jueves, 28 de noviembre de 2024

El nuevo cubil.

Oteando el horizonte, sus ojos escudriñaban y vigilaban cualquier movimiento extraño que pudiera suponer un peligro para su camada. Ella los mantenía calentitos y amamantándolos; él salía a cazar para alimentarla a ella, su única razón de ser. Un día, cuando él salió de cacería, presentía que algo iba mal y volvió junto a ella. 

La halló herida, pero había logrado ocultar su tesoro más hermoso: sus cuatro cachorros, que al verlo regresar corrieron hacia él. Apesadumbrado, lamió las heridas de ella, que milagrosamente cicatrizaron por el amor que él sentía por ella. 

Tenía que buscar una nueva ubicación para su cubil, aquel ya no era seguro para ellos. Encontró un lugar inexpugnable en un risco alejado de su anterior cueva. Primero trasladó amorosamente a sus cuatro cachorros, llevándoselos de uno en uno sujetándolos con la boca. 

Por último, fue a buscar a su compañera y la acompañó, sirviéndose de apoyo cuando las fuerzas le fallaban. Ya en su nuevo bastión, se dedicó a cuidar de ella y de sus cuatro cachorros hasta que ella se recuperó por completo.

M. D. Álvarez 

domingo, 10 de noviembre de 2024

El paladín grhunthor.

La codicia los llevaría a menospreciar a los habitantes de aquel mundo lleno de tinieblas. Su tierra era rica en metales preciosos que los habitantes no conocían su valor. Al ser unos seres débiles, creyeron que podrían someterlos, pero ellos contaban con un arma secreta: un paladín imponente, impresionante, de una fuerza descomunal que luchaba por los habitantes más débiles.

La batalla se presentó en un terreno llano. Los invasores trajeron tanques, lanzaderas de misiles y se quedaron atónitos al ver acercarse a un joven solo. Lo que pasó a continuación fue digno de ver: su espalda se arqueó y dobló por el dolor que estaba sufriendo, se iba desgarrando desde dentro.

Fue apareciendo un colosal y gigantesco Grhunthor. En cuanto acabó la transformación, lanzó una mirada furibunda y un aullido que les heló la sangre. Era endiabladamente veloz, no le alcanzó ninguno de los misiles que lanzaron; en vez de eso, él los alcanzó y los destrozó con sus grandes garras. Los tanques se retorcían con facilidad. 

Cuando acabó con las tropas, se dirigió a las naves que habían aterrizado, destrozándolas por completo. Una vez acabada la batalla, el grhunthor volvió a introducirse en el cuerpo del joven que había estado en letargo dentro del ser.

Se lo pensarán dos veces antes de volver a nuestro tenebroso mundo.
M. D. Álvarez 

sábado, 9 de noviembre de 2024

Todo un caballero.

Su persistencia dio frutos cuando ella lo llamó por teléfono quería quedar con él para tomar algo. Él fue a recogerla a su casa con un ramo de rosas "Red Naomi Supra", que ella recibió con agrado. Él se había encargado de quitarle las pocas espinas que tenían para que ella no se pinchara. Una vez en la cafetería, ella pidió un capuchino y él un café espresso. 

Hablaron de todo: ella trabajaba de azafata y él era capitán de un grupo de élite. Ella había cedido a su reticencia por la insistencia de él, le gustaba su forma de insistir: era tranquilo, educado y caballeroso.

Él la descubrió en una reyerta con un grupo de amigos que habían sacado las navajas y pretendían pelearse. Si no hubiera intervenido él, ella habría salido mal parada. Él la llevó a su casa y la dejó en la puerta. Ella lo miraba con una mezcla de admiración y temeridad. Él le dio su número de teléfono y se fue. 

Ella se lo encontró dos semanas después, delante de su puerta, con aquel precioso ramo de las rosas más hermosas. Le había ido regalando diversos presentes hasta dar con el regalo adecuado. Cuando abandonaron la cafetería, eran una pareja increíblemente compenetrada.

M. D.  Álvarez 

La cierva.

Su ofuscación era evidente, no lograba satisfacerla por completo. Era la única que se le había resistido, y aunque la quería, ella no se lo iba a poner fácil. Le haría sudar. Lo tentaba, insinuándose.

Cuando él caía a sus pies, ella huía, obligándolo a perseguirla. Como una tierna cervatilla perseguida por un lobo agotado y exhausto pero lleno de determinación, siguió el rastro de la cervatilla a través del espeso bosque. Cada vez que creía estar cerca, ella se desvanecía entre los árboles, dejando solo el eco de su risa traviesa.

Finalmente, el lobo la acorraló en un claro bañado por la luz de la luna. La cervatilla, jadeante y con los ojos brillantes, no intentó huir. En cambio, se acercó lentamente al lobo y rozó su hocico contra el pelaje áspero.

"¿Por qué me persigues?" preguntó ella, su voz suave como el susurro del viento entre las hojas.

El lobo la miró con ojos ardientes. "Porque eres mi desafío, mi obsesión. Quiero conocerte, descubrir tus secretos."."

La cervatilla sonrió. "Entonces, lobo, ¿qué harás ahora que me tienes aquí?"

El lobo no respondió con palabras. En cambio, la atrajo hacia sí y la besó con una pasión que había estado ardiendo en su interior durante demasiado tiempo. Ella respondió con la misma intensidad, y en ese momento, el mundo se redujo a ellos dos: el cazador y su presa, la pasión y la rendición.

Ella, satisfecha, lo colmó de besos y caricias y así, en ese claro bajo la luna, el lobo y la cervatilla escribieron su propia leyenda, una historia de deseo, resistencia y amor en un mundo donde las fronteras entre lo salvaje y lo humano se desvanecían.

M. D. Álvarez.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Su pequeña.

Una furia salvaje lo invadía sin ningún motivo, bueno sí había motivo: estaba bajo el influjo de la luna llena. Sabía que si dejaba salir su ira, no habría quien lo retuviera; esa era su naturaleza indómita.

Aquel día fue especialmente salvaje, pero algo lo frenó en seco: allí, delante de él, había una bebita de ojos azules que lo miraba con una sonrisa de oreja a oreja y extendía sus brazos hacia él.

Incomprensiblemente, no pudo arremeter contra esa preciosidad; algo en su interior se lo impedía. Aquella dulce niñita era su niña bonita y por nada del mundo le haría daño alguno.

Se acercó mansamente, la recogió del suelo y la puso sobre sus hombros, donde la pequeña se agarró de sus puntiagudas orejas de licántropo. 

Así, juntos los dos fueron en busca de su madre, a quien había perdido de vista cinco minutos atrás y la buscaba desesperadamente. Sabía que en las noches de luna llena no debía dejarla salir, él estaba de cacería. 

Al verlos llegar, supo que algo había cambiado en su compañero, era distinto, era más dulce y tierno con las dos, incluso bajo el influjo de la luna llena.

M. D. Álvarez

Encuentro en el bosque.

Sus intensos ojos azules lo hacían sensible a la luz diurna, por eso se mantenía en la penumbra del bosque negro. Solo salía a cazar por las noches, pero no abandonaba la seguridad de su amado bosque, el cual le proporcionaba cobijo y comida. 

Todos aquellos incautos que se internaban en la floresta eran su alimento. Un día se encontró con una hermosa criatura de ojos verdes que se internó en su territorio cargada con una mochila. 

La siguió a distancia y vio cómo montaba una tienda de campaña y preparaba una hoguera. Se dispuso a preparar un refrigerio cuando lo vio en el linde del claro, pero no se asustó, le llamó la atención su impresionante aspecto. 

Lo invitó a acercarse, titubeó, ella era comida, pero había algo que lo atraía de aquella joven. Ella insistió, él reticente avanzó cauteloso y se sentó a su lado. Ella le ofreció algo de comer, él dubitativo lo olisqueó y probó, no estaba mal. 

Mientras él probaba lo que ella le había ofrecido, ella lo observaba con curiosidad. Incluso se atrevió a acariciar su denso pelaje, lo que hizo que él se estremeciera. Nadie nunca le había acariciado, era una sensación agradable y placentera. 

M. D.  Álvarez 

¡Sigan pinchandome!

Sinceramente, no comprendo los tejemanejes de la sociedad. No sé por qué tenemos que ser todos iguales, y mucho menos por qué debemos actuar de la misma forma siendo viles y mezquinos con aquellos que son diferentes. 

Lo más hermoso de este mundo es que, seamos como seamos, nos sintamos orgullosos de nuestras diferencias.

Donde quiera que me vean, soy una persona educada, afable y cortés, pero la sociedad me dice que no sea amable, educada ni cortés con mi prójimo. 

Lo que la sociedad no sabe es que llevo una furia innata en mi interior, y cuanto más me sigan pinchando, más y más crece mi ira. Luego, que no me pidan explicaciones si provoco un despertar furioso de mi alma oscura.

M. D.  Álvarez 

jueves, 7 de noviembre de 2024

En el sótano

Todo lo sucedido en aquella casa resultaba inverosímil. No podía dar crédito a lo que le estaban contando. Según unos vecinos, en el sótano de la casa que acababa de comprar sucedían fenómenos extraños. 

Se preguntó por qué los de la agencia inmobiliaria no le advirtieron de ese detalle. Lo comprobaría por la noche cuando comenzaron los golpes y gritos desgarradores que provenían del sótano. 

Se dirigió con algo de incertidumbre hacia la puerta del sótano. Al llegar ante ella, los sonidos cesaron de inmediato. Asió el picaporte y abrió la desvencijada puerta que chirrió al abrirse. Accionó el interruptor de la luz, pero la bombilla estaba fundida, así que cogió su móvil y accionó la linterna. 

Comenzó a descender por las destartaladas escaleras hasta llegar al suelo. Allí no había nada, salvo otra puerta, pero esa puerta era casi tan grande como la pared del fondo. Se acercó a ella y vio que no tenía picaporte para abrir. Se dio la vuelta y se encaminó hacia las escaleras, pero se detuvo en seco al oír chirriar la gigantesca puerta. 

Se volvió y la iluminó, parecía estar entreabierta. Se acercó con cautela y la abrió del todo; dentro, todo estaba sumido en una oscuridad tétrica y abominable. De pronto, una gigantesca mano lo agarró y se lo llevó a la oscuridad, cerrando tras de sí la enigmática puerta.

M. D. Álvarez 

Sin políticos y gente mala.

Si tuvieras la oportunidad de deshacerte de alguien, ¿de quién sería y cómo lo harías?

Yo lo tengo muy claro, cogería a toda la ralea de malos políticos que se llenaban los bolsillos a manos llenas, asesinos y demás gente malintencionada que atacaba a la buena gente y los mandaría al año -1 del surgimiento de la tierra o, mucho mejor aún, los enviaría a la estrella en expansión más masiva del universo.

Justo en el último minuto antes de que implosione y a mi regreso me liaría a hostias con todo aquel que le hubiera hecho algún daño a mis seres queridos.

M.D. Álvarez 

martes, 5 de noviembre de 2024

El columpio.

Adoraba a su pequeña. Había heredado de él su determinación y arrojo, y de su madre la inteligencia y compasión, y unos preciosos ojos verdes. 

Por eso, para su cumpleaños, había elaborado el columpio más hermoso de todos, con cuerdas ligeras pero resistentes y un asiento bellamente decorado. Lo colgó de la rama más fuerte del roble que crecía frente a la torre de su castillo, lo suficientemente alejado de la cisterna de agua que abastecía a la ciudad.

Cuando su pequeña vio el precioso columpio, corrió dando traspiés con sus regordetas piernecitas. Aún era muy pequeña y no alcanzaba a subirse, así que le imploró a su padre que la aupara y la empujara.

"¡Todavía eres muy pequeña, tesoro, pero te voy a aupar y te aseguraré con el cinturón de seguridad", dijo su padre.

Su cara se iluminó cuando su padre la subió a tan bello columpio y la empujó despacito para que no se asustara. Fue el día más maravilloso de su pequeña.

M. D. Álvarez 

El jazmín azul

Estaba subida en una escalera cuando sintió que alguien la sujetaba por la cintura; era una sensación que la había acompañado desde el día en que él desapareció sin dejar rastro.

Ella se encargó de cuidar su jazmín azul, al que había cambiado de maceta y colocado en el balcón donde recibía el sol justo.

Cuando él regresara, la encontraría en la casa que compartían; todavía había esperanza de que volviera.

No sabía por qué había desaparecido, pero estaba segura de que no había sido por ella. Algo le impedía regresar, aunque sabía que volvería por ella.

Un día, mientras cuidaba su jazmín azul, ella escuchó un ruido familiar en la puerta. Su corazón comenzó a latir con fuerza y ​​se apresuró a abrir. Allí estaba él, de pie en el umbral, con una sonrisa tímida en el rostro.

No podía creerlo. Después de tantos años, había regresado. Se abrazaron con fuerza, las lágrimas brotando de sus ojos. No importaba por qué había desaparecido, lo importante era que estaba de vuelta.

A partir de ese día, la casa se llenó de nuevo de alegría y risas. El jazmín azul floreció como nunca antes, como si celebrara el regreso del amor verdadero.

Ella nunca supo qué había obligado a su amado a alejarse, pero eso ya no importaba. Lo importante era que estaba de vuelta con ella, y eso era todo lo que importaba.

M. D. Álvarez

Ciclopes.

¡Qué sorpresa la mía cuando descubrí que los cíclopes existieron y trabajaron en la fragua de Hefesto en el monte Etna! 

Bueno, eso es lo que dicen los antiguos historiadores, pero ¿qué me diríais si os dijera que en vez de cíclopes eran otra especie? 

Sí, ya sé que es muy rebuscado, pero al parecer esta especie se quedó aislada en Sicilia sin poder salir de aquella isla. 

La especie en cuestión eran unos elefantes enanos que evolucionaron de ser gigantes a ser unos pequeños elefantitos, y sus cráneos fueron confundidos con los cráneos de los cíclopes. 

Si he de deciros la verdad, yo preferiría a los cíclopes, verlos trabajar alegremente con sus martillos repiqueteando sobre los yunques de la fragua bajo las órdenes del dios del fuego Hefesto, pues tienen su encanto histórico-mitológico.

M. D. Álvarez 

lunes, 4 de noviembre de 2024

También el mal necesita unas vacaciones.

Destrucción y atrocidades se sucedían a su paso; él era el enviado del terror, aniquilando existencias y merodeando en las tinieblas. Todo eso era él y mucho más, también era padre y esposo.

Su trabajo como enviado del mal le había granjeado pingües beneficios; con cada alma y sistema destruido, más y más lo valoraban, pero él tenía una espina clavada en su corazón: su mujer y sus hijos sufrían el acoso de los demás enviados del mal.

Así que un día les dijo a su esposa e hijos: "Nos vamos de vacaciones. Os lo debo por el mal momento que estáis pasando debido a mi trabajo. Al fin y al cabo, yo también me merezco unas vacaciones".

"Claro que sí, mi vida, te lo debo eso y mucho más", dijo ella besándole dulcemente.

M. D. Álvarez 

¿Mascota?

¿"Mascota, qué mascota?", dijo sin darse cuenta de su transformación en un precioso cachorro de lobo. 

Todas las noches se las pasaba durmiendo junto a su dueña, velando su sueño, hasta que un día detectó que algo iba mal. La lamió con ternura y ella se despertó. Suavemente acarició sus orejitas, pero él lamía insistentemente su vientre. 

A la mañana siguiente, ella fue al médico, le detectaron un tipo de cáncer muy agresivo. Gracias a él, lo habían detectado en un estadio muy precoz. Siempre había cuidado de ella y seguiría haciéndolo. 

Era un amor incondicional y sin reservas. A ella le gustaba verlo correr y retozar como un lobo manso con su dueña, y protector frente a los demás. Y lo único que él quería eran las dulces caricias de su dueña, por ellas él se volvió manso y dócil.

M. D. Álvarez

Emigración e inmigración.

Viendo la televisión, me di cuenta de lo frágil que es la naturaleza humana. Las noticias son siempre las mismas: asesinatos, guerras, violaciones, y todo esto antes de desayunar. Me pregunto qué pasará en el transcurso del día, y todo esto se repite día tras día.

Cuando nos despertemos... y si no lo hacemos, ¿qué quedará de la naturaleza humana? Nada más que un rastro de sangre y violencia.

Él se levantó de su sillón y se dirigió a la calle donde un grupo de ciudadanos poco cívicos estaban golpeando a un pobre inmigrante.

No pudo contenerse y les recriminó, diciendo: Vosotros también vinisteis de fuera y ahora os vanagloriáis de ser de pura cepa, pero no es verdad, todos somos inmigrantes en este mundo.

Los ciudadanos cabizbajos se retiraron a sus casas, dejando al joven dolorido y tirado en la calle. Él lo llevó al hospital y se quedó esperando a los médicos. Se preocupaba por todos, él también fue un emigrante y, por tanto, inmigrante en otro país.

M. D. Álvarez 

domingo, 3 de noviembre de 2024

Juntos para siempre.

En su tumba siempre había una preciosa rosa blanca que él depositaba con fervor cada vez que visitaba su lugar de descanso. Aquella sería la última flor que depositaría al pie de su sepultura, pronto se reuniría con ella. Se iba a enfrentar a la bestia más aterradora de todas con el fin de reunirse con ella en la muerte.

"Pronto, mi vida, estaremos unidos en el más allá", dijo, depositando la rosa sobre la tierra que cubría su tumulo.

 Se encaminó sin dilación hacia el campo de batalla, donde le esperaba un feroz fharghun, la criatura más despiadada de todas. El combate fue sin igual, los dos eran fieros combatientes. 

Aunque él quería morir, no debía permitir que aquel despiadado ser sobreviviera. Así que fue asentándose golpe tras golpe, al igual que recibía también golpes brutales. La batalla estaba casi decidida cuando el fharghun atravesó su corazón, dándole tiempo a él para degollarlo y perder los dos la vida.

Así cumpliría el deseo de estar con ella y no rompería la promesa de cuidar de su mundo.

M. D. Álvarez 

El potencial

La mirada vacía y los puños destrozados no reflejaban su valía. Lo demostraba con cada enfrentamiento y siempre lo menospreciaban, diciendo que era demasiado bajo para ser luchador o demasiado endeble.

No sabían con quién se las estaban viendo; su fuego interior le daba la fortaleza y la furia necesaria para bloquear a todos sus adversarios que se las daban de gallitos, pero salían desplumados. Alguien se percató y se acercó a él: "Tú tienes un don", dijo ella acercándose, "puedes venir conmigo y te mostraré tu verdadero potencial".

La enigmática mujer le ofreció un puesto en el Dojo tenebroso como alumno aventajado. Lo llevó ante un gran portalón de hierro forjado grabado con signos paganos. 

Una vez traspasadas las puertas, le comunicó que su fuego interior era poco común y que posiblemente era uno de los últimos luchadores tenebrosos. Comenzó a entrenar en silencio; su velocidad iba incrementándose de forma endiablada. .

Su fuego se intensificó, haciéndolo más rápido y fuerte. El Dojo se convirtió en su nuevo hogar. ¿Quién sabe qué aventuras le sucederán? Solo el tiempo lo dirá.

M. D.  Álvarez 
 

sábado, 2 de noviembre de 2024

Los dos mundos.

No soy como creéis que soy, soy una persona con inquietudes y deseos mundanos.
No camino como vosotros, voy en silla de ruedas y viajo entre mundos alternativos. Según el día en que me encuentre, soy luchadora, pacífica, guerrera, amante, enérgica, peleona, triste, depresiva, alegre, pendenciera, cuentista; en definitiva, soy todo eso y mucho más.

Los que me conocen saben de mis debilidades y de mis pasiones. Los que aún no me conocen, he de decirles que soy todo eso y mucho más. Si desean conocerme, podrán encontrarme en mi blog titulado "Lo que surge de mi cabeza".

Camino entre dos mundos: el onírico y el real, acompañada en todo momento por mis adorables y amadas musas.
En el mundo real estoy atada a mi silla de ruedas y existo en él por un motivo. Albergo una pasión inconfesable, pero inalcanzable.

En el mundo onírico soy dueña de mi destino y un gran destino que me llevará a conocer mis habilidades como narradora y creadora de mundos brillantes, longevos, oscuros y eternos.

M. D. Álvarez 

El daño ya está hecho.

El daño ya estaba hecho y ella no se lo perdonaría jamás. Su vida había acabado con aquel hecho tan deplorable y mezquino. Lo expulsaron y con razón, si se quedaba sería un recordatorio presente para ella de que había sufrido la peor de las barbaridades por parte de los que consideraba amigos, y en especial de él, que ni supo frenar los desmanes de sus compañeros y no logró protegerla. 

Decidió partir lejos, pues estaba avergonzado. Antes de partir, fue a visitarla al hospital, donde la cogió de la mano y le pidió perdón. Le dijo que volvería cuando se encontrara a sí mismo, porque no creía en lo que había hecho. 

Ella apretó su mano y lo retuvo, no quería que la dejara sola frente a las habladurías. Él lo sabía y quiso tranquilizarla, le dijo que no la dejaría sola, iba a entrenar para hacerse más fuerte y así poder protegerla de los que consideraban sus amigos..

Ella se quedó tranquila y él se lo pensó mejor. No podía dejarla sola ante el peligro, así que decidió fortalecerse machacándose en el gimnasio por las mañanas y por las tardes iba al hospital para estar con ella. 

Cuando le dieron de alta, él la llevó a un ático lujoso y le dijo que podía quedarse el tiempo que quisiera. Él todas las mañanas iba al gimnasio y por las tardes la visitaba. Un día la invitó a salir a tomar algo y ella aceptó. En la cafetería, mientras charlaban de cosas mundanas, ella se quedó lívida al ver pasar a uno de los que la había maltratado. Él se dio cuenta y le dijo: "Espera aquí". 

Salió raudo y veloz, alcanzándolo. Le recriminó lo que había hecho, pero aquel individuo se rió en su cara, lo que lo puso furioso. Lo estampó contra un coche y le dijo que si volvía a acercarse a ella no tendría tanta suerte.

Volvió junto a ella, que había estado sentada en el mismo sitio con cara apesadumbrada. Su rostro cambió cuando lo vio aparecer por la puerta de la cafetería. "Ya no te volverá a molestar más", dijo calmadamente.

Y volvió a pedirle perdón por no haberla defendido en aquella ocasión. Ella le dijo que no fue culpa suya, ellos eran más fuertes y lo inmovilizaron. Ahora sí podía defenderla.

M. D. Álvarez

El guardián.

El refugio era más grande por fuera que por dentro, él le ocultaba algo, pero esperaría a ver si se decidía a compartir sus secretos. 

Ella era un libro abierto para él, por eso percibió su preocupación y le preguntó si quería decirle algo. Ella se decidió y le dijo que el refugio era más grande de lo que él pensaba, debía tener un cuarto secreto. 

Él se echó a reír diciendo "no te puedo ocultar nada, ven conmigo, te voy a mostrar mi secreto". Se acercó a la pared del fondo donde había un cuadro de ellos dos juntos, lo ladeó, se oyó un clic y se abrió una puerta oculta. 

Estaba oscuro como boca de lobo, él se adentró desapareciendo en la oscuridad. Pasados cinco minutos, su mano asomó invitándola a pasar. Ella no las tenía todas consigo, pero se decidió, él siempre había sido bueno con ella. Nada más cruzar el umbral, se vio transportada a un mundo de luz y color, repleto de maravillas.. 

¿Cómo es posible? se preguntó ella.

El risueño le explicó que su familia era la encargada de defender el portal de acceso a aquel mundo mágico. "Y ahora tú me ayudarás a protegerlo de los extraños", añadió.

M. D.  Álvarez 

En el caserón.

En la penumbra de un caserón decrépito, una familia había desaparecido sin dejar rastro, víctimas de una tragedia que aún susurraba entre las paredes mohosas. El padre, consumido por la locura, invocó a entidades infernales, ofrendando a su esposa e hija a cambio de su cordura.

Los servidores del averno, insaciables y crueles, no solo reclamaron a las mujeres, sino que también se llevaron al hombre, dejando la casa en un silencio sepulcral, impregnada de un aura siniestra.

Las sombras alargaban sus dedos deformes, como si buscaran atrapar a aquellos que osaran perturbar la quietud del lugar. Un escalofrío recorría la espina dorsal de quienes se acercaban, presintiendo la oscuridad que habitaba en el interior.

La casa se convirtió en un monumento al horror, un recordatorio de la locura y la maldad que acechaban en el corazón de los hombres. Un susurro macabro flotaba en el aire, contando la historia de una familia devorada por las tinieblas.

M. D. Álvarez 

viernes, 1 de noviembre de 2024

Reino de ilusión. (R.E.C)

Aún juega, sin avergonzarse, con nosotras, sus muñecas. Cada tarde, después de la escuela, nos sienta en fila y nos cuenta historias de mundos mágicos. Sus ojos brillan con la misma ilusión de siempre, como si el tiempo no hubiera pasado. Nos viste con ropas nuevas que ella misma cose, y nos peina con esmero. 

A veces, sus padres la observan desde la puerta, sonriendo con ternura. Saben que esos momentos son un refugio, un rincón donde la inocencia aún reina. 

Y así, entre risas y susurros, el mundo real se desvanece, dejando solo la magia de su imaginación flotar en el aire, su reino lleno de ilusión.

M. D  Álvarez 

En uno de mis viajes.

En uno de mis muchos viajes por el espacio, me encontré con un maravilloso mundo lleno de color y misterio, habitado por los seres más maravillosos del universo. 

Fue allí donde hallé a mis maravillosas consejeras y contadoras de historias. Me recibieron con cautela y reticencia, no sabían si fiarse de mí. 

Les hice una promesa: que nunca revelaría las fuentes de conocimiento que continuamente fluían entre ellas y yo. Cuando les comuniqué que debía partir, se entristecieron y me pidieron que no las dejara. 

Parecía mentira, se sentían solas y abrumadas por la magnitud de su sabiduría y habían encontrado un canal para transmitir su conocimiento, el canal era yo. No tuve más remedio que traerlas a mi mundo, en el cual disfrutan a través de mi canal de paisajes agrestes y marinos. Ahora son felices conmigo.

M. D. Álvarez 

En coma.

Su corazón latía por ella; sin ella, no seguiría vivo. Su accidente lo llevó al borde de la muerte, pero ella lo sacó del coma hablándole de lo mucho que lo necesitaba, de que no podía vivir sin él. El accidente fue por su culpa; no debería estar allí, pero quería conocer su secreto.

No sabía que reaccionaría así: se arrojaría al abismo para no dañarla, pero ella fue en su busca y lo halló medio muerto en lo más profundo de aquella sima.

Ya en el hospital, lo colmó de besos y caricias hasta que, pasados unos días, salió del estado de coma. La vio a su lado y supo que no se separaría jamás de su lado...

La recuperación fue lenta pero constante. Él se aferraba a ella como si fuera su ancla en un mundo incierto. Cada día, ella le leía fragmentos de libros, susurros de poesía y cuentos de aventuras. Sus ojos se encontraban en cada palabra compartida, y él se perdía en su voz suave.

Una tarde, mientras el sol se filtraba por la ventana de la habitación del hospital, ella le confesó su secreto. "Soy una viajera del tiempo", dijo. "Vengo de un futuro donde la humanidad está al borde de la extinción. Te necesito para cambiar el curso de la historia".

Él la miró incrédulo, pero su corazón latía con fuerza. ¿Cómo podría resistirse a una mujer que lo había salvado y ahora le pedía que cambiara el destino del mundo? Juntos, comenzaron a planear su misión: encontrar la llave que abriría las puertas del tiempo y alteraría el futuro.

Así, entre besos robados y promesas susurradas, su amor se entrelazó con la trama del tiempo. Y mientras el mundo giraba a su alrededor, ellos se aferraban a su amor como única certeza en un universo en constante cambio. 

M. D. Álvarez

Angosto agujero.

Pasaban los días en aquel agujero infecto y nauseabundo. Tenían que ser encontrados y permanecían juntos y quietos como su amigo les dijo. 

Él había salido para tratar de alejar al monstruo de allí. Vieron pasar a un gigantesco oso con unos dientes verdaderamente espeluznantes, pero parecía huir. Detrás de aquel terrorífico oso vieron pasar lo que parecía un lobo de grandes proporciones, pero permanecieron allí quietos pensando que su amigo había sido devorado por aquellas temibles criaturas. 

De pronto, alguien se acercaba corriendo. Le oyeron decir: "¿Estáis bien?"

Salieron y lo vieron cubierto de sangre. Se asustaron y le preguntaron si estaba herido.

"No, no me ha herido. Es más, he tenido que correr detrás de él para darle alcance y terminar con su vida.

"¿Qué le has perseguido?", dijo una de sus compañeras visiblemente aterrorizada.

"Porque no quería que nos oliera y nos localizara", respondió sinceramente.

"Pero si hemos visto un lobo gigante tras el oso", repuso otro de sus amigos.

"Sí, ¿y quién creéis que es ese lobo?", dijo con una sonrisa desafiante. 

Sus amigos no sabían si abrazarle o huir, no las tenían todas consigo. Pero él les aclaró que jamás les haría ningún daño, eran como su familia y no iba a permitir que murieran en aquel angosto agujero.

M. D. Álvarez