Eddin Ben Jafer vive en la aldea de Sinnüris, al sur de El Guiza, junto a la antigua ciudad de Tikupaht*.
Tiene la tez morena, ojos castaños y pelo negro azabache. No es rico, pero posee un puesto de perfumes en el mercado de Al Jizah, que le da para vivir y alimentar a su mujer Amina y a sus dos hijos Yacub y Abdullah.
Profesa la religión musulmana y todos los días se dirige a la máschid*, de la gran ciudad de Al Fayyüm.
Un día cuando se encontraba orando, oyó una voz que le decía:
- Eddin debes peregrinar a la ciudad santa de Makkah*, debes realizar la Hichra*.
Eddin se sintió desplazado a otro lugar, pero cuando se dio cuenta, estaba en la misma máschid de Al Fayyüm. Sorprendido, miro a su alrededor, para ver quien le había hablado. Al no ver a nadie, salvo a los allí orantes y al muecín que no hicieron ademán de haberle dirigido la palabra. Volvió a su casa, donde le contó a su mujer Amina, lo que le había pasado y esta a su vez le contó que había tenido un sueño muy extraño. En el que Eddin se encontraba ante la Kaaba*, que ya no era negra, sino que irradiaba un gran resplandor de luz, que hacia fulgurar a toda la Makkah.
Eddin se decidió por fin; realizaría el gran viaje a la ciudad santa de los musulmanes. Tenia que ver la Kaaba, para saber que significaba el sueño de su esposa y aquella voz.
Pero para tan larga peregrinación necesitaría mucho dinero, así que la pospuso para el próximo año. Que seria el año mil de la era musulmana y seria el mas adecuado para realizarla, ya que asistirían miles, quizás millones de peregrinos y el seria uno de ellos.
* Mirar glosario al final
Eddin trabajó arduamente en su puesta de perfumes de la ciudad de Al Jizah, trabajaba noche y día en la creación de nuevos perfumes que agradasen a su clientela, pues sabia que eran personas importantes y pagarían lo que fuera por un buen perfume de rosas, lirios o azucenas. Los suyos eran los mejores de todo el mercado y los alrededores, ya que cuando Eddin trabajaba, ponía todo su empeño en conseguir nuevas esencias mucho más fragantes y frescas.
Una vez ahorrado lo suficiente, para realizar la hichra, comenzó los preparativos para partir hacia la ciudad de Al Madïnah*.
La primera jornada realizo la travesía de Sinnüris a Al Qahirah*, en cuyo mercado compro las provisiones necesarias para emprender las siguientes jornadas.
En la segunda y tercera jornada, cubrió la distancia que separa Al Qahirah de An’ Nakhl, en el istmo del Sinä’. Durante estas dos jornadas todo fue muy tranquilo o incluso algo aburrido.
Sólo a partir de la cuarta jornada comenzó a cruzarse con peregrinos que volvían de Makkah, pero estos no cumplían con la ley no realizaban la peregrinación en el último mes del año musulmán
Atravesó el Sïnä’con una caravana, que venia desde Al Khartü, una ciudad nubia muy apegada a la religión musulmana. A la cabeza de la caravana iba el efendi* Jabal Ben Sahrä, que le permitió acompañarles hasta la ciudad de Al Madïnah, con la posibilidad de emprender otra travesía hasta la ciudad sagrada de la Makkah.
Eddin se sintió muy complacido, por el ofrecimiento del efendi Jabal, ya que no se presentaría otra oportunidad de ir seguro hasta la Makkah. Según había oído otros peregrinos no habían tenido tanta suerte habían sido recogidos por otras caravanas que los golpearon y robaron, dejándoles tirados en pleno desierto sin ropas y sin víveres
Pero el efendi, era un ferviente creyente, que cumplía con la ley del Qáraa al pie de la letra también practicaba las Columnas del Islam* y sabia que todo peregrino es un creyente ducho en el Qáraa*.
Durante la octava jornada acamparon en Tabük, tras un día de viaje agotador. Al realizar la oración de medianoche, sintió lo mismo que en la máschid de Al Fayyüm, de nuevo esa voz que le martilleaba en su cabeza.
- “Eddin, tu serás llamado por todos mis hijos, Yálah Ben Jeper*, el nuevo Mahdí*. Pero antes deberás besar la Kaaba, sólo cuando la hayas besado sabrás lo que quiere significar tu nombre. No deberás decirle a nadie, nada de lo que te he dicho”.
El efendi, agradecía la buena disposición de Eddin, para poner en práctica una de las muchas costumbres musulmanas.
Todas la noches tras la oración del anochecer, se sentaban ambos al amor de la lumbre, y discutían sobre los preceptos del Nabí* Muhámmad* y de las vicisitudes de la creación.
Estas discusiones, duraban hasta altas horas de la madrugada, tras las cuales Eddin se tumbaba bajo las estrellas, observando el cielo raso cuajado de estrellas y se preguntaba cual seria su origen.
Al igual que muchas otras veces, en el transcurso del viaje, se había preguntado, la razón de que aquella voz le hablase a él. Pero las respuestas se le escapaban, cuando se quedaba profundamente dormido.
Entre Qal’ at al Mu’ Azam y Ad Där al Hamrä, en el wadhih* de Qalibath, la caravana fue atacada por los temidos bedaui*, pero estos se encontraron con una escolta magníficamente arengada por el efendi Jabal, que combatía como un tigre, gracias a su valor los bedauis fueron vencidos,
Estos, eran una de las tribus nómadas, que pueblan el desierto. Son el terror de peregrinos y caravanas, que se aventuran solos en el desierto. Son sanguinarios y crueles, todos aquellos que caían en sus manos, no volvían para contarlo, ya que desaparecían en el desierto, quizás asesinados o muertos de insolación o hambre,
El resto del viaje transcurrió sin contratiempos el efendi y Eddin se apreciaban mutuamente. Una vez en Al Madïnah, observo como el efendi daba zakat* a todo mendigo y peregrino hambriento. Eso, a los ojos de Allah*, era un acto de amor y respeto.
Eddin continuo con la misma caravana, que ahora se dirigía hacia la ciudad de At Tä’if, a unos setenta y cinco kilómetros al oeste de Makkah.
A tan solo un día de Makkah se encuentra la ciudad de Jiddah, en cuyas puertas se agolpan millares de peregrinos y pordioseros, que se pelean, por un mendrugo de pan que llevarse a la boca.
Eddin, se hospedo en casa de un familiar del efendi, que lo colmo de comodidades y le vistió con ropas nuevas. Abdul, que así se llamaba, era una buena persona. Permaneció en su casa por lo menos una semana, para descansar de tan largo y agotador viaje.
Pero a Eddin, le resultaba muy pesado, cargar con su persona una familia tan agradable y creyente, además esa semana le pareció una verdadera eternidad, debía partir cuanto antes.
Tenia que cumplir, lo que le había dicho la voz. Así que, se despidió con un fuerte abrazo, de su buen amigo Jabal, prometiéndole pagarle su ayuda, a la vuelta de su visita a Makkah.
Y partió hacia la ciudad santa, que parecía un hervidero de gentes, todas ellas eran peregrinos, como Eddin. Eran como una gran ola, que invadía toda la Makkah e iban en una sola dirección, hacia el Templo de Al-Haram.
Por fin estaba ante el gran templo, en cuyo interior se halla la Kaaba y el Pozo Zamzam. Todo ello cubierto, con un pabellón de seda negra.
Según cuentan las tradiciones musulmanas, la Kaaba fue edificada por Adán y reconstruida, tras su destrucción por el diluvio, por Abraham. También ciertas leyendas nos dicen, que en el interior de la Kaaba, se hallan las dos lágrimas de Allah y que el pozo Zamzam fue la herida que le causaron los hombres cuando se apartaron del buen camino.
Al fin, Eddin se encontraba ante el pabellón de seda negra, ante su destino y se encamino hacia el. Según se iba aproximando, sentía que sus piernas se negaban a seguirle, pero debía hacerlo, así que se armo de valor y fue realizando las siete vueltas alrededor de la Kaaba, al concluir la séptima, se introdujo en el lugar mas sagrado del Islam.
Cuyo interior estaba bañado de un resplandor, que procedía del interior de un receptáculo. La habitación se encontraba lujosamente ornamentada, con filigranas en plata, sobre un fondo de oro bruñido, rociado de perlas negras.
En el centro de del receptáculo, se encuentran los dos objetos de culto, mas venerados de todo el Islam. Las dos Lágrimas de Allah. La Piedra Negra y la Piedra Blanca.
Las dos piedras se encuentran ingrávidas, en el centro del receptáculo, el cual esta primorosamente labrado en oro acrisolado. Nada parecía retenerlas, flotando como dos pompas etéreas.
Eddin no podía distinguir sus formas, porque irradiaban un resplandor, que cegaba a todo el que entraba en la Kaaba, por eso, todos lo peregrinos besaban la piedra negra, porque no veían la blanca.
Eddin, se acerco protegiéndose; los ojos con el brazo, y besó primero la piedra blanca, después la piedra negra. Al contrario, de cómo lo venían haciendo los demás peregrinos, que solo besaban; la Piedra Negra.
Tras besarlas, la habitación se fundió en una luminosidad tan cegadora, como el crisol, que no cesaría jamás. Al fin había ocurrido lo anunciado por los Nabí tiempo atrás, mucho antes que la llegada del Nabí Muhámmad, que también lo anuncio.
-“Llegara un día, en el que un peregrino soñador bese las dos piedras. Su amor hacia Allah, será tan grande y profundo, que iluminara a las naciones enteras, los que la vean, no podrán apartar su vista de ella y la seguirán donde esta les lleve. Su luz partirá desde el corazón de Allah, que estará en la Kaaba. Todos los pueblos se unirán, en torno al nuevo Mahdí, que predicará la paz entre los pueblos y el amor eterno a Allah. Su nombre será Yalah Ben Jeper y sus fieles, vendrán de todos los confines de la tierra, serán tan numerosos como estrellas pueblan el cielo, pero el más humilde de sus fieles será un efendi venido de las oscuras tierras de Nubia. El cual dará su fortuna, a los pobres necesitados hijos de Allah, convirtiéndose, en el mas humilde y amado de los siervos de Yalah”.
La vida de Yálah, transcurrió pacifica, fue un magnifico padre. A su muerte le sucedió su hijo Yacub, el primogénito, al cual había inculcado, con mucho amor la creencia de que Allah, es el dios de todos los pueblos, solo que unos lo conocen con uno u otro nombre, pero al final, son todos uno.
Yalah murió en el mes de Duhiya, el mes de la pascua grande, a la edad de 199 años, junto a el estaban sus treinta y tres hijos, sus tres esposas, entre ellas la primera, Amina su favorita, también el mas humilde de sus fieles, Jabal recibió la bendición del nabí.
Aquí termina la historia del peregrino soñador, que un día hizo caso de una voz y se convirtió, en el nuevo Nabí, de los hijos de Allah.
Glosario
Traducción de términos árabes y algunos significados:
Tikupaht: Casa de Phat. Menfis.
Máschid: Mezquita. Adoratorio.
Makkah: La Meca.
Hichra: Hégira. Huida. Peregrinación a la Meca.
Kaaba: Caaba. Cubo o caja.
Al Madïnah: Medina. La ciudad.
Al Qahirah: El Cairo. La Victoriosa.
Efendi: Señor.
Qáraa: Corán. Proclamar, pregonar, leer.
Islam: Salvación.
Columnas del Islam: Cinco reglas que han de cumplir todo buen musulmán y son las siguientes:
Shahada: Afirmación que se recita en ocasiones especiales: “No hay mas dios que Allah; Muhámmad es el enviado de dios
Sala: Son las cinco oraciones realizadas a lo largo del día.
Sawm: Ayuno realizado en el mes de Ramadán.
Zakat: Limosna dada a los pobres.
Hichra: Mirar significado arriba.
Yálah Ben Jeper: Hijo de Allah, el que hace renacer el Sol.
Mahdí: El guiado por Dios.
Nabí: Profeta.
Muhámmah: Mahoma.
Wadhih: Oasis.
Zakat: el significado aparece en las Columnas de Islam.
Allah: El Único.
M.D. Álvarez