvarez 

Soles oscuros.

Criaturas como aquellas solo se veían en mundos ocultos a los Soles amarillos, solo aparecían cuando su sol era oscuro y tenue.

La apariencia de las criaturas no carecía de una extraña belleza; eran estilizados y hermosos, pero también había criaturas dantescas con cuerpos gigantes, con miembros desproporcionados y torpes.

Esta es la historia de una de las más bellas criaturas de los mundos oscuros. Tenía, a pesar de su oscuridad, un corazón noble y sincero, una estatura de 1,65, cabello negro azabache, ojos de un vivo color violeta y una sonrisa que dejaba ver unos incisivos blancos.

Siempre anhelando algo que nunca conoció y siempre deseó. Un día, algo le ocurrió a su sol oscuro: comenzó a tornarse poco a poco en azul celeste, destruyendo a las criaturas más grandes y torpes, pero a nuestra criatura no le afectó.

Siguió vagando por su nuevo mundo, pero esta vez ya no había monstruos que lo atacaran, sino que ahora estaba lleno de criaturas parecidas a él.

M. D. Álvarez

viernes, 13 de septiembre de 2024

Creer, o no creer.

Son las doce horas, un minuto y quince segundos -respondió con sorpresa.

Era la tercera vez que se posponía el fin del mundo. Ahora que estaba todo preparado para abandonarlo.

-¡Mira que tienes sentido del humor! -dijo el diablo carcajeándose.

-¡No, solo soy práctico! ¿Por qué destruir una vaca cuando nos da tanto juego? -sentenció Dios.

-Si sigues jugando con ellos te abandonarán -recriminó el demonio.

-Si lo hacen, entonces es cuando los destruiré sin previo aviso, pero mientras quede alguien que crea en mí seguirán viviendo -se reafirmó el creador.

M. D. Alvarez 

jueves, 12 de septiembre de 2024

Unión

Con sus dos hijas y su pareja, era inmensamente feliz, estaba completo y satisfecho. Las amaba con locura.

Aquel día, en su playa privada, ocultos a miradas aviesas, le pidió su mano con ternura y calidez. Ella le dijo que sí, que lo quería más que a su vida.

Dos meses después, se unieron en matrimonio, donde sus dos pequeñas llevaron los anillos, se recitaron los votos más hermosos y unieron su amor con un beso apasionado.

Después de la emotiva ceremonia, él y su pareja se embarcaron en una luna de miel inolvidable. Decidieron visitar la mágica Isla de los Delfines, un lugar remoto y paradisíaco que solo unos pocos afortunados conocían.

La isla estaba rodeada de aguas cristalinas y playas de arena blanca. Los delfines nadaban cerca de la costa, saludando a los recién casados con saltos y piruetas. El aire olía a sal y a flores exóticas, y el sol brillaba intensamente en el cielo.

Durante el día, los dos exploraban la isla de la mano. Descubrieron cuevas secretas, se bañaron en cascadas escondidas y se deleitaron con frutas tropicales frescas. Por las noches, cenaban bajo las estrellas en la playa, con el sonido suave de las olas como música de fondo.

Una tarde, mientras caminaban por la orilla, encontraron una botella con un mensaje dentro. El papel estaba amarillento y desgastado por el tiempo. El mensaje decía:

*"A quien encuentre esta botella, les deseo un amor eterno y lleno de aventuras. Que cada día sea un nuevo capítulo en su historia juntos. Firmado: un soñador solitario"*

Ambos se miraron con complicidad. ¿Quién habría escrito ese mensaje? ¿Cuántos años habrían pasado desde que la botella fue lanzada al mar?

Decidieron guardar la botella como un tesoro y prometieron seguir escribiendo su propia historia de amor. En la Isla de los Delfines, el tiempo parecía detenerse, y cada momento se volvía más precioso..

M. D.  Alvarez 

En la bola de cristal

Aquella bola de cristal emitía una luz blanquísima y cegadora que hería los ojos, hasta que de pronto se fue atenuando más y más, hasta el punto de poder vislumbrar su interior. 

Dentro de la esfera se podía ver a una preciosa joven de pelo corto y rojizo, con unos intensos ojos verdes, que parecía estar esperando a alguien. Debió de ser una premonición, ya que al salir de aquel establecimiento la vi sentada en un banco con cara de preocupación. 

Le pregunté si podía ayudarla en algo. Me dijo que sí, que esperaba a alguien con el corazón puro pero lleno de sombras y anhelos. ¿Sería yo aquella persona que ella esperaba y para la cual estaba predestinado?

Me quedé junto a ella. Era cierto que mi corazón era puro, pero estaba lleno de sombras y dudas. Lo que vi en la bola de cristal era mi destino.

M. D. Álvarez

La partida.

La partida acababa de empezar, pero él sabía que lograría vencer. 

Su adversario no tenía oportunidad frente a su fuerte defensa y su ataque directo logró atravesar su muralla y capturar a su reina. 

Solo le quedaba rendirse. Su atacante era el hábil shuhar, creador de ataques y defensas. 

Un héroe de renombre y sin parangón que acabó de un plumazo con su baluarte. 

Los términos de rendición estaban claros. El adversario entregaría su bastión y a su reina. 

M. D. Álvarez 

Una sola gota

En aquel vasto desierto de calor abrasador, paseaba aquel pequeño geco tornasolado de vivos colores iridiscentes, aprovechando la luz del sol y buscando cualquier sombra que le proporcionaran las escasas plantas resecas.

 Esperaba refrescarse al anochecer para recoger las pocas gotas de agua que le brindaba la luna con el rocío. Con tan solo una gota era suficiente para aguantar un día en aquel inmenso infierno. 

Su naturaleza de inquieto buscador de agua lo llevó a recorrer su hogar en busca de alguien con quien descansar a la luz de la luna, necesitaba compañía y el desierto se negaba a proporcionársela. 

M. D. Álvarez

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Una mente superior.

Su mente era un hervidero de ideas, nunca estuvo tan activa. Algo iba mal, se sentía embotado y aislado, como si no estuviera en su cuerpo. De repente, sintió una presión en el hombro, pero era cálida y suave. Debía calmarse y concentrarse, tenía que regresar.

Mientras tanto, un grupo de personas observaba el cuerpo medio destrozado de un joven y, a su lado, ella que con mimo observaba sus pupilas azules. No se dilataba, no permitiría que lo desconectaran.

Él se había arriesgado al volver por su equipo, sin él no eran nada. Sabía que una parte de él seguiría luchando por volver.

M. D. Álvarez 

Vergel.

Las montañas tenían un precioso color rojizo al amanecer que daba la impresión de estar ardiendo con tal fuerza que parecía inextinguible. 

Los prados iban transformándose según les iba dando la luz del sol, cambiaban de color del rojo fuego al verde intenso del vergel más verde. 

Allí fue donde se decidió el destino de la especie humana, al calor del sol y al frescor de la bella vegetación, el paisaje más idílico para decidir si comenzar la creación o disfrutar de los vivos colores con los que había dotado el hado a su pequeño reducto, donde debía decidir el destino, el sino de una nueva raza.

M. D. Alvarez 

Él susto.

Aquello no podía ser posible. Aquella criatura de espeluznante aspecto se dirigía hacia mí como si se tratara de su presa. Lo esquivaba como podía, pero me seguía allá donde iba. El único lugar al que no me seguía era al cementerio. Querría decirme algo. Lo más seguro es que me había muerto y no lo sabía, y mandaron a aquel cancerbero sin forma a llevarme al redil.

En uno de mis paseos por el cementerio, vi una tumba con un ángel orando con una placa en la que ponía: "Aquí yace M. D. Álvarez, insigne escritora y apasionada de la mitología". Aquello acabó de rematarme, llevándome directamente a mi ataúd.

Continuará...

M. D. Álvarez 

La tesis.

"Y dale a enviar, que no se te olvide", dijo desde la puerta.

Aquel era uno de los encargos más sencillos pero tediosos de todos. Tenía que transcribir una tesis de un colega. La tesis se titulaba "¿Cuáles son las diferentes especies de pinzones?", un tocho de 500 páginas cuajado de términos ininteligibles y mucha paja. Iba ya por la página 499 cuando me pilló Morfeo y caí rendida, con tal mala fortuna que borré todo lo escrito anteriormente.

Qué disgusto se llevó mi colega al entrar por la puerta y verme dormida sobre el teclado.

Por suerte para él, había repartido copias a otras transcriptoras que, por lo visto, duermen mejor que yo.

M. D. Álvarez

La cueva Verióvkina. (R. E. C.)

"Y dale a enviar ya", le urgió con premura.
Aquel informe tenía visos de ser muy urgente. L lo ojeó por encima y leyó para sí.

"El ente que ha sido hallado en la cueva Verióvkina parece tener signos vitales. No sabemos cuánto tiempo lleva aislado en las profundidades, pero parece haber evolucionado para sobrevivir sin alimento. Espero que sobreviva a la luz del día.
Lo extraeremos en una cámara oscura y lo trasladaremos a los laboratorios". Ella pulsó intro para enviar el mensaje. Ahora era problema de ellos.

Fue un fastidio que se cayera la caja y el ser muriera por la exposición al sol.

M. D. Álvarez 

La montaña del diablo.

Aquella montaña llevaba el aterrador nombre de la Montaña del Diablo por muchos motivos. Yo era uno de esos motivos; mi apariencia era terrorífica y dantesca. La montaña era mi hogar y como tal, lo defendería contra los usurpadores. 

Aquellos que pensaban que la montaña escondía grandes tesoros, y en verdad había un tesoro en su interior: mi esposa y mis tres preciosas criaturas. 

Ella tenía un tono de piel color magenta, suaves curvas, ojos azules, cabello verde esmeralda y una sonrisa endiabladamente arrebatadora. Mis criaturas, de piel naranja y ojos verdes, eran mi tesoro y yo debía protegerlos. 

Como ya dije, mi aspecto era aterrador: mi tono de piel era de un negro vantablack que resaltaba mis ojos verdes y mis cuernos del más puro blanco. 

M. D. Álvarez

Adrenalina

Nuestro protagonista era un adicto a las emociones fuertes; ansiaba las dosis de adrenalina cada vez que necesitaba un chute de epinefrina. Se las ingeniaba para subirse a un avión y lanzarse en caída libre, escalar sin cuerda de seguridad o bucear a pulmón con tiburones. Su furor lo llevaba a tales cotas que quienes iban con él no sabían si estaba loco.

Nada más lejos de la realidad, su naturaleza era un enigma y su capacidad para superar sus miedos era inigualable. Si hubiera una manera más sencilla de obtener su chute de adrenalina, estoy segura de que preferiría seguir arriesgando su vida. 

La última locura que se le ocurrió, y que disparó sus niveles de endorfinas, fue cuando vio a aquella preciosa joven de ojos verdes y cabello negro. 

La vio alejarse nadando más allá de la boya de seguridad. Fue entonces cuando presintió que algo iba mal. Se lanzó al mar y nadó hasta donde la había visto, buceó en busca de su cuerpo, lo encontró. Ella no respiraba.

Él la llevó de vuelta a la playa y le hizo el boca a boca, en el cuarto intento, se despertó asustada. Quiso saber quién la había rescatado. 

Los curiosos le dijeron que un joven de ojos azules y cabello caoba que acababa de irse. No volvería a verlo hasta años después, cuando reconoció aquellos ojos azules. Seguía siendo adicto a las emociones fuertes.

M. D. Álvarez

martes, 10 de septiembre de 2024

¡La última!

Bajo un cielo cuajado de estrellas y constelaciones, y al amor de una gran hoguera, se amaron con pasión. 

Las estrellas, testigos mudos, parecían parpadear en complicidad. Sería la última vez que se verían y tendría que perdurar en el tiempo y en su recuerdo. 

No habría más encuentros físicos, pero sus almas se encontrarían en los sueños, en ese espacio donde las distancias no existen y los corazones laten en sincronía.

M. D.  Alvarez 

Ghawun.

Y dale a enviar ya, le apremia su comandante. Estaban sitiados en aquella ciudadela, se veían desbordados, casi sin víveres y sin munición.

Si los refuerzos no llegaban, serían masacrados sin piedad. Al cabo de una lucha pírrica en la que los soldados seguían fielmente las órdenes de su comandante, lograron contener el avance de los ghawun. Eran unos seres aterradores con cuatro brazos broncíferos, dos piernas reptileanas y una cabeza. Pero lo espantoso de la cabeza era que tenían cuatro ojos, no tenían nariz y la boca estaba cuajada de dientes afiladísimos..

Gracias al valor demostrado por su comandante, que aún herido de gravedad siguió luchando junto a sus hombres, consiguieron que los ghawun no lograran tomar nuestro bastión. Por fin llegaron los refuerzos, pero tarde para la gran mayoría de los fieles soldados.

M. D. Álvarez

lunes, 9 de septiembre de 2024

El lobo dorado

Bajo aquel árbol sombrío y seco, lleno de telarañas grises, se encontraba la criatura más hermosa de todas las aparecidas en los mundos oscuros y caóticos. 

Su pelaje dorado le daba la apariencia de una invulnerabilidad inquebrantable. Era un hombre lobo de pelo dorado. Parecía muy joven, pero a sus espaldas cargaba un gran bagaje de sabiduría. Su espíritu era indomable, salvaje, pero tenía todo el saber a su disposición.

Y digo que parecía joven, porque le gustaba correr por la estepa, riscos, montes y praderas de los mundos umbrosos y oscuros. Bajo el influjo de la luna llena, aullaba por su partida del cielo.

Había nacido en un universo oscuro y sombrío, pero añoraba la luz aún sin conocerla.

M. D. Alvarez

El ankh

Nadie conocía el significado de aquel fenómeno atmosférico. Había surgido en aquel espectacular cielo azul una especie de figura con forma de ankh de color dorado flanqueado por rojas llamas. Aquel signo se encontraba a una altura de unos 25 kilómetros y tenía una envergadura de unos 900 metros.

Todo el mundo que asistió a aquel fenómeno se inclinó de rodillas y se puso a rezar. Rezaban con fervor para tratar de disipar los malos presagios.

No se sabe cómo ni por qué, si fueron los rezos o por otra cosa, aquel objeto de gigantescas proporciones desapareció casi tan rápido como apareció, dejando a los fervientes seguidores con un palmo de narices.

M. D. Álvarez 

La tetera.

La tetera era el bien más preciado heredado de mi difunta madre, elaborado con la porcelana más pura y decorado con motivos selváticos. 

Las tacitas, de un gusto refinado, estaban decoradas con los mismos motivos. La saqué en raras ocasiones, como en esta ocasión en la que la había invitado a tomar una taza de té. 

Ella disfrutó tomando el té y observando los bellos detalles de la tetera. Llevábamos saliendo alrededor de un mes hasta que me decidí a invitarla a mi casa. 

Yo había perdido a mi madre en un proceso doloroso que me la arrebató en el plazo de 5 meses.

M. D. Álvarez 

K2

En aquel infierno de hielo, él y sus cuatro amigos tuvieron que acampar y dormir juntos, pegados unos a otros, y en medio de los cuatro chicos estaba su compañera, a la que protegían con mimo.

Él se levantó, dejando su manta a su compañera que dormía plácidamente, mientras ellos dormían, él hizo la guardia de todos. Desde la última acampada, él no necesitaba dormir más de dos horas. De pronto, sintió un leve crujir de la nieve; era ella, que le traía una taza de café caliente.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí? -preguntó ella.

- Las necesarias -dijo, tomando la taza de café de sus manos.

- ¿Cuándo llegaremos al campo base?

- En unas horas. Cuando amaine el temporal, saldremos.

Habían transcurrido cuatro horas desde que salieron y se encontraban a 500 metros del campo base. Al día siguiente comenzaría la escalada por la ruta más difícil de todas. Estaban a punto de comenzar la escalada del K2 por la ruta de los polacos, la vía más difícil que discurre por el espolón central de la cara sur.

Él era el guía más experimentado, había coronado con éxito y sin ninguna baja los 7 ochomiles.

Salieron del campo base el día 1 de marzo, él los guió por la vía de los polacos en la cara sur. El parte meteorológico preveía buen tiempo, así que salieron del campo base el 16 de marzo.

Tras haberse aclimatado, la ascensión fue dura y laboriosa, pero toda la cordada confiaba en él y lo seguían hasta coronar la cumbre del K2 el día 22 de marzo. Comenzando el descenso, tardaron en llegar al campo base cuatro días.

Al llegar, todos sanos y salvos, y además por la vía más complicada, era un hándicap inigualable para él, les había mostrado de lo que eran capaces si se lo proponían.

M. D. Álvarez

Conmigo

Las musas siguen conmigo y parecen no querer dar descanso a mis dedos. Con la música de fondo, no puedo dejar de teclear historias sinuosas y oscuras, en las que ellas son las protagonistas que me aman y cuidan de mi bienestar. 

Me alimentan con ambrosía de sus labios color fresa, me miman con sus manos, me hablan con sus bellos ojos, acariciándome y danzando a mi alrededor, haciéndome inmensamente feliz. 

A vosotras, mis bellas, lindas, hermosas, encantadoras dadoras, os dedico mis relatos surgidos de mi magna cabeza. 

M. D. Álvarez 

domingo, 8 de septiembre de 2024

El paladín.

Cuando se despertó, se sentía algo raro y denso. Sus brazos y piernas parecían anclados a la cama, como sujetos por grilletes. 

Intentó levantarse, pero sintió una leve presión en su pecho. Abrió los ojos y la vio a su lado; su mano reposaba sobre su pecho impidiéndole levantarse.

"No te muevas", le susurró al oído. "Todavía no estás recuperado del todo. Tus destrezas y habilidades han sido aumentadas con ingeniería genética. Eres el más apto para ello".

Ese fue el primer día que se sintió vivo junto a ella. Sus capacidades y pericia lo llevarían a cotas insospechadas. Sería el nuevo guardián de su mundo, antaño gris y oscuro, que volvía a brillar gracias al amor que profesaba por ella.

M. D. Álvarez 

El enclave.

Aquel era uno de los enclaves más misteriosos del planeta y acababan de llegar para explorar las posibilidades que podría tener para convertirse en un nuevo resurgir de nuestro antaño pequeño planeta de origen. 

Lo abandonamos cual éxodo cuando estaba a punto de extinguirse nuestra especie; evolucionamos a una nueva raza de seres, pero no humanos, sino mamíferos. 

Somos de la especie de los cetáceos, somos Cosmicus Delphinus. Y aquel planeta sería nuestro paraíso, lleno de cristalinas aguas multicolores, lplagado de una especie de corales iridiscentes que, si bien en la tierra estaban anclados, en aquel nuevo mundo fluían con las corrientes de las aguas ancestrales y sin mancillar todavía. 

Si hubieran llegado los seres humanos a aquel enclave, quién sabe si seguiría teniendo el mismo aspecto que cuando llegamos.

M. D. Álvarez 

El Enigma de la Nave Nodriza.


El comandante ajustó su casco y verificó los sistemas de su F35. La nave nodriza se cernía sobre ellos, imponente y misteriosa. Las luces parpadeaban en su superficie metálica, y las escotillas permanecían cerradas.

-¿Qué crees que buscan?, preguntó su copiloto.

El comandante frunció el ceño. -No lo sé, pero no podemos permitir que se escapen. Si atacaron la Tierra una vez, podrían hacerlo de nuevo.

La flota de F25 rodeaba la nave nodriza, formando un escudo protector. Los pilotos estaban tensos, listos para cualquier eventualidad. Pero el OVNI que los había llevado hasta aquí había desaparecido. ¿Dónde estaba ahora?

-Señor, informó el radarista, -detectamos una señal de comunicación desde la nave nodriza. Parece estar encriptada.

El comandante asintió. -Descifra la señal. Quiero saber quiénes son y qué quieren.

Mientras esperaban, el comandante recordó las historias de abducciones y encuentros cercanos. ¿Eran estos extraterrestres pacíficos o beligerantes? ¿Tenían tecnología superior o eran vulnerables?

La voz del radarista interrumpió sus pensamientos. -Comandante, hemos descifrado la señal. Es un mensaje de paz. Dicen que vienen en son de amistad y desean establecer contacto.

El comandante miró a su tripulación. -Preparémonos para abordar la nave nodriza. Pero mantengamos las armas en posición de defensa. No sabemos qué nos espera.

La escotilla se abrió lentamente, revelando un pasillo iluminado. El comandante avanzó con cautela, seguido por sus hombres. Al final del pasillo, una figura sin forma notable los esperaba.

-Saludos, comandante, dijo en perfecto inglés. -Soy el embajador Urkr de la Confederación de los Soles Gemelos. Venimos en paz.

M. D. Álvarez 


sábado, 7 de septiembre de 2024

Vástago de vampiro.

Llevaba horas durmiendo en su camita como un ángel, sin dar muestras del infierno que le había hecho pasar.

Había mordido hasta destrozar su precioso peluche, pero no había probado el mordedor que le había traído el abuelo.

Cuando hubo acabado con su peluche, fijó su blanco en la mascota de la familia. Al ver cómo estaban las cosas, saltó volando y no volvió hasta percatarse de que no había peligro.

Había que ser comprensivo, pues le estaban saliendo los colmillos y tenía unas ganas rabiosas de morder.

El pequeñín era el segundo vástago de vampiro que nacía en la familia.

M. D. Alvarez 

10 años sin dormir bien.

Llevaba años sin dormir bien. Me había convertido en una de las criaturas que describía en mis relatos: taciturna, irascible, pendenciera. Sin ningún respeto por mi integridad mental.

Solo hizo falta echar un vistazo al mundo exterior para darme cuenta de lo que me estaba perdiendo, y la mirada de ella fue suficiente para fundirme en sus brazos y dormir como un lirón.

La luz del amanecer se filtraba por las cortinas, pintando el cuarto de un tono dorado. Ella seguía dormida a mi lado, su respiración tranquila y regular. Me pregunté cómo había llegado hasta aquí, cómo una mirada casual en un café había desencadenado este cambio en mi vida.

Cada día, descubría algo nuevo sobre ella. Su risa, su pasión por la música clásica, su amor por los libros antiguos. Me sentía como una exploradora en un mundo desconocido, desenterrando tesoros escondidos.

Pero también había secretos. Pequeñas grietas en su sonrisa, momentos de tristeza en sus ojos. A veces, cuando creía que no la veía, miraba al horizonte con una expresión lejana. ¿Qué escondía? ¿Qué demonios la atormentaban en las noches silenciosas?

Decidí no preguntar. No quería romper la magia que teníamos. En lugar de eso, la abracé con más fuerza, prometiéndome a mí misma que estaría allí para ella, sin importar qué.

M. D. Álvarez. 

La mesa del tratado

Sobre aquella mesa ricamente decorada con refinamiento y elegancia, de líneas curvas, volutas y finamente talladas con intrincados motivos florales y orgánicos, iba a ser firmado el tratado más importante de la historia y él, el maestro ebanista, había sido seleccionado para elaborar el encargo con el cual sería reconocido como el mejor ebanista de todos los tiempos. La madera que utilizó era del árbol suar.

Comenzó con las patas de la mesa tallando cuatro fénix alados; sobre sus alas, colocó un tablero de mármol de 2 centímetros de grosor, rodeándolo de un borde de unos 20 centímetros de altura. Lo decoró tallando flores de lis y, como toque personal, añadió su escudo heráldico. La mesa recibió el nombre de la mesa del Juicio y medía 30x10.

El tratado que se firmó sobre tan monumental mesa fue el Tratado de París. Si no saben a qué tratado me estoy refiriendo, se trata de la reunión en París donde se juntaron las 21 naciones aliadas para firmar la rendición y decidir los términos de paz para las cinco naciones aliadas de Alemania.

Pero esta es la historia de una mesa histórica; tras la firma, esta mesa quedó relegada y olvidada de la historia, al igual que su constructor.

He buscado y buceado en los libros de historia y solo he hallado un pequeño dato: un nombre, Balthazar Lieutaud, un gran maestro ebanista, nacido en 1720 y fallecido en 1780.

Este magnífico ebanista nunca supo la trascendencia de su obra, aquella magnífica mesa llevaría sobre sí todo el peso de la humanidad.

M. D.  Álvarez 

Mayday

Su penetrante mirada la taladraba sin compasión; sus intensos ojos azules la reprochaban haberlo delatado, pero él comprendía el porqué. Sabía que la quería y se sacrificaría por ella. Las torturas a las que lo sometieron no lo quebraron, pero era conciente de que si la hubieran torturado a ella, no lo habría soportado.

Cuando lo llevaron a la celda, ella se sintió hundida y apenada. No sabía cuánto dolor había soportado su compañero, pero debió de ser aterrador e insufrible. Sin embargo, no emitió ningún grito de dolor; no se lo reprochó, consciente de que ella no lo habría soportado.

Intentó vendar sus heridas, pero eran profundas y las hemorragias no cesaban. Él sintió haberla juzgado por delatarlo; ahora comprendía lo que conllevaba ser el líder: sacrificarse por los subalternos, aquellos a los que tenía que proteger sin importar su seguridad.

Ella logró finalmente frenar las hemorragias, pero no sabía cuánto durarían las vendas si volvían a torturarlo; quizás no sobreviviría.

Por suerte para los dos, había logrado enviar un Mayday que fue recibido en el cuartel general. Mandaron una misión de rescate que logró liberarlos. 

Lo introdujeron en una cámara de estasis donde lo mantendrían con vida hasta llegar al hospital, donde se recuperaría de las heridas sufridas. Las psicológicas, sin embargo serían más difíciles de curar. Ella lo cuidaba y le daba fuerzas para sobreponerse a los hechos acaecidos en la última misión.

M. D. Álvarez

Amor refrigerado.

Llevaba ya días sin abrir el frigorífico. Desde que se fue, su corazón sufría un dolor insoportable.

Lo único que le quedaba de ella era la lasaña más deliciosa que había probado; ella la preparaba con mucho amor y cada vez que la probaba, se le saltaban las lágrimas.

Se propuso no abrir el frigorífico hasta que ella volviera, pero no sabía que en el refrigerador estaba el corazón de su amada.

Su cuerpo reposaba en una base industrial de refrigerados. Fue asesinada por no querer entregar la receta de la lasaña más deliciosa de todo el mundo.

Su corazón fue arrancado de su pecho para incriminar a su compañero. Pero él no abriría el frigorífico si ella no volvía y ella no volverá.

M. D. Álvarez.

Vivir o morir.

El vaso permanecía caliente mientras él la besaba con cariño. Aquella bebida lo podía salvar o matar; solo su determinación lo decidiría.

Deseaba con toda su alma vivir junto a ella, su alma gemela, pero si titubeaba, moriría sin remisión. Se llevó el vaso a los labios y bebió sin miedo. La bebida tenía un sabor entre dulce y picante. 

Sintió cómo el líquido bajaba por su garganta, llenándolo de un calor abrasador y sintiendo un dolor inigualable. 

Ella lo mantenía abrazado, sintiendo el calor que emanaba de él. No lo soltó, permaneció a su lado. 

Pasados unos minutos, el dolor cesó y aquel calor abrasador disminuyó. Le hicieron un análisis de sangre para comprobar su estado. Al fin llegó el día y asistieron los dos. 

El doctor le dio buenas noticias: la hepatitis de tipo B estaba remitiendo, pero todavía quedaba un largo camino por transitar, aunque lo harían juntos. Ella lo sostendría cuando lo necesitara y él la protegería con todas sus fuerzas.

M. D. Alvarez

viernes, 6 de septiembre de 2024

Vivir, o morir.

El vaso permanecía caliente mientras él la besaba con cariño. Aquella bebida lo podía salvar o matar; solo su determinación lo decidiría.

Deseaba con toda su alma vivir junto a ella, su alma gemela, pero si titubeaba, moriría sin remisión. Se llevó el vaso a los labios y bebió sin miedo. La bebida tenía un sabor entre dulce y picante. 

Sintió cómo el líquido bajaba por su garganta, llenándolo de un calor abrasador y sintiendo un dolor inigualable. 

Ella lo mantenía abrazado, sintiendo el calor que emanaba de él. No lo soltó, permaneció a su lado. 

Pasados unos minutos, el dolor cesó y aquel calor abrasador disminuyó. Le hicieron un análisis de sangre para comprobar su estado. Al fin llegó el día y asistieron los dos. 

El doctor le dio buenas noticias: la hepatitis de tipo B estaba remitiendo, pero todavía quedaba un largo camino por transitar, aunque lo harían juntos. Ella lo sostendría cuando lo necesitara y él la protegería con todas sus fuerzas.

M. D. Alvarez 

Cautivo.

Ella no era la misma que cuando se conocieron, había cambiado su forma de pensar. Era distinta, ya no creía en el mundo que le había arrebatado a su compañero, el mismo que la protegía y cuidaba. 

Ahora había desaparecido en combate, lo daban por muerto, aunque ella sabía que no estaba muerto, sino cautivo. Preso por algo que le habían ordenado otros, que permanecían a salvo de los opresores, mientras a él le torturaban y maltrataban. 

Ella fue en su busca, removió cielo y tierra hasta que lo encontró encadenado y medio muerto. Los torturadores no conocian el dolor que le habían impuesto pero ella los destrozó uno a uno por lo que le habían hecho a su compañero. 

Los torturadores no conocían el dolor que le habían impuesto, pero ella los destrozó uno a uno por lo que le habían hecho a su compañero. Su venganza fue aterradora, pero cuando acabó con ellos se volvió junto a él. Aún tenía un atisbo de vida y debía llevarlo a un hospital. Allí curarían sus heridas, aunque las psicológicas las curarían ambos con los hilos que los unían aún más estrechamente, volvían a confiar entre sí.

M. D.  Alvarez 

Una elfa jovial.

Mi aspecto puede resultar jovial, pero no os dejéis engañar. Soy una elfa aparentemente pacífica, pero mi corazón alberga una oscuridad insondable. Cada mirada despectiva, cada gesto de crueldad hacia mi especie enciende en mí un odio visceral.

Los demás creen que soy vulnerable, pero bajo mi piel pálida y mis ojos luminosos, late la ferocidad de una bestia. Si os cruzáis en mi camino, no dudaré en saltar sobre vosotros, hundir mis colmillos en vuestra carne y arrastraros hacia la sombra que me consume.

Así que, viajero, ten cuidado al juzgar por las apariencias. No todos los que parecen ángeles son dignos de confianza.

M. D.  Álvarez 

El roble rosa.

El cielo había variado en los últimos 500 años, ya no era azul como sus ojos; ahora era de un turquesa sucio y el aire era casi irrespirable. Solo los más fuertes se aventuraban a salir.

Él era uno de los pocos que había sido escogido para fortalecer su organismo y poder deambular por el mundo exterior, mientras el resto de la población subsistía bajo la superficie del planeta.

Él y sus compañeros fueron los escogidos para tratar de revertir el cambio climático, injertando e hibridando algunas de las pocas plantas y árboles que a duras penas lograban sobrevivir. Un día, en una de sus idas y venidas, descubrió un gran árbol que parecía un roble, pero no lo era; era una especie diferente, con hojas de un intenso color rosa y unas bellotas de un delicado colorazul turquesa. 

Junto al árbol halló una lápida con la inscripción que decía: "El fin de los tiempos se acerca, pero tú sobrevivirás".

El protagonista, cuyo nombre era Elian, se quedó mirando la lápida durante varios minutos. La inscripción resonaba en su mente como un eco inquietante. ¿Qué significaba? ¿Quién había dejado ese mensaje? Y lo más importante, ¿por qué él sobreviviría?

El árbol rosa también lo intrigaba. No se parecía a ninguna especie que hubiera estudiado en los archivos subterráneos. Sus hojas eran suaves al tacto, y cuando el viento soplaba, parecían brillar como si estuvieran iluminadas desde dentro.

Decidió explorar más a fondo. Se acercó al árbol y examinó su corteza. Era rugosa pero no áspera, y tenía un tono plateado que contrastaba con el rosa intenso de las hojas. Elian sacó su herramienta de injerto y realizó una pequeña incisión en la corteza. Para su sorpresa, la savia que brotó era de un color dorado brillante.

—¿Qué eres? —susurró Elian al árbol—. ¿Y por qué estás aquí?

El árbol no respondió, pero Elian sintió una extraña conexión con él. Como si compartieran un propósito, una misión. Recordó las palabras de la lápida: “El fin de los tiempos se acerca, pero tú sobrevivirás”. ¿Acaso el árbol tenía algo que ver con su supervivencia?

Elian decidió llevar una muestra de la savia dorada al laboratorio subterráneo. Tal vez los científicos podrían descifrar su composición y entender su propósito. Pero antes de irse, miró una vez más al árbol y prometió volver.

La muestra recogida por Elian fue sometida a varias pruebas que dieron unos resultados espectaculares: absorbía el nitrógeno, el azufre y el dióxido de carbono, y los transformaba en oxígeno.

La alegría de saber que podrían revertir los altos niveles de nitrógeno, azufre y dióxido de carbono se vio truncada al darse cuenta de que solo habían encontrado un único ejemplar de roble rosa. Debían recolectar sus semillas.

Plantarlas en un vivero y, a medida que crecieran, deberían ser insertadas en los pocos árboles que quedaban en los escasos reductos que les habíamos dejado. Sería una tarea titánica que ni él ni sus compañeros verían acabada, pero que a futuras generaciones las liberaría de su encierro subterráneo. 

M. D. Alvarez

jueves, 5 de septiembre de 2024

La isla paradisíaca.

En medio del océano de aguas ancestrales se encontraba oculta, tras una niebla perpetua y circundada por farallones, una preciosa isla paradisíaca cuajada de vegetación impenetrable. 

Habitada por primigenias criaturas de singular belleza emparejadas de por vida por el creador de continentes, Héctor llegó a la isla de forma accidental. No podía dejar de ser atraído hacia el centro de la enigmática isla, era como si le estuviera llamando.

Fue avanzando inexorablemente, apartando la vegetación salvaje que trataba de detenerlo sin conseguirlo. 

Por fin, alcanzó el centro de la preciosa isla: una pequeña laguna de aguas cristalinas que le invitaban a sumergirse en ella. 

Sabía que algo lo observaba bajo las aguas, no se zambulló, esperó a que apareciera la criatura que lo había estado llamando. Era un apabullante espécimen de dragón acuático. Por fin mediría sus fuerzas con un contrincante digno.

La lucha fue ardua y salvaje, pero Héctor no quiso matar al dragón, que solo defendía su isla. Decidió perdonarle la vida para que cuidara de las criaturas que habitaban la isla.

Héctor, con el corazón aún acelerado por la intensa lucha, observó al dragón acuático mientras se sumergía en las aguas cristalinas. El majestuoso ser se sumergió con una reverencia, como si reconociera la nobleza de Héctor al perdonarle la vida.

La isla pareció cobrar vida a su alrededor. Las criaturas primigenias, antes esquivas y cautelosas, se acercaron a él. Sus ojos brillaban con gratitud y respeto. Héctor sabía que había alterado el equilibrio de la isla al enfrentarse al dragón, pero también había ganado su confianza.

Sin embargo, Héctor se encontraba ante un dilema. Se debía al mundo exterior y a sus habitantes, pero ahora también se debía a los moradores de la isla. ¿Qué debía hacer? Se decidió por mantener la niebla eterna para que ningún ser humano alterara el ecosistema de tan bella isla. Debía abandonar a sus nuevos amigos. Sabía que su llegada había alterado el leve equilibrio de la naturaleza y solo se podía restaurar si abandonaba la mágica isla. El dragón comprendió la naturaleza de su decisión y dejó partir al héroe.

M. D.  Alvarez

El toten familiar.

Su mascota estaba inquieta, pero no tenía motivos. Se había recuperado perfectamente de la grave dolencia, aunque seguía olfateándole la cicatriz de su pecho. 

Algo no iba bien, aunque él se sentía más vivo que nunca. Decidió hacer caso a su animal de compañía y fue al médico. Menos mal que decidió hacer caso a su fiel amigo: el tumor se había reproducido, pero era de apenas 2,2 x 2 y era fácil de extirpar. 

El instinto de su mascota fue increíble. Su mascota era un cachorro de lobo dorado y además también era su tótem familiar. 

Su apariencia de carácter majestuoso era terriblemente protectora, aún siendo una pequeña cría, ya tenía el instinto protector de los de su raza, los lobos siberianos de pelaje dorado.

Continuará...

M. D. Álvarez 

Un ángel para ella.

Él le susurraba palabras de amor mientras ella le acariciaba sus cicatrices; cada herida que recibía era curada por sus hábiles manos. 

Pero al ver las dos grandes cicatrices en su espalda, se asustó y le preguntó: ¿Y esas cicatrices? 

-No es nada del otro mundo, dijo él quitándole hierro. 

-¿Pero cómo te las hiciste? 

Él no quería hablar de ello, le traía amargos recuerdos. Solo le dijo que fueron hechas al mismo tiempo. "Un día te lo contaré, aún no estoy preparado", le dijo con un rictus de tristeza.

Ella acarició también aquellas cicatrices y él se estremeció al sentir su contacto. Pasaron un par de meses y un día él se lo contó todo. 

Llegó a este mundo atraído por una luz intensa que ella irradiaba, esa luz hizo que abandonara los cielos. 

Cuando llegó aún era muy débil y fue atrapado por una banda de malechores que vieron sus grandes alas y se las cortaron salvajemente. 

Después de aquello tuvo que hacerse más fuerte y rápido para poder alcanzarla. Ella corría como una gacela.

Al escuchar todo lo que él le estaba contando, se enamoró aún más. Adoraba todas sus cicatrices y fue besando cada una de ellas.

Había alcanzado su destino y no lo soltaría jamás.

El tiempo pasó y los dos amantes se encontraban cada día más unidos. Sus risas resonaban en el pequeño refugio que habían construido juntos en lo más profundo del bosque. Allí, rodeados de árboles centenarios y el canto de los pájaros, compartían sus sueños y secretos.

Una tarde, mientras caminaban por el sendero que llevaba al arroyo cercano, ella le preguntó sobre las cicatrices en su espalda. Aunque él había compartido parte de su historia, aún no había revelado el origen de esas marcas.

Él la miró con ternura y tomó su mano. -Es hora de que sepas la verdad, dijo con voz suave. -Mis alas fueron arrancadas cuando llegué a este mundo. Pero no fue solo por malechores. Fue por algo más grande.

Ella lo miró con curiosidad. -¿Más grande? ¿Qué quieres decir?.

Él la llevó hasta una roca junto al arroyo y se sentaron. -Cuando era un ser celestial, vivía en los cielos. Pero un día, vi una luz tan brillante que no pude resistirme. Era tu luz, la que irradiabas desde la Tierra.

Ella parpadeó sorprendida. -¿Mi luz?

Asintió. -Sí. Tu alma brillaba con una intensidad que me atrajo hacia aquí. Pero cuando llegué, fui atrapado por aquellos malechores. Me cortaron las alas y me dejaron herido.

Ella acarició su mejilla. -¿Y por qué luchaste tanto por alcanzarme?

-Porque sabía que mi destino estaba contigo”, respondió. -Tú eras mi razón para estar aquí. Así que me hice más fuerte, más rápido. Cada cicatriz en mi espalda es un recordatorio de esa lucha.

Ella lo besó suavemente. -No importa las cicatrices que tengas. Eres valiente y hermoso.

Los días se volvieron semanas, y las semanas meses. Su amor crecía con cada amanecer y cada atardecer. Pero él seguía ocultando algo, algo que pesaba en su corazón.

Una noche, mientras la luna llena iluminaba el bosque, él la llevó al claro donde habían compartido su primer beso. Las estrellas titilaban como diamantes en el cielo.

-¿Recuerdas cuando te conté sobre mis alas?, comenzó. -Hay algo más que debes saber.

Ella asintió, preocupada. -¿Qué es?.

-Cuando mis alas fueron cortadas, no solo perdí la capacidad de volar, dijo con voz temblorosa. -También perdí parte de mi esencia celestial. Mi tiempo en la Tierra tiene un límite.

Ella lo miró con tristeza. -¿Qué quieres decir?

-Significa que no puedo quedarme aquí para siempre”, explicó. -Mis heridas nunca sanaron por completo. Y ahora, siento que mi tiempo se agota.

Las lágrimas llenaron los ojos de ella. -No puedes irte. No sin mí.

Él la abrazó con fuerza. -No quiero irme, pero es inevitable. Sin embargo, hay una forma de que podamos estar juntos.

-¿Cómo?

-Volar juntos una última vez”, dijo. -En la próxima luna llena, cuando mi esencia celestial esté en su punto más alto, podré recuperar mis alas por un breve instante. Podremos volar juntos hacia las estrellas.

Ella sonrió, aunque las lágrimas seguían cayendo. -Entonces volaremos juntos, sin importar el tiempo que tengamos.

La luna llena llegó, y él extendió sus alas rotas. Ella lo miró con asombro mientras él la tomaba en sus brazos. Juntos, se elevaron hacia el cielo, dejando atrás el bosque y la Tierra.

Las estrellas los rodearon, y él la besó con pasión. -Te amo, susurró.

-Y yo a ti, respondió ella.

Volaban más alto, más rápido. El tiempo parecía detenerse mientras sus almas se entrelazaban, fusionándose en un amor eterno que perduraría en los libros de los celestiales.


M. D. Alvarez 

miércoles, 4 de septiembre de 2024

interdimensional.

En medio de un vibrante concierto de Dua Lipa, mientras la multitud se entregaba a los ritmos electrizantes de "Houdini", algo extraordinario sucedió. Un destello cegador descendió sobre el escenario, envolviendo a la cantante y a su cuerpo de baile en una luz deslumbrante. Parecía un guiño cósmico al título de la canción, como si la magia de Houdini se hubiera materializado en la vida real.

La audiencia quedó atónita. ¿Era parte del espectáculo? ¿Un efecto especial planeado? Pero antes de que pudieran reaccionar, Dua Lipa y sus bailarines se desvanecieron en el resplandor, como si hubieran cruzado un umbral invisible hacia otro mundo.

La mañana siguiente, los titulares de los periódicos anunciaban la misteriosa desaparición de la estrella pop. No hubo comunicados oficiales ni declaraciones de su representante. Dua Lipa simplemente se había esfumado, dejando a sus fans y al mundo entero desconcertados.

Tres meses después, en el vasto desierto del Mojave, el mismo resplandor reapareció. Esta vez, depositó a la bella cantante y a su cuerpo de baile en la Tierra, sanos y salvos. Resultó que la luz no era un simple efecto visual, sino un vehículo interdimensional. Los habitantes de una dimensión paralela habían captado las ondas sonoras del concierto y deseaban experimentar la música más espectacular que jamás habían oído.

Sin embargo, cometieron un error al devolverlos. Podrían haberlos dejado en el mismo concierto y así no se habría formado tal revuelo. Afortunadamente, Dua Lipa y su equipo regresaron con historias asombrosas y una nueva perspectiva sobre la música y la realidad..

Así, la leyenda del "Resplandor Intergaláctico de Dua Lipa" se convirtió en parte de la mitología musical, recordándonos que la música trasciende las fronteras del espacio y el tiempo.

M. D. Alvarez 


La isla

Se preocupó cuando vio que no volvía, aunque él siempre regresaba y, si tardaba mucho, le dejaba un mensaje para que no se preocupara. Aquella misión lo llevó a una isla desierta donde lo más seguro es que lo atraparan. 

Se dirigió al alto mando para que enviaran una misión de rescate, pero como única contestación le dijeron que se había perdido en las comunicaciones y lo más seguro es que hubiera muerto. 

No se dio por vencida y fletó un jet privado para trasladarse a una isla cercana, donde alquiló un yate para acercarse a la isla donde él había desaparecido. 

Tardó en encontrarlo, pero lo halló visiblemente deshidratado pero vivo. Corrió hacia él, lo abrazó y besó con ternura.

 - No me vuelvas a hacer esto -dijo entre lágrimas.

- Siento haberte preocupado, cielo -respondió él, acariciando su mejilla con ternura. No tenía cobertura y no podía descubrir mi ubicación.

La isla estaba envuelta en un misterio que parecía emanar de su densa vegetación. Los árboles altos y retorcidos se inclinaban hacia el cielo, como si quisieran susurrar sus secretos al viento. La arena de la playa era blanca y fina, pero bajo su superficie, ocultaba algo más que conchas y corales.

El hombre, aún débil por la falta de comida y agua, le contó a su amada lo que había descubierto. "Hay una cueva en el centro de la isla", dijo con voz ronca. "Parece antigua, como si hubiera estado allí desde tiempos inmemoriales. Pero no puedo entrar. Hay una extraña inscripción en la entrada, y no entiendo el idioma".

La mujer miró al horizonte, pensativa.  
-Quizás sea un lugar sagrado, sugirió. -O tal vez esconde un tesoro perdido. Decidieron explorar juntos la isla al día siguiente, cuando él estuviera más fuerte.

Al amanecer, partieron hacia el corazón de la isla. Siguiendo las indicaciones del hombre, llegaron a la entrada de la cueva. La inscripción tallada en la roca era indecipherable, pero tenía un aire de antigüedad y sabiduría. La mujer sintió un escalofrío al tocarla.

Empujaron la pesada puerta de piedra y entraron en la penumbra. La cueva se abría en una amplia cámara, iluminada por una luz tenue que provenía de una grieta en el techo. En el centro, sobre un pedestal de piedra, yacía un objeto brillante: un colgante de cristal azul.

La mujer se acercó con cautela y lo tomó en sus manos. El cristal parecía contener el mar en su interior, con olas danzando y peces nadando en su interior. -Es hermoso, susurró. -¿Qué crees que significa?.

El hombre negó con la cabeza. -No lo sé, pero siento que es importante. Como si estuviera conectado a algo más grande. Se acercó a la inscripción en la pared y la estudió detenidamente. -Quizás esta cueva es un portal a otro mundo, o una llave para desvelar un antiguo poder.

Decidieron llevarse el colgante consigo y estudiarlo con más detalle. Mientras salían de la cueva, la mujer miró atrás una última vez. ¿Qué secretos ocultaba la isla? ¿Y cómo estaba relacionada con el hombre que amaba?

El colgante formaba parte de la misión que le habían impuesto desde el alto mando. Él no estaba dispuesto a entregarlo sin más. Antes de hacer nada, debía estudiarlo. Según lo que descubriera, se lo entregaría o lo devolvería a la isla. La investigación duró dos semanas y dio varios indicios: la piedra no era de este mundo, era de una dureza superior al diamante. Ella lo observaba mientras él realizaba varias pruebas, lo veía absorto en sus indagaciones, casi no comía ni dormía, lo estaba minando. Ella era la única que lograba separarlo del trabajo.

- La piedra no es de este mundo y su dureza es superior a la del diamante -dijo él cuando ella lo interrogó con la mirada. -Debo volver a la isla.

- De eso nada, iremos los dos -dijo ella después de que casi te pierdo, no irás solo.

Él aceptó de buena gana, ella podía serle de ayuda. En la isla instalaron un campo base y habían llevado víveres para un mes. Se dirigieron a la cueva, donde fotografiaron la inscripción y los bajorrelieves del pedestal, y luego volvieron al campo base e introdujeron las fotos en el portátil. Instalaron una tienda de campaña y encendieron una fogata donde prepararon una suculenta comida. Se sentaron los dos en un tronco, comieron y hablaron.

Ella quería estar con él y ayudarle en lo que necesitara. "Es hora de dormir, mañana iremos a explorar los alrededores de la gruta", dijo él con signos de cansancio.

A la mañana siguiente amaneció un día precioso. Se dispusieron a explorar los alrededores con machetes, fueron despejando el camino hasta que se toparon con unas ruinas de piedra basáltica negra. Eran construcciones piramidales, con forma de dodecaedro y otras figuras geométricas. Despejaron la zona y descubrieron que las construcciones habían sido hechas con precisión milimétrica..  En cada edificación, a la entrada de cada una de ellas, tenían una inscripción propia. Algunas de ellas eran en lenguas muertas o desconocidas, pero otras, sin embargo, estaban en griego, amárico, drogi y hebreo. Ella era profesora de lenguas antiguas, había sido una bendición que fuera con él.

La primera construcción a la que se dirigieron fue un gran edificio cuadrado cuya inscripción estaba en griego y decía así:

Οι λεγόμενοι στρωτήρες θα οδηγηθούν στο βωμό.

Ella lo tradujo sin dificultad. Decía así: Los llamados durmientes serán llevados al altar.

El segundo edificio tenía forma de triángulo isósceles. Estaba escrita en amárico y decía así: ለጥፋታቸው መስዋዕትነት ይከፈላሉ.

Traducido por ella: Serán sacrificados por sus ofensas.

La tercera edificación tenía forma octogonal y su inscripción estaba en dogri y decía así:

मदद स्वर्ग से आ जाएगी

Su traducción decía: 

La ayuda vendrá de los cielos.

El cuarto edificio, de forma oboidal, la inscripción estaba en hebreo y decía así:

הוא יידע כשהוא יראה את זה מגיע מלמעלה

Traducido, ella decía así:

Él lo sabrá cuando lo vea llegar desde lo alto.

Por último, el edificio piramidal que tenía una de las últimas inscripciones en una de las lenguas muertas que ella conocía era en hawaiano y decía así: 

E ʻae ʻia kāu hāʻawi a wehe ʻia ka puka

Ella dibujó una sonrisa porque ya sabía para qué era la piedra del colgante.

Su ofrenda será aceptada y se abrirá el portal.

Se fue corriendo hacia Arthur y le dio toda la información.

- Sabía que me vendría bien tu ayuda, preciosa -le dijo dándole un cariñoso beso-. Yo he descubierto otra cosa. Ven, mira esta roca, ¿no le notas nada raro?

A primera vista no le noto nada.

Él se acercó a la extraña roca y sopló con todas sus fuerzas; la capa de polvo voló por los aires y apareció una serie de grabados que representaban una gran cacería de lo que parecían ser monstruosos seres voladores. -Arthur, ¿crees que podemos descubrir qué abre esta piedra? -preguntó ella cabizbaja.

Estoy seguro de que sí. Mira la formación de las estrellas que aparecen en el grabado. He introducido esa formación de estrellas y la variación aproximada del tiempo, y me ha dado esta fecha 2/6/2050 Es como si nos estuvieran invitando a cruzar el umbral
El día antes de la llegada durmieron profundamente descansaron y explotaron la isla a las 12 de la noche cuando las estrellas estaban tal y como estaban situadas en el grabado aparecio una luz que se fue a situar encima del pedestal y aparecio una figura de luz . Él le ofrecio el colgante y se abrio al fondo de la caverna un portal de singulares proporciones.

Se preocupó cuando vio que no volvía, aunque él siempre regresaba y, si tardaba mucho, le dejaba un mensaje para que no se preocupara. Aquella misión lo llevó a una isla desierta donde lo más seguro es que lo atraparan. 

Se dirigió al alto mando para que enviaran una misión de rescate, pero como única contestación le dijeron que se había perdido en las comunicaciones y lo más seguro es que hubiera muerto. 

No se dio por vencida y fletó un jet privado para trasladarse a una isla cercana, donde alquiló un yate para acercarse a la isla donde él había desaparecido. 

Tardó en encontrarlo, pero lo halló visiblemente deshidratado pero vivo. Corrió hacia él, lo abrazó y besó con ternura.

 - No me vuelvas a hacer esto -dijo entre lágrimas.

- Siento haberte preocupado, cielo -respondió él, acariciando su mejilla con ternura. No tenía cobertura y no podía descubrir mi ubicación.

La isla estaba envuelta en un misterio que parecía emanar de su densa vegetación. Los árboles altos y retorcidos se inclinaban hacia el cielo, como si quisieran susurrar sus secretos al viento. La arena de la playa era blanca y fina, pero bajo su superficie, ocultaba algo más que conchas y corales.

El hombre, aún débil por la falta de comida y agua, le contó a su amada lo que había descubierto. “Hay una cueva en el centro de la isla”, dijo con voz ronca. “Parece antigua, como si hubiera estado allí desde tiempos inmemoriales. Pero no puedo entrar. Hay una extraña inscripción en la entrada, y no entiendo el idioma”.

La mujer miró al horizonte, pensativa. “Quizás sea un lugar sagrado”, sugirió. “O tal vez esconde un tesoro perdido”. Decidieron explorar juntos la isla al día siguiente, cuando él estuviera más fuerte.

Al amanecer, partieron hacia el corazón de la isla. Siguiendo las indicaciones del hombre, llegaron a la entrada de la cueva. La inscripción tallada en la roca era indecipherable, pero tenía un aire de antigüedad y sabiduría. La mujer sintió un escalofrío al tocarla.

Empujaron la pesada puerta de piedra y entraron en la penumbra. La cueva se abría en una amplia cámara, iluminada por una luz tenue que provenía de una grieta en el techo. En el centro, sobre un pedestal de piedra, yacía un objeto brillante: un colgante de cristal azul.

La mujer se acercó con cautela y lo tomó en sus manos. El cristal parecía contener el mar en su interior, con olas danzando y peces nadando en su interior. “Es hermoso”, susurró. “¿Qué crees que significa?”

El hombre negó con la cabeza. “No lo sé, pero siento que es importante. Como si estuviera conectado a algo más grande”. Se acercó a la inscripción en la pared y la estudió detenidamente. “Quizás esta cueva es un portal a otro mundo, o una llave para desvelar un antiguo poder”.

Decidieron llevarse el colgante consigo y estudiarlo con más detalle. Mientras salían de la cueva, la mujer miró atrás una última vez. ¿Qué secretos ocultaba la isla? ¿Y cómo estaba relacionada con el hombre que amaba?

El colgante formaba parte de la misión que le habían impuesto desde el alto mando. Él no estaba dispuesto a entregarlo sin más. Antes de hacer nada, debía estudiarlo. Según lo que descubriera, se lo entregaría o lo devolvería a la isla. La investigación duró dos semanas y dio varios indicios: la piedra no era de este mundo, era de una dureza superior al diamante. Ella lo observaba mientras él realizaba varias pruebas, lo veía absorto en sus indagaciones, casi no comía ni dormía, lo estaba minando. Ella era la única que lograba separarlo del trabajo.

- La piedra no es de este mundo y su dureza es superior a la del diamante -dijo él cuando ella lo interrogó con la mirada. -Debo volver a la isla.

- De eso nada, iremos los dos -dijo ella después de que casi te pierdo, no irás solo.

Él aceptó de buena gana, ella podía serle de ayuda. En la isla instalaron un campo base y habían llevado víveres para un mes. Se dirigieron a la cueva, donde fotografiaron la inscripción y los bajorrelieves del pedestal, y luego volvieron al campo base e introdujeron las fotos en el portátil. Instalaron una tienda de campaña y encendieron una fogata donde prepararon una suculenta comida. Se sentaron los dos en un tronco, comieron y hablaron.

Ella quería estar con él y ayudarle en lo que necesitara. "Es hora de dormir, mañana iremos a explorar los alrededores de la gruta", dijo él con signos de cansancio.

Al día siguiente amaneció  un precioso día. Se dispusieron a explorar los alrededores con machetes, fueron despejando el camino hasta que se toparon con unas ruinas de piedra basáltica negra. Eran construcciones piramidales, con forma de dodecaedro y otras figuras geométricas. Despejaron la zona y descubrieron que las construcciones habían sido hechas con precisión milimétrica.. En cada edificación, a la entrada de cada una de ellas, tenían una inscripción propia. Algunas de ellas eran en lenguas muertas o desconocidas, pero otras, sin embargo, estaban en griego, amárico, drogi y hebreo. Ella era profesora de lenguas antiguas, había sido una bendición que fuera con él.

La primera construcción a la que se dirigieron fue un gran edificio cuadrado cuya inscripción estaba en griego y decía así:

Οι λεγόμενοι στρωτήρες θα οδηγηθούν στο βωμό.

Ella lo tradujo sin dificultad. Decía así: Los llamados durmientes serán llevados al altar.

El segundo edificio tenía forma de triángulo isósceles. Estaba escrita en amárico y decía así: ለጥፋታቸው መስዋዕትነት ይከፈላሉ.

Traducido por ella: Serán sacrificados por sus ofensas.

La tercera edificación tenía forma octogonal y su inscripción estaba en dogri y decía así:

मदद स्वर्ग से आ जाएगी

Su traducción decía: 

La ayuda vendrá de los cielos.

El cuarto edificio, de forma oboidal, la inscripción estaba en hebreo y decía así:

הוא יידע כשהוא יראה את זה מגיע מלמעלה

Traducido, ella decía así:

Él lo sabrá cuando lo vea llegar desde lo alto.

Por último, el edificio piramidal que tenía una de las últimas inscripciones en una de las lenguas muertas que ella conocía era en hawaiano y decía así: 

E ʻae ʻia kāu hāʻawi a wehe ʻia ka puka. 

Ella dibujó una sonrisa porque ya sabía para qué era la piedra del colgante.

Su ofrenda será aceptada y se abrirá el portal.

Se fue corriendo hacia Arthur y le dio toda la información.

- Sabía que me vendría bien tu ayuda, preciosa -le dijo dándole un cariñoso beso-. Yo he descubierto otra cosa. Ven, mira esta roca, ¿no le notas nada raro?

-A primera vista no le noto nada.

Él se acercó a la extraña roca y sopló con todas sus fuerzas; la capa de polvo voló por los aires y apareció una serie de grabados que representaban una gran cacería de lo que parecían ser monstruosos seres voladores. 

-Arthur, ¿crees que podemos descubrir qué abre esta piedra? -preguntó ella cabizbaja.

-Estoy seguro de que sí. Mira la formación de las estrellas que aparecen en el grabado. He introducido esa formación de estrellas y la variación aproximada del tiempo, y me ha dado esta fecha 2/6/2050 Es como si nos estuvieran invitando a cruzar el umbral.

El día antes de la llegada durmieron profundamente descansaron y explotaron la isla a las 12 de la noche cuando las estrellas estaban tal y como estaban situadas en el grabado aparecio una luz que se fue a situar encima del pedestal y aparecio una figura de luz . Él le ofrecio el colgante y se abrio al fondo de la caverna un portal de singulares proporciones.

La figura de luz se alzó ante ellos, su forma etérea y sus ojos brillando como estrellas. Parecía esperar, como si conociera su propósito. Artur  y Mia intercambiaron miradas, llenas de asombro y determinación.

-¿Quién eres? preguntó él, su voz temblorosa pero firme.

La figura sonrió, y su voz resonó en sus mentes. -Soy el Guardián del Umbral. Vuestro valor y vuestra búsqueda han sido observados. El colgante es la llave que os permitirá cruzar.

Él extendió el colgante hacia la figura. -¿Qué hay al otro lado?

- Un mundo olvidado, respondió el Guardián. - Un lugar donde los sueños y las pesadillas se entrelazan. Donde los antiguos dioses aún caminan y los secretos ancestrales aguardan. Pero también es un mundo en peligro, y vuestra llegada podría cambiar su destino.

Ella tomó la mano de Artur. -¿Por qué nosotros?

- Porque sois los elegidos”, dijo el Guardián. “Vuestra unión, vuestra valentía y vuestra curiosidad son necesarias. El colgante os guiará a través del portal, pero una vez allí, deberéis tomar decisiones que afectarán a ambos mundos.”

Artur miro a Mia.  “¿Estás lista?”

Ella asintió. “Lo estamos.”

El Guardián extendió sus manos hacia el portal. “Que vuestro viaje sea bendecido. Y recordad: no todo lo que brilla es oro en el otro lado.”

El colgante comenzó a brillar intensamente, y el portal se abrió ante ellos. Sin dudarlo, tomaron aliento y cruzaron el umbral. La luz los envolvió, y sintieron como si sus cuerpos se deshicieran en partículas de energía. El mundo que conocían se desvaneció, y el nuevo mundo se materializó a su alrededor.

M. D. Alvarez