domingo, 4 de mayo de 2025

Brillante y afilado.

No se merecía su perdón; lo que había hecho no tenía nombre. Aquel individuo había cometido el peor de los pecados.:

El aire se tornó denso, casi irrespirable, mientras la oscuridad envolvía la habitación. Los ojos de la víctima, abiertos de par en par, reflejaban un terror indescriptible. Cada rincón del lugar parecía susurrar secretos macabros, y el crujido de las tablas del suelo resonaba como un eco de condena. 

El individuo, con una sonrisa torcida, avanzó lentamente, sus pasos resonando como un presagio de muerte. En su mano, un objeto brillante y afilado capturaba la poca luz que se filtraba por las ventanas cubiertas de polvo. La víctima intentó retroceder, pero sus piernas no respondían; el miedo las había paralizado.

"Esto es solo el comienzo", murmuró el agresor, su voz un susurro helado que penetraba hasta los huesos. La víctima sabía que no había escapatoria, que el horror apenas comenzaba. Y en ese instante, la oscuridad se cerró por completo, dejando solo el sonido de una risa siniestra que resonaba en la eternidad.

M. D.  Álvarez 

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