Los grandes clanes se reunían, como cada año, en los alrededores del Cerro de la Muerte para dar caza a una de las más pavorosas criaturas mitológicas de la antigüedad.
En aquel cerro se escondía un ser llamado Brhindurl, una especie milenaria de carácter irascible y vengativo. En aquel día sería cazada y exterminada por el clan más poderoso, liderado por uno de los últimos Kittagh, el joven Darren.
En la espesura del cerro, en el bosque cerrado, se encontraba la criatura. No tenía miedo, es más, se sentía aliviada. Después de tanto tiempo, deseaba la muerte como alivio a su tormentosa vida.
Su especie, antaño gloriosa y noble, se había visto relegada a las sombras, casi esquilmada y extinguida. Pero aún quedaba ella, un híbrido entre licántropo y quimera. Su aspecto, verdaderamente aterrador, no reflejaba su corazón. Ella era diferente a sus ancestros, tenía un corazón noble y sincero.
Cuando se vio rodeada por la jauría de perros, se arrodilló y ofreció su cuello.
Darien no podía creer lo que estaba viendo y detuvo a sus perros, que como lobos, se lanzaron contra ella. Sumisos a la voz de su amo, se detuvieron.
Ella no se resistía, ofrecía su cuello para ser sacrificada. Darien no pudo cortarle el cuello con su espada y la dejó ir. Había visto en aquella criatura un corazón grande y noble. A partir de aquel día, el Cerro de la Muerte fue terreno vedado para todos los clanes. Ella podría vivir en paz los años que le quedaban.
M. D. Álvarez
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