sábado, 2 de noviembre de 2024

El daño ya está hecho.

El daño ya estaba hecho y ella no se lo perdonaría jamás. Su vida había acabado con aquel hecho tan deplorable y mezquino. Lo expulsaron y con razón, si se quedaba sería un recordatorio presente para ella de que había sufrido la peor de las barbaridades por parte de los que consideraba amigos, y en especial de él, que ni supo frenar los desmanes de sus compañeros y no logró protegerla. 

Decidió partir lejos, pues estaba avergonzado. Antes de partir, fue a visitarla al hospital, donde la cogió de la mano y le pidió perdón. Le dijo que volvería cuando se encontrara a sí mismo, porque no creía en lo que había hecho. 

Ella apretó su mano y lo retuvo, no quería que la dejara sola frente a las habladurías. Él lo sabía y quiso tranquilizarla, le dijo que no la dejaría sola, iba a entrenar para hacerse más fuerte y así poder protegerla de los que consideraban sus amigos..

Ella se quedó tranquila y él se lo pensó mejor. No podía dejarla sola ante el peligro, así que decidió fortalecerse machacándose en el gimnasio por las mañanas y por las tardes iba al hospital para estar con ella. 

Cuando le dieron de alta, él la llevó a un ático lujoso y le dijo que podía quedarse el tiempo que quisiera. Él todas las mañanas iba al gimnasio y por las tardes la visitaba. Un día la invitó a salir a tomar algo y ella aceptó. En la cafetería, mientras charlaban de cosas mundanas, ella se quedó lívida al ver pasar a uno de los que la había maltratado. Él se dio cuenta y le dijo: "Espera aquí". 

Salió raudo y veloz, alcanzándolo. Le recriminó lo que había hecho, pero aquel individuo se rió en su cara, lo que lo puso furioso. Lo estampó contra un coche y le dijo que si volvía a acercarse a ella no tendría tanta suerte.

Volvió junto a ella, que había estado sentada en el mismo sitio con cara apesadumbrada. Su rostro cambió cuando lo vio aparecer por la puerta de la cafetería. "Ya no te volverá a molestar más", dijo calmadamente.

Y volvió a pedirle perdón por no haberla defendido en aquella ocasión. Ella le dijo que no fue culpa suya, ellos eran más fuertes y lo inmovilizaron. Ahora sí podía defenderla.

M. D. Álvarez

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