domingo, 12 de enero de 2025

Fulgurita.

Aquella formación era el resultado de haber recibido un rayo; aquel rayo había sido dirigido por el dedo de Dios para bendecir al nuevo dominador de los relámpagos. La figura de fulgurita era la más grande y hermosa de todas las que habían aparecido por todo el mundo.

Su designio fue vaticinado con tormentas apocalípticas que cercaban su ubicación, donde la portadora del trueno nacía.

La fulgurita, con su forma retorcida y cristalina, se alzaba como un símbolo de poder y misterio. Los aldeanos la veneraban, creyendo que poseía la esencia misma de la electricidad.

Aquel niño pequeño podía dirigir los rayos; los aldeanos lo reverenciaban como el portador del rayo. Sobre su cabello desgreñado se formaban chispas que parecían danzar sobre él.

Cuando alcanzó la mayoría de edad, podía controlar todo tipo de fenómenos atmosféricos y podía descargar toda la energía en unas dinamos eléctricas que convertían en energía continua.

M. D. Álvarez 

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