lunes, 22 de diciembre de 2025

La luz del nuevo tiempo.

Aquellos majestuosos picos encerraban un gran misterio; en su base se alojaba un ser milenario que era el responsable de reiniciar el nuevo universo. Cada trillón de años, era despertado por los dolores convulsos de su amada. 

Él debía preparar el nuevo orden, haciendo desaparecer el antiguo de un plumazo. Desintegraba cosmos y universos adyacentes para dejar tan solo una vasta oscuridad, iluminada únicamente por su amada y un pequeño lecho de un hermoso pastor azul. 

Él volvía tras preparar el camino para la nueva criatura que su amada diosa llevaba gestando desde que yació con él, en el albor de la creación extinta. Los dolores eran atroces, pero él la colmaba de atenciones y mimos. 

Cuando tuvo a su vástago en sus grandes y fuertes brazos, lo alzó, presentándolo a la oscuridad. El pequeño comenzó a desprender una luz suave que fue incrementándose. 

Su padre lo entregó a su amorosa madre, que lo amamantó, pues el pequeño debía crecer rápido y fuerte, dando comienzo al nuevo tiempo.

M. D. Álvarez 

domingo, 21 de diciembre de 2025

Atisbo de cordura.

Increíble pero cierto, su primera transformación después de ser atacado por aquel espantoso hombre lobo fue verdaderamente aterradora y oscura. 

Sintió cómo todos sus huesos se rompían y su piel se desgarraba para dejar salir a un espeluznante hombre lobo, y todo ello en presencia de su pareja, que asistía aterrada a la transformación de su novio. Antes de completar su transformación, tuvo la cordura de encadenarse a la viga más recia del sótano. Cuando su transformación concluyó, de su naturaleza humana solo quedaban sus enigmáticos ojos azules.

Ella lo observaba entre aterrada y sorprendida; las heridas que recibió de aquel dantesco licántropo podían haberle costado la vida; sin embargo, cicatrizaron en dos días. A la mañana siguiente, ella se despertó en el sótano frente a su novio, que la observaba entre sorprendido y alterado.

—¿Por qué estoy encadenado? —preguntó con impaciencia.  

—¿No recuerdas nada de lo que pasó ayer por la noche? —preguntó ella, recobrando la determinación..

—No, ¿te ataqué?, preguntó él con cara de circunstancia.  

—No, mi vida, tú no me atacaste, dijo ella, quitándole las cadenas.  

—Y entonces, dijo él, frotándose las muñecas:  

—¿Recuerdas lo que te sucedió hace un mes?, preguntó ella.  

—¿Te refieres al día en que aquella criatura casi me mata?, dijo él, recordando con estupor.  

—Sí, esa misma. Al parecer, cuando lo derrotaste, después de que te atacara, su sangre entró en tu torrente sanguíneo y te ha transformado en un ser híbrido entre hombre y lobo. Pero tuviste la cordura suficiente como para encadenarte a la biga más recia del sótano. Tu esencia humana comprendió que, si no podías controlarte, por lo menos evitarías hacer daño —dijo ella, besándolo con suavidad..

M. D. Álvarez 

sábado, 20 de diciembre de 2025

La familia del licántropo.

Los cazadores se vanagloriaban de haber cazado un hermoso ejemplar de licántropo. Su férrea musculatura estaba tensa, y su mirada salvaje e indomable estaba fija en su lobera. Si descubrían a su hembra y cachorros, los matarían. 

A los cazadores solo les interesaba un macho grande y fuerte para sus salvajes entretenimientos; lo obligarían a pelear con otras fieras para su disfrute. Uno de aquellos cazadores se percató de su mirada y se encaminó hacia la entrada de la lobera. 

Eso lo enfureció, haciendo que los grilletes se tensaran sobre su piel. Hasta saltar y sorprender a los cazadores, el licántropo atrapó al cazador que estaba a punto de entrar en la lobera, despedazándolo. 

Después, dirigió su furia hacia los otros dos cazadores, que estaban sorprendidos por la fortaleza de aquel licántropo y no hacían más que cargar sus armas. El fiero hombre lobo cogió el fusil de uno de los cazadores y lo utilizó como porra, destrozando a porrazos a los cazadores. 

Cuando ya no hubo peligro, arrojó el fusil y se encaminó a la entrada de la lobera. Con un leve gruñido, llamó a su hembra y cachorros. Ella, al ver los rasguños sobre la piel desgarrada por el esfuerzo, lo lamió tiernamente con delicadeza. Él permanecía inclinado con la oreja sobre el vientre de ella; ahí estaba el latido fuerte de otro cachorro por nacer. 

Se alzó y lamió dulcemente el rostro de su adorada. De pronto, sus tres pequeños salieron correteando alrededor de su padre. Ella pareció sonreír; sabía que tenían que dejar aquellas colinas y buscar otro territorio antes de que naciera su cuarta bestezuela.

M. D. Álvarez 

viernes, 19 de diciembre de 2025

Vidas entrelazadas.

—Magullado, pero aquí sigo, lo oyó decir por el interfono. Era su última esperanza y lo sabía; por eso, la noche anterior le dio un motivo para volver. Habían dormido juntos y le susurró al oído dos palabras:  

—Estoy embarazada —dijo con aquella preciosa sonrisa. Ella lo era todo para él y debía cuidar de ella y de la futura vida que se estaba gestando en su vientre.  

Debía arreglar la entrada de aire si quería que siguieran vivos. Lo que no contaban era que, en el exterior, él sufriría un accidente; aún así, logró arreglar los desperfectos en el sistema autónomo de oxígeno. Ella supo que él regresaría cuando el cuadro de mandos comenzó a encenderse y todas las luces estaban en verde.  

—Tu padre volverá pronto —dijo ella, tocándose el vientre con ternura.

Al día siguiente, en la esclusa de admisión, se encontraba él con su sonrisa afable y con un brazo en cabestrillo. En su brazo sano portaba una caja de madera con hermosas florituras. 

Él avanzó con cautela, cada paso resonando en el silencio tenso del entorno. La caja de madera brillaba con la luz tenue de la esclusa, y su corazón latía con fuerza. Cuando llegó a su lado, sus ojos se encontraron, y en ese instante, el mundo exterior se desvaneció.

—¿Qué traes ahí? —preguntó ella, con una mezcla de curiosidad y ansiedad.

—Un regalo —respondió él, sonriendo a pesar del dolor que sentía en su brazo. Con delicadeza, abrió la caja para revelar un pequeño par de zapatos de bebé, tejidos a mano con hilos de colores suaves. —Quería que supieras que estamos juntos en esto. Siempre.

Ella se llevó las manos al corazón, sintiendo cómo la emoción la embargaba. Las lágrimas comenzaron a asomarse en sus ojos mientras tomaba los zapatos entre sus manos.

—Son hermosos... —susurró, sintiendo el peso de la promesa que representaban. 

Él asintió, sintiendo que cada palabra que intercambiaban era un pacto silencioso entre ellos y el futuro que estaban construyendo. A pesar del accidente y las dificultades que enfrentaban, su amor era un refugio.

—Vamos a salir de esto juntos —dijo él, tomando su mano con suavidad. —Te prometo que haré lo necesario para protegerte a ti y a nuestro hijo.

Ella apretó su mano, sintiendo una oleada de esperanza y determinación. Sabían que el camino sería difícil, pero juntos podían enfrentar cualquier tormenta. Miraron hacia el horizonte, donde la luz comenzaba a filtrarse a través de las rendijas del refugio, simbolizando un nuevo comienzo.

M. D. Álvarez 

jueves, 18 de diciembre de 2025

Deseo prohibido.

El mero contacto físico estaba prohibido; todavía no sabía cómo podía controlar sus apetitos, y tenía muchos. Cada vez que la veía, sus instintos más primarios se disparaban y solo podía desquitarse con el saco. Ella sabía la presión a la que él estaba sometido; si tan solo pudiera acariciar su piel marfilea, lograría desestresarlo y si había suerte lograría besarlo de una forma tan dulce y apetitosa.

La tensión en el aire era palpable, como si el entorno mismo supiera de sus deseos ocultos. Él se esforzaba por mantener la compostura, pero cada vez que ella se acercaba, su corazón latía con fuerza, como un tambor que marcaba el compás de sus pensamientos desbordados. La miraba de reojo, imaginando cómo sería sentir su piel suave contra la suya. 

Ella, por su parte, notaba la lucha interna que él enfrentaba. Su mirada intensa y la forma en que apretaba los puños al golpear el saco hablaban de un deseo reprimido que casi podía tocarse. Decidida a romper la barrera que los separaba, dio un paso hacia él, con su voz suave como un susurro: "¿Qué pasaría si te dejases llevar por un momento?"

Él tragó saliva, sintiendo que cada palabra era una invitación a cruzar esa línea prohibida. "No puedo... no debemos", respondió con un hilo de voz, aunque sus ojos traicionaban su verdadero anhelo. 

"¿Y si solo fuera un instante?", sugirió ella, acercándose aún más. El espacio entre ellos se encogió y el mundo exterior se desvaneció. En ese momento, todo lo que existía era el deseo palpable y la posibilidad de rendirse ante él.

M. D. Álvarez 

miércoles, 17 de diciembre de 2025

Tronador y Esperanza

Con aquel quad de última generación, recorría las agrestes pistas entre las floresta. Su pericia en el manejo de aquel vehículo y su conocimiento del terreno lo hacían idóneo para buscar un conjunto de yacimientos arqueológicos donde, según se cuenta, todo aquel que lo encuentra halla su más íntimo deseo. Y él solo quería volver a verla una vez más. 

Sobre aquella loma parecían asomarse, como pequeños islotes, pedruscos destrozados que antaño pudieron ser esculpidos por recias manos. Se dirigió hacia allí y se detuvo frente a lo que parecía un muro semiderruido con glifos grabados en su lengua primigenia, que decía:""Μόνο οι γενναίοι θα περάσουν". Parecía un muro, pero eran trozos de las grandes puertas que daban acceso a un conjunto de ruinas cíclopeas. 

Se internó entre los cascotes hasta una zona libre de rocas; era una especie de suelo elevado cubierto de polvo de milenios pasados. Pero justo en el centro de aquella superficie vio algo familiar. Limpió la superficie y descubrió su nombre griego y, a su lado, el de su adorada. Los dos estaban entrelazados por florituras doradas.

Bajo sus áureos nombres aparecía un conjuro de apertura.
Μόνο κεραυνός θα περάσει και θα διεκδικήσει αυτό που δικαιωματικά του ανήκει. Στον γιο του Άρχοντα των Θάντερ δεν θα απαγορεύεται η είσοδος

Recitó el conjuro de apertura y las ruinas comenzaron a moverse. Primero levemente; según pasaba el tiempo, las rocas se movían hacia atrás, como si retrocedieran en el tiempo, hasta dejar las ruinas como recién construidas. Ante él se alzaba un majestuoso templo, presidido por una efigie del dios del trueno que parecía mirarlo con amor y ternura. De su magno rostro salieron estas palabras:  

—"No temas nada, hijo mío, tú eres de mi sangre y nada se te ha de negar.  —¿Qué deseas, mi bienamado?", preguntó el gran Tonante con atronadora pero dulce voz.  

—"Deseo tener de vuelta a mi madre, Esperanza"—, refirió con timidez. No podía dar crédito a las dulces palabras de su madre cuando le dijo que era hijo del Señor del rayo.

—"Sea, pues, te será devuelta al punto. —Rugió, al dios del inframundo, que presuroso se presentó con la dulce Esperanza.

—"¡Ete aquí tu amada, valeroso hijo del Trueno!",— dijo con temor su tío. Conocía los accesos de ira de su poderoso sobrino y no quería enojarlo. Si jugaba bien sus cartas, su valeroso y joven sobrino le debería una. Además, sabía que ella era capaz de calmar esos ataques de ira incontrolada. Ella lo vio arrodillado y sumido en sus cavilaciones, y lo llamó por el nombre que ella le había dado:

—"Mi amado, Ze'ev, ¿por qué te postras? Tú, para mí, eres mi amado. Sin tu fuerza y poder, no estaría de nuevo ante ti, mi dulce amor", y corrió a abrazarle.  

—"Mi querida Esperanza, eres mi luz y mi ser; sin ti, estaba perdido en las tinieblas", refirió él con comedido entusiasmo. No se fiaba de su artero tío.  Lo miró con furia contenida y le espetó: "—¿Por qué la arrancaste de mi lado, querido tío, para después devolvérmela? ¿Qué motivos tenías para llevártela antes de tiempo?"

—"Déjalo estar, mi dulce Ze'ev. ¿No ves que teme tu furor y seguramente estará muy arrepentido?" —dijo la hermosa Esperanza, abrazada a su amado protector.

Su divino padre fulminó con la mirada a su hermano, que puso pies en polvorosa en dirección a su reino.  

—"Ruego perdones a tu tío; está un poco solo después de que la bella Perséfone lo abandonara por un mancebo más joven", respondió la efigie del gran Tonante.

—"Lo haré, mi señor," dijo él, observando la belleza lozana de su preciosa compañera.

La gran efigie desapareció, al igual que el ciclópeo templo, que quedó reducido a los escombros que él descubrió sobre aquella loma; más ella seguía a su lado, colmándolo de besos.

Terminos en griego. : 

"Μόνο οι γενναίοι θα περάσουν" Solo los valientes pasarán 

"Βροντή και Ελπίδα": Tronador y Esperanza 

Μόνο κεραυνός θα περάσει και θα διεκδικήσει αυτό που δικαιωματικά του ανήκει. Στον γιο του Άρχοντα των Θάντερ δεν θα απαγορεύεται η είσοδος".  Sólo el tronador pasará y reclamará lo que por derecho le pertenece. Al hijo del Señor del Trueno no se le negará la entrada..

M. D.  Álvarez 

martes, 16 de diciembre de 2025

Controlándose.

Como desde los noventa, pienso en aquellas clases de control de la ira. Estaba más calmado y paciente con sus amigos. Las noches de juerga eran más sosegadas; había aprendido a controlar sus impulsos. 

Solo ella lograba ponerlo nervioso: su forma de mirarlo y de arremolinar su cabello lo excitaban. Hasta aquella noche, que ella lo retuvo, susurrándole lo que le iba a hacer esa noche. 

Suspiró; profundamente la deseaba desde hacía tiempo. Esa noche, ella lo amaría con cuidado, y sabía que debía tratarlo con dulzura si no quería que perdiera los nervios. Sería una noche memorable si lograba controlarse; ella lo ayudaría con calma.

M. D.  Álvarez