Ella le ocultó su embarazo porque sabía que su trabajo era muy arriesgado y los lugares que visitaba estaban llenos de criaturas y entes oscuros que podían verse atraídos por la luz que emanaba de él. El pequeño había heredado su fulgor y le aterraba que lo atraparan. Por eso se asustó cuando el pequeño desapareció y no tuvo más remedio que solicitar la ayuda de él; era el mejor de los viajeros entre planos.
"¿Por qué no me lo dijiste?", le había preguntado él.
"Tenía miedo" comenzó a decir ella, "miedo de que lo localizaran".
"¿No me crees capaz de defenderos", respondió él, visiblemente entristecido. "Tengo capacidades especiales que me permiten luchar tanto en este plano como en el astral. Soy lo suficientemente fuerte como para luchar por los dos".
Ella bajó la mirada, sintiendo el peso de su decisión. "No es que no confiara en ti, es que el miedo me paralizó. No podía soportar la idea de perderte a ti también."
Él la abrazó con ternura, sintiendo el peso de sus palabras. "Lo entiendo, pero ahora estamos juntos y nada nos detendrá."
Ella asintió, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. "Debemos estar preparados. El ente oscuro no se detendrá hasta encontrarnos."
"Lo sé," respondió él, "pero ahora tenemos una ventaja. Sabemos dónde está nuestro hijo y podemos protegerlo."
Se miraron a los ojos, compartiendo una silenciosa promesa de luchar juntos. Con el bebé en brazos, comenzaron a planear su siguiente movimiento. Sabían que el camino sería peligroso, pero estaban dispuestos a enfrentarlo.
"Primero, debemos fortificar nuestra posición aquí," dijo él. "Necesitamos crear barreras que impidan al ente oscuro rastrearnos."
Ella asintió, ya pensando en los hechizos y protecciones que podrían usar. "Y también debemos estar listos para movernos rápidamente si es necesario."
Con una nueva determinación, se pusieron a trabajar, sabiendo que la seguridad de su hijo dependía de ello.
M. D. Álvarez
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