miércoles, 13 de noviembre de 2024

El amor de un hombre lobo y una diosa.

Ella era su diosa y, por tanto, inalcanzable, o eso creía él. Ella lo había descubierto observándola mientras jugaba con sus amigas. No se enfadó, es más, le pareció tierno y adorable. 

Por él estaría dispuesta a renunciar a su inmortalidad. Le pidió que se acercara. Era un ejemplar precioso de hombre lobo joven y tímido. 

Mansamente se aproximó al grupito de amigas, que huyeron despavoridas, menos ella, que lo acarició dulcemente con cariño. 

Él había sido el responsable de que renunciara a su inmortalidad, pero le daba igual, lo amaba y sabía que era correspondida.

M. D.  Álvarez

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