jueves, 31 de julio de 2025

Lucha por él.

Hacía días que no sabía nada de él y eso la preocupaba. Su carácter, forjado en el crisol de dos gigantes azules, lo volvía incontrolable, pero ella lo conseguía manejar. Por eso, cuando llevaba varios días sin dar señales de vida, supe que algo le había pasado.

El cielo se oscureció, y un viento helado comenzó a soplar desde las montañas. Ella sintió un escalofrío recorrer su espalda, como si el mismo universo le susurrara que algo terrible estaba por suceder. Decidida a encontrarlo, se armó con su espada ancestral, aquella que había heredado de sus antepasados, y emprendió el camino hacia el Valle de las Sombras, un lugar donde pocos se atrevían a aventurarse.

A medida que avanzaba, los árboles parecían inclinarse hacia ella, susurrando secretos olvidados y advertencias de peligros inminentes. Pero su determinación era inquebrantable. Sabía que él estaba en algún lugar, esperando ser rescatado de las garras de la oscuridad.

Al llegar al valle, un rugido ensordecedor resonó en el aire. Frente a ella, una criatura colosal emergió de las sombras, sus ojos brillando con un fuego infernal. Era un dragón, el guardián del valle, y no permitiría que nadie pasara sin una batalla.

Con un grito de guerra, ella desenvainó su espada y se lanzó hacia la bestia. El choque de acero y escamas resonó por todo el valle, mientras la batalla entre la luz y la oscuridad comenzaba. Cada golpe que daba era un recordatorio de su amor y su promesa de protegerlo a toda costa.

Finalmente, con un último y poderoso golpe, logró derrotar al dragón. Exhausta pero victoriosa, avanzó hacia el corazón del valle, donde lo encontró, encadenado y debilitado, pero vivo. Con lágrimas en los ojos, rompió sus cadenas y lo abrazó con fuerza.

"Sabía que vendrías," susurró él, con una sonrisa débil pero llena de gratitud.

"Siempre," respondió ella, con la determinación de quien ha vencido a la oscuridad por amor.

M. D. Álvarez 

miércoles, 30 de julio de 2025

Al filo de la vida.

Su curiosidad lo llevó a examinar todos los baños hasta encontrar a su amigo tirado al lado de la taza del inodoro, con la aguja clavada.

—Dios, Allen, ¿qué te está haciendo? —exclamó, sacando la aguja del brazo.

—¡Lo he encontrado! —gritó al resto de amigos que lo buscaban.

Llegaron con naloxona; el efecto fue casi instantáneo. Cuando despertó y los vio a todos allí, sintió un profundo desprecio por su vida. No quería seguir viviendo y menos sabiendo que la había perdido para siempre; solo buscaba la manera de abandonar este mundo.

—Si lo que deseas es matarte, toma, aquí tienes mi arma —le dijo, ofreciéndole su revólver Magnum de 9 milímetros.

Allen se dispuso a tomar el arma cuando su amigo le dijo:

—Pero piénsatelo muy bien, no solo tú la perdiste, y no por eso estamos buscando la muerte.

Allen quedó pensativo y devastado por las palabras de su amigo; ella también los dejó a ellos.

Pospuso sus ganas de morir por la opción más acorde: honrar la memoria de su pareja.

M. D. Álvarez 

martes, 29 de julio de 2025

Negligencia.

Se sentía culpable; había sido negligente con sus armas. Dejó, por un despiste, su escopeta recortada sobre su banco de trabajo, sin darse cuenta de que su pequeña se había colado en su sanctasanctórum, donde guardaba todas sus armas: nunchakus, shuriken, gran cantidad de bōs, sais, puños americanos, katanas, sables de doble filo, dagas de todo tipo y las armas de fuego. 

Cuando se volvió y vio a su pequeña con aquella recortada, que era casi tan grande como ella, no le dio tiempo a reaccionar. Oyó un sonido hueco y su pequeña, antes risueña, ahora tenía un semblante aterrador. Corrió hacia su padre, que en aquellos momentos caía malherido. 

La pequeña llamó con lastimero llanto a su mamá, que, como una pantera, la recogió del lado de su padre, que yacía agonizando.

La madre, con lágrimas en los ojos, abrazó a su hija y le susurró que todo estaría bien. El padre, con su último aliento, acarició con su mano ensangrentada la mejilla de su pequeña que lloraba desconsolada. 

La pequeña, aún asustada, prometió nunca más tocar las armas. Las dos, rotas por la tragedia, dedicaron su vida a honrar la vida de su padre, un valiente y heroico guerrero.

M. D.  Álvarez 

lunes, 28 de julio de 2025

Ragú napolitano.

La receta mejor guardada era aquella que su abuela le dio: su famosa receta de ragú napolitano, cocinado a fuego muy lento, a base de buey, a poder ser cazado con nuestras propias manos, despiezado y cortado en pequeños dados. 

La cocción puede ser muy larga, de hasta seis horas, todo ello aderezado con verduras salteadas, bañadas con una generosa salsa de tomate casera, como bien decía su santa abuela. 

Y el toque final que le daba un gusto especial, no os lo vais a creer: peras salteadas en un generoso chorreón de un buen chianti. Y no nos tenemos que olvidar de la pasta, siempre de elaboración propia.

Adoraba a su abuela; lo que creo que no le perdonó ella fue que me zampara tan exquisito plato en tan solo 3 minutos.

M. D.  Álvarez 

domingo, 27 de julio de 2025

El corazón del gigante.

Su sangre mestiza y su gran estatura podían poner en fuga a los más arrojados, pero su corazón era generoso y afable. Bueno, eso sí, no se metía con los más débiles y sus amigos, y en especial con una preciosa jovencita que bebía los vientos por él. 

—Algún día tu buen corazón te jugará una mala pasada", —dijo ella tristemente. 

—No soy bueno por naturaleza, pero por mis amigos soy capaz de mover el mundo", —dijo muy serio. 

—Lo sé y te creo capaz, pero tienes que tener cuidado, pues no todos son amigos, —dijo ella tocando su pecho. 

—Lo sé, pero me resulta complicado dejar de defender a los más pequeños."

—No digo que no los defiendas, solo digo que algunos de esos no necesitan que los defiendan; se pueden defender solos —dijo ella con cariño.

—¿Y a ti te puedo defender? —preguntó curioso.

Ella se echó a reír con una risa cantarina y le dijo: —Tú puedes defenderme cuando quieras —gigante mío.

M. D. Álvarez 

sábado, 26 de julio de 2025

Lazos de confianza.

—No te soltaré, le dijo para tranquilizarla mientras ella se asomaba a aquel barranco. No sabía cómo se había metido en aquella situación; a ella no le gustaban las alturas y estaba a punto de descender el barranco más complicado de todos. Por suerte para ella, él era su instructor y podía confiar en él. Celebraban su vigésimo quinto cumpleaños y quería celebrarlo con algo que nunca había hecho. Ella lo miró y se dio cuenta de que él estaba sonriendo. 

—No sabía que te daban miedo las alturas —dijo con una encantadora sonrisa.

—No, no me dan miedo —dijo ella y comenzó a descender en rápel. A mitad de camino, se percató de que no había inspeccionado el cierre de seguridad del anclaje y se puso tensa. Él llegó a su altura y le preguntó:

—¿Todo bien?

—Creo que no he inspeccionado el cierre de seguridad del anclaje.

Él tomó su cuerda y la enganchó a su arnés de seguridad. Los dos terminaron de descender hasta el final del barranco. Ella estaba nerviosa; había cometido un error de principiante..

—No te preocupes, no te ha visto nadie —dijo él, viendo la cara de preocupación—. Además, a mí me pasó lo mismo la primera vez, pero no tuve a ningún instructor que me ayudara y caí desde una altura de 10 metros; me rompí la pierna por tres sitios —dijo, desenganchando el el mosqueton de sujeción de su arnés.

M. D.  Álvarez 

viernes, 25 de julio de 2025

Adorable sonrisa.

Sus enigmáticos ojos azules le daban un aire de misterio que él sabía explotar con las jóvenes que se le acercaban a pedirle una foto con ellas. Pero no sabía que había despertado una pasión irrefrenable en una joven que lo seguía a distancia y se moría de celos cuando una jovencita se acercaba a él solicitando sus favores, que despachaba con educación y delicadeza. 

Un buen día, se armó de valor, se acercó a él, le tocó en el hombro y le dijo: 
—Disculpame, ¿te puedo invitar a tomar algo?—.dijo ella roja de vergüenza 

Él se volvió y, al verla, le dijo con una hermosa sonrisa:  
—Ya has tardado; llevo esperando una eternidad a que te decidieras. Te había visto observándome hace unos días y, al ver que no te decidías, quise darte más tiempo. Nos vamos —dijo, dejando con caras de cariacontecidas al grupito de chicas que cuchicheaban sobre él.

M. D. Álvarez 

jueves, 24 de julio de 2025

La caza nocturna del cazador oculto.

Cuando le cambiaron el desayuno por un trozo de carne, se dio cuenta de que lo habían descubierto en una de sus cacerías nocturnas. Solo su naturaleza irracional salía a flor de piel; todas las noches cazaba para alimentar a su lado brutal. Durante el día, su naturaleza dócil y mansa lo mantenía sumido en un letargo controlado. No debía mostrar su brutalidad de día, pues ella lo vería de forma aterradora. 

Así que retiró aquel pedazo de carne y se sirvió un buen bol con cereales y leche. Tenía que descubrir quién lo había descubierto, así que lanzó una mirada furtiva a todos los allí presentes y solo halló a uno que lo miraba fijamente. 

Estaba sentado en una mesa del fondo, se dirigió hacia la mesa, separó una silla con la pierna y se sentó, dejando el bol sobre la mesa. El individuo se sobresaltó al verlo acercarse y sentarse en su mesa.

—¿Qué pretendes? —siseó, conteniendo su furia.  

—No comprendo —dijo, mirando al camarero como pidiendo ayuda..

Sé que le has dicho al camarero que me pusiera un trozo de carne, dijo con furia mal contenida, y quiero saber por qué. 

Está bien, está bien, te vi el otro día en el parque; tu transformación fue brutal, dijo aquel pobre diablo. Tengo prueba: te filmé con mi móvil. 

Verás, si viste mi transformación, sabrás que no puedo dejarte vivir si no me entregas el video y lo borras. 

Vale, vale, aquí tienes mi móvil, y ahora estoy borrando de la nube y de la memoria del móvil el video. Cuando aquel individuo borró todos los archivos y le entregó el móvil, él lo destrozó, estrujándolo con su mano derecha. 

—Ahora será mejor que desaparezcas, porque si te vuelvo a ver por aquí, no me hago responsable de mi yo brutal. Está claro —dijo entre dientes.

El personaje se levantó y se fue. Tenía un disco externo donde había guardado el video. Él sabía que debía encontrar todos los archivos, así que lo siguió a distancia. Lo vio meterse en un coche y abrir la guantera; allí estaba el dispositivo de almacenamiento. Rompió la ventanilla y jaló al individuo, que, asustado, se orinó encima. 

—¿Qué te había dicho? —dijo, dejando salir su naturaleza salvaje—. Espero que no haya más copias. 

—No, no, no las hay. Aquí está todo —se retorcía, asustado; sabía que si le mentía, lo iba a despedazar. 

Cogió el disco duro externo y lo destrozó. Le pidió la cartera y se la entregó. 

—Ahora sé quién eres y dónde vives. Si veo alguna imagen o fotografía mía en cualquier lugar, sabré que has sido tú y no tendré piedad contigo, ¿está claro? —rugió.

M. D.  Álvarez 

miércoles, 23 de julio de 2025

La ira del protector 3ra parte.

Él volvió a crear otro portal multidimensional, pero con parte de la energía de la criatura, así el portal lo llevaría a la ubicación donde se encontraba la fuente de poder de aquella criatura. Había estado entrenando con su equipo; ella le había dotado de un brazo biónico que se adaptó perfectamente a su cuerpo. Su velocidad y potencia de ataque lo convertían en un gran líder. 

Antes de atravesar el pasaje, les dio las instrucciones; ella debía colocar la carga de demolición, era una avezada artificiera. Una vez que el resto del grupo localizara la fuente de energía, él se las apañaba atrayendo a las bestias que hubiera al otro lado del portal. 

Él cruzó primero y se llevó por delante a cuatro monstruos, reduciéndolos y apresándolos con grilletes energéticos.

Después, atrajo a otros diez, alejándonos de la entrada del pasaje. Su equipo aprovechó y entró; comenzaron a explorar la gran sala. Al cabo de 2 minutos, habían detectado la fuente de energía. Se encontraba en un gran artefacto. 

Ella se encargó de instalar la carga explosiva, miró a ver si tenía controlados a los diez sujetos y lo avisó para que la recogiera y salieran. Él acudió y la recogió, avisó al resto del equipo que se dirigía al portal, cruzando en el momento de la explosión.

M. D. Álvarez 

martes, 22 de julio de 2025

La perdición.

Como iba a saber aquella pequeña hormiguita que aquel líquido viscoso era el aglutinante más poderoso de todo el reino animal, un pegamento tan férreo que ni la física lograría despegarlo. 

Pero, para desgracia suya, era una exploradora y tras ella vendrían el resto de obreras, que quedarían inexorablemente atrapadas junto a esa pequeña exploradora. Solo faltaba que, tras las obreras, llegaran los soldados y, tras los soldados, llegara la corte con la reina. 

Sería el fin de su reina, pobre exploradora; sobre ella ha caído la perdición de su reina. Si tan solo se hubiera desviado un poco, no estarían en aquel atolladero.

M. D. Álvarez 

lunes, 21 de julio de 2025

La impronta.

Su pelo suave cubría todo su cuerpo. Ella deseaba seguir acariciando a aquel lobo enorme que dormía a sus pies. Era su mascota; se la regaló un buen amigo. Lo recibió cuando era tan solo un cachorro, lo cuidó y mimó, y aquel pequeño cachorrito fue creciendo en tamaño y bravura. Tan solo le permitía el contacto con su dueña al joven que se lo regaló. Extendía la mano para que lo reconociera por el olor; el resto se espantaba y volvía saltando junto a su dueña.

"Vamos a tener un problema", dijo el joven.

"¿Por qué?" preguntó con una mirada pícara.

"Espera fuera", le ordenó ella. El lobo se quedó fuera con cara de no entender nada, pero obedeció.

En la habitación, ella se había decidido; por fin, él era un joven encantador y bien parecido. Él sería el adecuado y su lobo lo respetaba. Se amaron apasionadamente, con mimo y ternura, hasta que el amanecer los despertó. Abrió la puerta y vio a su lobo dormido. Dulcemente acarició su cabeza y descubrió que llevaba un tatuaje en el interior de la oreja, el mismo que su amigo lucía en el hombro. Se giró y lo vio dormido, y sobre su hombro había una cabeza de lobo plateado. Supo desde un principio que lo respetaba por la impronta; él había sido su dueño desde que nació y se lo regaló a ella para protegerla.

M. D. Álvarez 

domingo, 20 de julio de 2025

Bajo la sombra de una sombrilla.

Siempre había sido un chico tranquilo, cortés y educado. Vio cómo aquella jovencita intentaba clavar la sombrilla sin mucho éxito y se dirigió hacia allí.

—¿Te puedo ayudar? —preguntó con delicadeza.

—Sí, muchas gracias —dijo ella sin levantar la vista.

Cogió el palo, lo alzó sobre su cabeza y, de un golpe, lo clavó. Ella, sorprendida, le dio la parte de la sombrilla; él la colocó y se dirigió a su toalla. Ella estaba anonadada, igual que los playitas de alrededor que cuchicheaban. Ella cogió uno de los bocadillos que había preparado para pasar el día en la playa y se dirigió hacia su toalla.

—¿Quieres? Tengo de sobra.

Él la miró y aceptó; aquel bocadillo tenía una pinta estupenda y él tenía un apetito voraz. Ella, asombrada, le ofreció un sitio al lado de su sombrilla.

Él aceptó, cogió su toalla, la bolsa con su ropa y su tabla de windsurf, y se situó a su lado. 

—¿Te gusta el windsurf? —preguntó, mirando la tabla tan espectacular que tenía.

—Sí, me gusta cabalgar las olas; es una Sarki 2022.

—¡Vaya! Siempre he querido probarlo —respondió ella con entusiasmo.

—Podemos intentarlo más tarde, si quieres —ofreció él, sonriendo.

Ella asintió, emocionada por la idea. Mientras compartían el bocadillo, comenzaron a hablar de sus intereses y sueños. La conexión entre ellos crecía con cada palabra, bajo el cálido sol de la playa.

M. D. Álvarez 

sábado, 19 de julio de 2025

Las alas rojas, de Khadher .

Aquella tierra roja y agreste era la única que sus pies podían tocar. A pesar de ser baldía, era lo suficientemente resistente como para soportar sus bravos pies. Él era una criatura salvaje y agreste, como la tierra que pisaba. Fue desterrado a aquel mundo rojo e inhóspito para que se olvidara de su reciente leyenda. 

Era uno de los aguerridos hijos de Urhuliat y Behisoriel, el último de su estirpe. Sus otros hermanos sucumbieron a las cruentas guerras entre los paladines, siervos de Ghrajael, el usurpador, que secuestró a sus amados padres y ordenó asesinar a sus siete hermanos en salvajes guerras contra las criaturas más horrendas jamás vistas en su amado mundo, ahora esclavizado por el tirano Ghrajael..

El joven Khadher comprendió a las duras las intenciones del traidor: al retener a sus padres, se guardaba un as en la manga. Si intentaba levantarse contra él, los mataría de la forma más cruel. Así que se sometió y fue desterrado a aquel mundo de tierra roja y baldía. Lo que no tuvieron en cuenta es que en su naturaleza la palabra rendición no existía; su fortaleza era el amor hacia sus padres y no permitiría que sufrieran daño alguno.

Fue fortaleciendo sus músculos, sus huesos, todo su cuerpo, hasta lograr un potencial inimaginable e inigualable. Y cuando estuvo preparado, se trasladó a su mundo, fuera de las miradas de los aterradores paladines de Ghrajael.

Debía atraerlos sin levantar sospechas, así que prendió una pequeña hoguera y atrajo a siete paladines que no comprendían cómo en aquel paraje había alguien que había violado el toque de queda ordenado por el gran Ghrajael. Vieron un cuerpo tendido frente a la hoguera y se lanzaron los siete a por él. 

Justo cuando los siete atacaron el cuerpo, Khadher tiró de la red que cuidadosamente había cubierto bajo el cuerpo. Los paladines, azorados, profirieron maldiciones contra el joven que, de un soberano golpe, los fulminó sin ninguna clemencia. Recordaba las lágrimas de su madre al escuchar las noticias del fallecimiento de sus siete hijos; no merecían clemencia. 

Recogió la red y desplegó sus hermosas alas rojas. El único lugar por donde Ghrajael no se espera que lo ataquen es por el aire. Se elevó sin esfuerzo y, en tan solo dos golpes de sus portentosas alas, estaba sobre el palacio de sus padres. 

Conocía los pasadizos y pasillos menos transitados, así que descendió y transitó por los pasajes secretos hasta las mazmorras, donde sus queridos padres lloraban la pérdida del único hijo que les quedaba. Sus caras reflejaron la inmensa alegría al verlo sano y salvo. 

Desencajó las rejas de los calabozos donde se encontraban sus padres y, a los opositores a Ghrajael, les ordenó que se ocultaran en los pasajes interiores. A sus padres los sacó, sirviéndose de sus potentes alas, y los depositó en una granja donde el granjero los recibió con amabilidad.

Al regresar al palacio, halló al tirano durmiendo a pierna suelta. A su lado, descubrió que había una chiquilla que, con ojos desorbitados, lo observaba. Él, con un gesto magnánimo, la sacó con cuidado de la habitación y le dijo que volvería a su hogar. 

Ella le respondió, con un hilo de voz: "Tanto he cambiado que no me reconoces". 

Se volvió y la miró atentamente; entonces se dio cuenta de quién era aquella chiquilla: era su hermanita pequeña.

Su furia fue en aumento; la apartó delicadamente y cerró la puerta. Lo que ocurrió en aquella habitación no puede ser narrado, pues su ira se desató tan salvajemente que no quedó nada de aquel violador, tirano y asesino de casi toda su familia.

M. D. Álvarez 

viernes, 18 de julio de 2025

El desfiladero de Fhrielhar.

Aquel estrecho dentado era el lugar idóneo para una emboscada. Un grupo de tres guerreros y su líder sería suficiente para bloquear la invasión; sus bombas de azufre los asfixiarían sin contemplaciones. 

Los que lograran pasar serían derrotados por su furibundo líder; él solo se bastaba para terminar con una guarnición entera. ¡Que serían unos miles! Si con su sola presencia era capaz de poner en fuga a todo un ejército de nhailon.

Su sangre guerrera lo hacía prácticamente invulnerable; su equipo lo sabía y seguía sus órdenes a pies juntillas, sin replicar. Siempre los había sacado de todos los atolladeros en los que se metían.

Su imponente apostura reflejaba la determinación de su amistad hacia su equipo y la ciudad que protegían. Jamás permitiría que cruzara ningún ejército los afilados dientes del desfiladero de Fhrielhar.

M. D. Álvarez 

jueves, 17 de julio de 2025

El viajero de las llamas.

¿Cuál creéis que es su habilidad? Con una chimenea y cinco troncos, era capaz de crear un portal con esas dos cosas. El portal no sabía a dónde lo llevaría; solo podía esperar que lo llevara a su hogar, junto a ella. Y si no era así, lo volvería a intentar, así hasta encontrar a su reina. 

Su separación fue un accidente que él no pudo advertir y fue succionado por un portal oscuro. Ella se quedó esperándolo; sabía que él crearía los portales necesarios para volver junto a ella. 

Aquel pasaje parecía ser prometedor, y se lanzó a las llamas. Atravesándolas, llegó a una habitación levemente iluminada por unos candelabros cuyas velas parecían estar a punto de extinguirse. Al fondo, había una cama rústica en la que dormía plácidamente alguien. 

Él se aproximó sigiloso y la vio profundamente dormida. Por fin había regresado junto a su dulce pareja.

M. D. Álvarez 

miércoles, 16 de julio de 2025

Lo son todo para él.

Acababa de nacer su primer hijo; era un padre orgulloso y sentía una alegría desbordante. Ella se sentía dichosa, adoraba hacerlo feliz y sabía que, cuando saliera del hospital, le tendría dispuesto un gran festejo con sus amigas y amigos.

Mientras tanto, en la habitación del hospital, el bebé dormía plácidamente en su cuna, ajeno a la emoción que había provocado su llegada. Los padres de ella y sus abuelos, con lágrimas de felicidad, no podían dejar de admirar al pequeño. Él estaba solo en el mundo; sus padres y sus abuelos habían fallecido ya hace mucho tiempo. Ahora ella y su primer hijo lo eran todo para él.

Los amigos y familiares empezaron a organizarse para el gran festejo, cada uno aportando su granito de arena. La madre, aunque cansada, no podía dejar de sonreír al ver a su esposo tan feliz. Sabía que este era solo el comienzo de una nueva y maravillosa etapa en sus vidas, llena de amor, risas y momentos inolvidables.

M. D. Álvarez 

martes, 15 de julio de 2025

Laureado

La personalidad de él lo hacía ser valiente, aguerrido y osado; solo lograba controlar su genio cuando la persona que más quería se dirigía a él.

Entonces, su valor y coraje se convertían en nerviosismo y desasosiego, y ella lo sabía. Conocía su debilidad por ella y eso le acarrearía dificultades, pero también conocía su bravura.

Tantas veces laureado por su valor en el combate, se merecía que ella lo ayudara a perder esa timidez con ella.

Cuando estaba de maniobras, sintió que algo iba mal. No lo percibía, no lograba visualizarlo, hasta que uno de sus compañeros, con la cara desencajada y visiblemente apenado, le entregó una bolsa. No podía creerlo: habían derrotado a su aguerrido y valeroso compañero.

Cuando abrió la bolsa, se horrorizó; su magna cabeza yacía a sus pies, seccionada salvajemente por los esbirros con los que tantas veces había combatido.

@M. D. Álvarez

lunes, 14 de julio de 2025

Una Violet Carson.

Su dedicación a aquel pequeño jardín se debía a que la conoció observando las rosas Violet Carson, que su madre había hibridado: de una rosa poco común del té híbrido rojo 'Mme Léon Cuny' y la floribunda naranja 'Spartan', consiguiendo la maravillosa rosa Violet Carson, convirtiendo aquel hermoso y coqueto jardín en un delicado lugar donde los enamorados se reunían a declararse su amor. 

Él la sorprendió regalándole una arrebatadora rosa Violet Carson. Ella se había fijado, antes de entrar, en el mimo con el que las trataba; limpiaba las hojas muertas y las malas hierbas no crecían a su alrededor. Aceptó con una sonrisa tímida la flor que él tan amablemente le regalaba.

Ella, con la rosa en la mano, sintió cómo su corazón latía más rápido. Sus miradas se encontraron y, en ese instante, supieron que algo especial estaba naciendo entre ellos. Pasearon juntos por el jardín, hablando de sueños y esperanzas, mientras el sol se ponía, tiñendo el cielo de tonos rosados.

M. D. Álvarez 

domingo, 13 de julio de 2025

El fuego de la pasión.

Cuando estaba con ella, sentía un fuego arrollador que lo abrasaba por dentro. Desprendía una ola de calor cuanto más cerca estaba de ella, y lo percibía cuando estaba a dos metros de distancia. 

En verano, se mantenía alejado; no deseaba sofocarla, aunque en invierno ella lo buscaba. Sabía que su pasión por ella era ardiente. Le gustaba que, al llegar por la noche, si tenía frío, solo tenía que acurrucarse a su lado y besarle. Él la abrazaba con ternura y sentía cómo su fuego prendía su corazón.

El fuego que ardía entre ellos era más que una simple pasión. Era como si sus almas estuvieran entrelazadas en una danza eterna de calor y deseo. En las noches frías, él buscaba refugio en sus brazos, y ella lo envolvía con ternura, compartiendo su propio calor para mantenerlo a salvo. 

En una de aquellas frías noches de invierno.
Él sonrió, y sus labios ardieron como brasas. "Porque tú eres mi hogar. Eres la única que puede apaciguar mi fuego sin apagarlo por completo. Eres mi equilibrio."

Así continuaron su danza de amor y fuego, enfrentando juntos las estaciones cambiantes. Ella lo abrazaba con cuidado, sintiendo cómo su corazón latía al ritmo de las llamas que ardían en él. Y él, en sus brazos, encontraba la paz que tanto anhelaba.

La pasión entre ellos no era solo física; era espiritual. Dos almas ardientes, destinadas a encontrarse en medio del frío invierno, buscando calor y consuelo en el fuego que compartían.

Con cada día que pasaba, su conexión se profundizaba. En las noches más gélidas, cuando la escarcha cubría los cristales de las ventanas, ella lo sostenía contra su pecho, sintiendo cómo su propio calor se fusionaba con el de él. Los copos de nieve danzaban afuera, pero dentro de su pequeño refugio, el fuego que compartían era más brillante que cualquier estrella en el cielo.

A medida que el invierno avanzaba, él le reveló más detalles sobre su naturaleza. "Soy un espíritu del fuego ancestral", le confesó una noche mientras se acurrucaban junto a la chimenea. "Nací en las llamas de un antiguo volcán, y mi existencia está ligada a los ciclos de la naturaleza. Solo puedo manifestarme en los momentos más fríos del año, cuando la tierra necesita mi calor para renacer."

Ella lo miró con ternura. "¿Y qué pasa cuando llega la primavera?"

Él suspiró. "En primavera, mi energía se desborda. Siempre he sido un peligro para todo lo que me rodea. Por eso, durante siglos, he buscado refugio en las estaciones más frías, cuando puedo estar cerca de los mortales sin causar daño."

Ella acarició su cabello, sintiendo la suavidad y el calor que emanaba de él. "¿Y yo? ¿Por qué puedo estar cerca de ti sin temor?"

"Porque tú eres especial", respondió él. "Tus emociones, tu compasión, tu amor... todo eso me equilibra. Eres mi ancla en este mundo. Cuando estoy contigo, puedo controlar mi fuego interior y encontrar paz."

Así, su relación floreció en medio de la nieve y las estrellas. Se prometieron amor eterno, sabiendo que solo podrían estar juntos durante los meses más fríos. Pero cada invierno, cuando él regresaba a sus brazos, el fuego que compartían les recordaba que su amor trascendía las estaciones y las limitaciones del tiempo.

Y así, en las noches más heladas, cuando el viento aullaba fuera de su cabaña, ellos se abrazaban con fuerza, alimentando el fuego que ardía entre ellos. Porque, al final, el amor verdadero siempre encuentra una manera de sobrevivir, incluso en los corazones más ardientes y en las almas más misteriosas.

A medida que los años pasaban, su amor se volvía más profundo y significativo. Se establecieron en una pequeña cabaña al borde del bosque, donde las llamas de la chimenea siempre danzaban en sincronía con el latido de sus corazones.

En las noches de verano, cuando él no podía estar cerca debido a su energía incontrolable, ella lo esperaba pacientemente. Le escribía cartas que dejaba en la mesa junto a la ventana, esperando que el viento las llevara hacia él. En esas cartas, le contaba sobre su día, los cambios en el paisaje y cómo anhelaba su regreso.

Él, por su parte, exploraba el mundo en su forma de fuego. Visitaba los volcanes, las auroras boreales y los lugares más remotos de la Tierra. Pero siempre volvía a ella, como si su hogar estuviera en sus brazos.

.En los días más oscuros del invierno, cuando la nieve cubría el mundo exterior, él se convertía en una llama suave y se acurrucaba en su regazo. Juntos, leían libros antiguos y se perdían en conversaciones sobre el significado del tiempo y la eternidad.


En su última primavera juntos, él  le susurró al oído: "Nuestro amor es eterno. Aunque no pueda quedarme contigo para siempre, siempre serás mi hogar".

Y así, cuando llegó el momento de su partida, él se convirtió en una llamarada brillante y ascendió hacia el cielo. Ella lo miró con gratitud y tristeza, sabiendo que su amor había trascendido las limitaciones del tiempo y el espacio.

Y aunque él ya no estaba físicamente a su lado, ella seguía sintiendo su presencia en cada llama que ardía en la chimenea, en cada estrella que brillaba en el cielo nocturno. Porque su amor era más que una pasión fugaz; era un fuego eterno que nunca se extinguiría.

M. D. Álvarez 

sábado, 12 de julio de 2025

El campeón de la noche.

Solo puedo encogerme de hombros y esperar a que oscurezca. Así, se darán cuenta de qué clase de luchador se estaban perdiendo. Aun por su corta estatura, no lo consideraban bueno, pero esta noche se arrepentirán.

 Peleará con su mejor luchador, que, al ver mi corta estatura, se rió en mi cara. Le asesté tres golpes rápidos al hígado y lo tumbé con un gancho de derecha, noqueándolo.

Entonces, ella se fijó en mí con una sonrisa de admiración y me acompañó a casa, pero esta vez como el campeón de la noche. Las noches pasadas quedaron en el olvido; de hoy en adelante, seré su campeón.  

M. D. Álvarez

viernes, 11 de julio de 2025

El ungüento milagroso.

El tarro de cristal contenía un ungüento para cicatrizar las heridas. Debía aplicarse envuelto en unas hojas de plátano a modo de emplasto. El mejunge debía estar en contacto con la herida. 

Él llevaba siempre un botiquín por si ocurría algo, y aquel día todo se torció. Ella cayó en una trampa para osos y se clavó una de las estacas en la parte derecha del abdomen. Por suerte, no afectó a ningún órgano importante. 

Él la sacó de la trampa y le aplicó aquel ungüento en las dos heridas, tanto en la de entrada como en la de salida, pilotando sendas hojas de plátano y vendándosela a continuación. Para cuando regresaron, las heridas ya habían cicatrizado y no había ninguna marca. 

Ella, sorprendida, observaba la zona donde la estaca había atravesado su abdomen y no daba crédito a lo que veía. Él la había transportado en brazos de regreso; eso pudo influir en su rápida recuperación. 

Ella, aún incrédula, levantó la mirada hacia él, sus ojos llenos de gratitud y asombro. "No sé cómo agradecerte," murmuró, su voz temblando ligeramente. Él sonrió, un gesto cálido y tranquilizador. "Lo importante es que estás bien," respondió, acariciando suavemente su mejilla.

Decidieron descansar un poco antes de continuar su camino. Mientras él preparaba un pequeño campamento, ella no podía dejar de pensar en lo sucedido. ¿Qué era ese ungüento milagroso? ¿De dónde lo había sacado? La curiosidad la consumía, pero también sentía una profunda paz al saber que estaba a salvo.

Esa noche, bajo un cielo estrellado, ella se acercó a él, sentándose a su lado junto al fuego. "¿Me contarás más sobre ese ungüento?" preguntó, su voz llena de interés. Él asintió, mirando las llamas danzarinas. "Es una receta antigua, transmitida de generación en generación en mi familia. Siempre lo llevo conmigo, por si acaso."

Ella sonrió, sintiendo una conexión aún más profunda con él. "Gracias por salvarme," dijo, apoyando su cabeza en su hombro. Él la rodeó con su brazo, sintiendo que, a pesar de todo, habían encontrado algo especial en medio de la adversidad.

M. D. Álvarez 

jueves, 10 de julio de 2025

Comandante Randal.

Aquel fue el primer día del resto de su vida como comandante del mejor comando de élite. Le impusieron las insignias y la condecoración al valor por servicios distinguidos ante todos los altos cargos. Se la concedieron por el gran valor demostrado al sacar a todo su escuadrón bajo fuego enemigo de una emboscada. Allí, ante su antiguo escuadrón, le colocaron los galones correspondientes, y su escuadrón se cuadró y lo saludó marcialmente. Al finalizar la ceremonia, se dirigió a la joven cadete recién llegada a su nueva unidad.

—He estado ojeando sus resultados; son de los mejores —dijo él, sabiendo el efecto que ejercía su nuevo rango.

Ella se cuadró y saludó marcialmente al percatarse de con quién estaba hablando.

—Descanse, cadete; tan solo quería darle mi enhorabuena. 

—Señor, sí, señor. Gracias. 

—Puedes llamarme Randal —manifestó él con media sonrisa.

La conversación transcurrió tranquila y sosegada, distendida entre sonrisas.

Randal se despidió con un gesto amistoso. La cadete, inspirada, prometió dar lo mejor de sí misma. Ambos sabían que grandes desafíos les esperaban."

M. D. Álvarez 

miércoles, 9 de julio de 2025

La prometida.

Aquella fantástica mesa estaba repleta de viandas que esperaban ser decoradas por el grupo de jóvenes que se había reunido en torno al ser más maravilloso y etéreo que tenían por amigo. Sus cualidades lo hacían especialmente adorable y atractivo para las jovencitas y para ciertos jovencitos también. 

Él se encargó de preparar con esmero y dedicación aquel fabuloso banquete; tenía algo que anunciar, pero antes los sentó a su mesa, invitándoles a degustar tan deliciosos manjares. Cuando la cena finalizó, él les anunció que se casaba.

Los murmullos se desataron entre los amigos, unos sorprendidos, otros emocionados. las amigas , que habían guardado en secreto su amor por él, sintieron que el mundo se desmoronaba. Sin embargo, permanecieron a su lado, solo querían su felicidad. 

Uno de sus amigos, el bromista del grupo, rompió el silencio con una broma sobre los preparativos de la boda, lo que provocó risas nerviosas y alivió la tensión. Mientras tanto, el protagonista sonreía, ajeno a los sentimientos contradictorios que había desatado. "Quiero que todos estén a mi lado en este nuevo capítulo", dijo con sinceridad. Y así, la velada continuó entre risas y lágrimas. Otro de sus amigos preguntó: "¿Y dónde está la agraciada que te ha echado el lazo?"

"Está al caer," respondió enigmático.

De pronto, alguien llamó a la puerta, y él abrió e hizo entrar a una preciosa pelirroja que se lo comía a besos. "Cielo, tenemos vistas," dijo él, visiblemente emocionado.  
Sus amigos y amigas se morían de celos.

"Chicos y chicas, ella es Andrea Ryan, mi prometida."

"Encantada, es un placer poder poneros cara. ¿A que es un verdadero corderito?" dijo ella, jugueteando con su cabello.

M. D. Álvarez 

martes, 8 de julio de 2025

Ágria Dóntia.

Era la cosita más dulce que ella se había encontrado. "Hola, pequeñín, te has perdido", dijo al cachorrito de lobo. Nublar tenía unos rasguños. "Ven que te curo", dijo ella, extendiendo sus adorables brazos hacia él. 

Él le gruñó, pero percibió que no quería hacerle daño y avanzó renqueante hasta sus blancos brazos. Ella lo cogió con delicadeza y notó que estaba en los huesos. Preparó un biberón que se tragó en dos minutos. "¡Pues sí que tienes hambre!", exclamó, y le preparó otro biberón. "Pero tómatelo despacito". El chiquitín pareció comprender y se tomó el biberón muy despacito, disfrutando; su cola se meneaba de felicidad. 

"Ahora vamos a ver esos rasguños", dijo ella, dejando el biberón sobre la mesa. Su aterciopelada barriguita tenía varios desgarros. "Parece que te hicieron daño, terroncito de azúcar". 

Él lamía las manos de ella cuando intentaba ver su dentadura en su pequeña boca. Sus diminutos dientes habían mordido al atacante. "Pero tú te has defendido. Te llamaré Ágria Dóntia por tu linda dentadura"..

Él se volteó al oír el nombre. "Vaya, parece que te gusta. Esto te va a escoger", le dijo, aplicando agua oxigenada. No emitió ningún quejido; eres un valiente, Ágria Dontia.

M. D. Álvarez 

lunes, 7 de julio de 2025

El amor de un inmortal.

Siempre, al amanecer, desaparecía con sutileza. Nunca los amigos de ella supieron de su relación con aquel inmortal; solo ella lo percibía como una adorable y cautivadora presencia. Él le dejaba hermosas flores en la almohada para que, cuando se despertara, supiera que la quería más que a su vida. Ella dejaba la ventana abierta, aún en invierno; sabía que él no permitiría que pasara frío. Cuando llegaba, la abrazaba cálidamente y la besaba delicadamente; el sabor de sus labios y la delicadeza de su piel lo traían cada noche desde su reino etéreo. Ella temía que sus amigos lo descubrieran y lo atacaran. Sabía que su poder era ilimitado y podía defenderse sin utilizar sus manos, pero no quería que lo atacaran.

Con el paso de los días, el secreto se hacía más pesado para ella. Cada mañana, al despertar, encontraba las flores frescas y el aroma a su inmortal a su alrededor, pero también sentía el peso de la mentira. Sus amigos comenzaban a notarla distante, como si un velo de ensueño la separara de la realidad. La risa que antes compartían se había vuelto un eco lejano.

Una tarde, mientras paseaban por el parque, uno de sus amigos, Lucas, la observó con atención. "¿Qué te pasa? Estás en otro mundo", le dijo con una sonrisa, pero sus ojos mostraban preocupación. Ella solo sonrió y desvió la mirada. Sabía que no podía arriesgarse a que supieran.

Esa noche, decidió hablar con él. Cuando llegó el momento del encuentro, la habitación se llenó de una luz suave y cálida. Él apareció con su habitual elegancia etérea, sus ojos brillando como estrellas. "¿Qué te preocupa, mi amada?", preguntó con voz suave.

Ella dudó un momento antes de confesar: "Siento que mis amigos están empezando a sospechar. No quiero que te hagan daño por mi culpa". Su corazón latía con fuerza mientras esperaba su respuesta.

Él la miró fijamente durante unos instantes, luego tomó su mano entre las suyas. "No temas por mí. Mi amor por ti es más fuerte que cualquier amenaza. Pero entiendo tu miedo. Si deseas protegerme y protegerte a ti misma, quizás debamos encontrar una manera de hacer visible lo invisible".

Intrigada, ella le preguntó: "¿Cómo podríamos hacerlo?"

"Podemos mostrarles que nuestro amor no es algo que deban temer", respondió él con una sonrisa enigmática. "Si confías en mí y en lo que somos juntos, puedo revelarles mi verdadera forma".

El corazón de ella se aceleró ante esa idea. ¿Sería posible? ¿Podría sus amigos aceptarlo? La incertidumbre la llenaba de dudas, pero también había un destello de esperanza.

Finalmente, tomó una profunda respiración y dijo: "Sí, quiero intentarlo". Sabía que era un riesgo enorme, pero estaba dispuesta a enfrentarlo por amor.

Así comenzó su viaje hacia lo desconocido: una promesa de revelación y aceptación que podría cambiarlo todo.

M. D.  Álvarez 

domingo, 6 de julio de 2025

Entre besos y fantasía.

—Te comería a besos, le decía ella. En cuanto llegaba a casa, ella le saltaba al cuello y no paraba de besarlo con pasión y ternura.

—Lo haces siempre y donde menos me lo espero —dijo, correspondiéndola. La cogía por la cintura y comenzaba a besarla con dulzura en el cuello. Eso hacía que ella se derritiera y lo llevara al dormitorio, donde lo empujaba con suavidad sobre la cama y comenzaba a bajarle la cremallera. Metiendo su suave mano, tocaba suavemente su miembro, haciendo que él se excitara sin remedio.

—Siempre lo consigues —dijo él con suavidad, cogiéndola con mimo. La amo y hizo feliz.

El dormitorio estaba iluminado por la suave luz de la tarde que se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor. Ella se detuvo un momento, mirándolo a los ojos con una mezcla de deseo y ternura. 

—¿Sabes? —dijo, mientras sus dedos jugaban con la tela de su camiseta—. A veces creo que estos momentos son lo mejor de mi día.

Él sonrió, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. La tomó de la mano y la atrajo más cerca, sus rostros apenas a centímetros de distancia. 

—Para mí también —respondió, su voz baja y cargada de emoción—. Nunca me canso de esto.

Ella se inclinó hacia él y le dio un beso suave, uno que prometía más que solo pasión. Era un beso lleno de complicidad, como si compartieran un secreto solo suyo. Luego, con un movimiento juguetón, se apartó un poco.

—Pero tengo una idea —dijo ella con una sonrisa traviesa—. ¿Qué tal si hacemos algo diferente hoy?

Intrigado, él levantó una ceja.

—¿Diferente? ¿Como qué?

Ella se mordió el labio inferior, pensando en cómo sorprenderlo. 

—Podríamos jugar a ser otros… personajes por un rato. Algo divertido y fuera de lo común.

La idea le pareció fascinante. La imaginación siempre había sido parte de su relación; desde sus primeras citas hasta las noches en que se quedaban despiertos hablando de sueños y fantasías.

—Me gusta —dijo él, sintiendo cómo la emoción crecía dentro de él—. ¿Te gustaría ser alguien en particular?

Ella pensó un momento antes de responder.

—Podría ser una aventurera en busca de un tesoro perdido… y tú podrías ser el valiente explorador que me ayuda a encontrarlo.

Él soltó una risa y se levantó lentamente de la cama.

—Entonces prepárate para la aventura más emocionante de tu vida, aventurera.

Con esa promesa en el aire, ambos comenzaron a crear su propio mundo donde el deseo se entrelazaba con la imaginación, llevando su conexión a nuevas alturas.

M. D. Álvarez 

sábado, 5 de julio de 2025

Cambio climático.

¿Quién lo iba a decir? En un país donde siempre llueve fuerte, deberían estar preparados para todo; pues va a ser que no. En el mismo país tienen diversidad de climas: el norte, con su verdor esmeralda, es regado asiduamente por lluvias ligeras, aunque de vez en cuando llegaba una DANA que dejaba lluvias torrenciales, donde los ríos se salían de sus cauces. Pero estaban preparados para estas contingencias; era la zona más boscosa del país y ya sabéis que las raíces de los árboles sujetan el suelo.

Pero los negacionistas argüelles dicen que siempre ha llovido así, pero ni mucho menos en todo el país, y seguirán negando el cambio climático. Pero es que no se dan cuenta de que ponen en peligro a la gran mayoría al negar las evidencias científicas. Lo único que cabe esperar es que este hermoso planeta se vengue cruelmente de todos nosotros, que aún viendo los cambios, no hicimos nada.

M. D.  Álvarez 

viernes, 4 de julio de 2025

El gran odre.

El odre de las esperanzas estaba casi agotado. Con su último aliento, su madre se lo entregó con la misiva de no abrirlo si no era estrictamente necesario. 

Pero su gran pérdida lo sumió en una vorágine de pensamientos oscuros y aterradores que se fueron colando en las auras de los que debía proteger. Si la memoria de su madre no le hubiera despertado de aquellos pensamientos tan aterradores, no sé qué hubiera sido de aquellas diminutas auras a las que todavía no se les había concedido un ser con el que habitar. 

Se dio cuenta de que sus ensueños estaban destrozando el legado de su adorada madre y se las ingenió para cambiar su actitud. No abriría el ofrecimiento hasta que llegara el momento idóneo, y si en vida no había necesidad, se lo legaría a su futuro retoño, el que adversaría una de aquellas adorables auras que habían recobrado sus atornasoladas iridiscencias. 

Su amada esposa llevaba en su delicado vientre la esperanza de un mundo mejor: ella o él llenarían de nuevo el gran odre que un día casi se vació, pero que, con su estirpe, fue recuperado.

Con cada día que pasaba, el brillo del futuro se hacía más intenso. El fulgor que emanaba de su adorada esposa era semejante al amor que él sentía cada día al observarla con ternura mientras acariciaba su dulce vientre. 

Ya faltaba poco para que a su amado bebé le fuera concedida una de aquellas encantadoras e iridiscentes auras que convivirían con el pequeño hasta el final de sus días.  

Su antecesora, la muy ilustre Pandora, tuvo el error de abrir el gran odre, dejando escapar casi todos los dones que los hados debían otorgar a los mortales cuando llegara el momento. Pero se dio cuenta de que todavía no habíamos alcanzado todo nuestro potencial y tuvo el valor de cerrar de nuevo el gran odre con la suficiente cantidad de dones que serían necesarios para la siguiente evolución.  

M. D. Álvarez

jueves, 3 de julio de 2025

Desde ahí arriba.

Yo no conocí a ninguna de mis abuelas, pero si se parecían un ápice a mi madre, no estarían de acuerdo; pero para gustos, están los colores. 

Sé que mi abuela por parte de madre era de carácter fuerte y autoritaria, pero también era tierna y amorosa con sus dos hijas, a las que amaba con locura. Yo no la conocí porque murió antes de que yo naciera, pero pudo ver a su primer nieto, mi hermano mayor. ¿Sabéis lo que le dijo a mi madre en cuanto tuvo a su primer nieto? "Ahora ya puedo morir tranquila". A los cuatro meses se murió; parecía que la enfermedad que la mató le dio el tiempo necesario para poder ver a su primer nieto. 

Mi mamá murió hace cinco años y ahora están reunidas ahí arriba, donde todo es amor y dulzura. Sé que desde ahí arriba las dos cuidan de mí y de mis tres hermanos.

M. D. Álvarez 

miércoles, 2 de julio de 2025

Fuego y corazón.

No sabía cómo había ocurrido, pero supo que ella no era consciente de lo que había hecho y huyó para evitar que se sintiera culpable. La daga estaba alojada cerca de su corazón; si se la hubiera extraído, seguramente no habría sobrevivido.

Ella lo buscó; sabía que algo malo le había ocurrido al no aparecer en todo el día. Lo encontró en su fragua; había extraído la daga y cauterizado la herida, pero había perdido el conocimiento y se encontraba tirado en el centro de su forja. Ella supo al momento que había ocurrido al ver su daga ensangrentada en el yunque.

Se arrodilló a su lado, comprobó que respiraba, colocó su cabeza sobre su regazo y esperó a que él abriera los ojos. Cuando lo hizo y vio su mirada de preocupación, no hizo falta que dijera nada; ella lo era todo para él. Por más que ella perdiera el control, él no dejaría de protegerla, aún a costa de su vida.

Sus ataques de furor se producían cada vez que ella estaba deseosa de sus besos, sus caricias y sus mimos. Él se esperaba en hacerla feliz de todas las formas posibles, tratando de contener sus arrebatos de furor sexual en los que perdía el control.

"Estoy bien, mi vida", dijo al ver su mirada de desasosiego. "Ha sido un accidente".

Ella sospechaba que algo le había ocurrido, pero no quería preocuparla. Lo ayudó a levantarse y a sentarse, limpió la herida de su pecho y no se atrevió a preguntarle si había sido ella la causante de aquella herida.  

M. D. Álvarez

martes, 1 de julio de 2025

En lo más profundo de la jungla, 2da parte

Ella decidió seguirlo, sintiendo una mezcla de emoción y temor. El hombre lobo se movía con gracia entre los árboles, haciendo que las heridas infligidas por los machetes de los exploradores, su pelaje brillando con los rayos filtrados del sol. 

"¿A dónde me llevas?", le preguntó, tratando de mantener la voz baja para no alertar a su equipo. Él se detuvo y se volvió hacia ella, sus ojos brillando con una inteligencia profunda e inexplicable.

Sin responder, continuó su camino, guiándola a un claro oculto donde la luz del sol caía en cascadas sobre un pequeño estanque. La belleza del lugar la dejó sin aliento. Flores de colores vibrantes rodeaban el agua cristalina, y el canto de los pájaros creaba una melodía perfecta.

"Este es mi hogar", dijo él finalmente, señalando el entorno con un movimiento de su garra. "Aquí estoy a salvo".

Ella miró a su alrededor, sintiendo una conexión instantánea con aquel lugar mágico. "Es hermoso", respondió sinceramente. "Pero también peligroso. Si mi equipo te ve..."

Él asintió solemnemente, comprendiendo el riesgo que corría al revelarse ante ella. "No puedo quedarme oculto siempre", dijo con voz grave. "La selva me necesita, pero también tú pareces necesitarme".

Sus palabras resonaron en su corazón. ¿Necesitarlo? Era cierto que había algo en él que despertaba en ella una curiosidad insaciable y un deseo de protegerlo a toda costa. "¿Por qué me dejaste esa flor?", preguntó.

—Cogí uno de tus objetos y percibí la tristeza en tus ojos al no encontrarlo. Es un trueque, si te parece bien.—dijo visiblemente avergonzado. 

El objeto era una pequeña brújula que su padre le había regalado cuando cumplió ocho años. Después de aquello, desapareció en una expedición. 

—Si es tan preciado para ti, te la devolveré, dijo, encaminándose hacia el diminuto cubil donde atesoraba las más variadas cosas que había ido hallando en el transcurso de su vida.

Ella sonrió ante la sinceridad de sus palabras y sintió que había algo más profundo entre ellos. Sin embargo, sabía que debía actuar con cautela.

"Prometo no decirle a nadie sobre ti", dijo ella finalmente, sintiendo la determinación crecer dentro de ella. "Pero necesitamos encontrar una forma de mantenerte a salvo".

Él inclinó la cabeza en señal de agradecimiento, y por un momento, ambos compartieron una mirada que decía más que mil palabras: un pacto silencioso entre dos seres tan diferentes, pero tan unidos por el destino. Le entregó la diminuta brújula con suma delicadeza.  

—Siento haberme llevado tu brújula; sé lo importante que son los recuerdos —dijo con tono triste.

A partir de ese día, comenzaron a encontrarse en secreto en ese claro mágico. Ella le traía pequeños objetos de su mundo y él le mostraba los secretos ocultos de la selva: cómo las plantas curaban heridas, cómo los animales se comunicaban entre sí y cómo cada rincón del bosque tenía vida propia.

Con cada encuentro, su vínculo se fortalecía y ella se daba cuenta de que no solo estaba protegiendo al hombre lobo; él también la estaba transformando, ayudándola a ver más allá del mundo científico que conocía.

Pero la corporación no descansaría hasta descubrir lo extraordinario que ella había encontrado. Y pronto, tendrían que enfrentarse a una elección: proteger su conexión o arriesgar todo por el conocimiento.

M. D. Álvarez