Se acercaba el horror más inimaginable, el más devastador y destructivo de todos: el final de los días, el final de los tiempos.
Era traído por la inocente criatura que trajo en un principio la luz; ahora traía la destrucción del universo.
Si no habíamos aprendido nada de nada, entonces el Oghurn no habría hecho bien su trabajo y entonces no se reiniciaría el nuevo universo.
Pero, si algo nos ha enseñado la naturaleza, es que todo evoluciona y con tan solo un ser humano que lograra comprender los designios del Oghurn, el universo se reiniciaría con el simple deseo del humano evolucionado. Pero todavía no había rastro del humano y el Oghurn se impacientaba, si no aparecía, su obra sería erradicada por completo y no habría un nuevo principio.
De pronto, el Oghurn percibió un destello casi al borde de la oscuridad. De pronto, un gran estallido lo iluminó todo. El Oghurn había conseguido mostrar el camino a un único ser capaz de sacrificarse por su universo, ya que en cada uno de nosotros tenemos el poder de liberar mundos, pero solo los elegidos son portadores de una luz intensa y radiante que se mostrará con su sacrificio. Aquel humano evolucionado sacrificó su vida para liberar un nuevo universo y convertirse en un nuevo Oghurn.
M. D. Álvarez
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