Por él estaría dispuesta a renunciar a su inmortalidad. Le pidió que se acercara. Era un ejemplar precioso de hombre lobo joven y tímido.
Mansamente se aproximó al grupito de amigas, que huyeron despavoridas, menos ella, que lo acarició dulcemente con cariño.
Él había sido el responsable de que renunciara a su inmortalidad, pero le daba igual, lo amaba y sabía que era correspondida.
M. D. Álvarez
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