lunes, 22 de septiembre de 2025

Sombra y Luna.

Cabello negro y ojos azules, todo un apuesto y gallardo semental, era el más codiciado entre todos los briosos jóvenes repletos de testosterona. Él contenía sus impulsos y las yeguas lo deseaban, pero él no estaba preparado para cubrir a ninguna todavía. Un buen día, mientras galopaba por el prado, vio a una hermosa yegua de pelo blanco como la nieve y ojos verdes como la hierba. Ella lo observó con curiosidad; era un magnífico ejemplar, apuesto y brioso.

Mientras el semental de cabello negro y ojos azules se acercaba a la yegua de pelo blanco, sintió una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Ella, con sus ojos verdes brillando bajo el sol, lo observaba con una mezcla de interés y desafío.

“Hola,” relinchó él, tratando de sonar seguro. “No te había visto por aquí antes.”

La yegua inclinó la cabeza ligeramente, sus crines blancas ondeando con la brisa. “Soy nueva en estos prados,” respondió con una voz suave pero firme. “Me llamo Luna.”

“Yo soy Sombra,” dijo él, sintiendo una conexión instantánea. “¿Te gustaría galopar conmigo?”

Luna sonrió y, sin decir una palabra, comenzó a correr. Sombra  la siguió, sintiendo el viento en su melena y la emoción de una nueva amistad. Juntos, galoparon por los prados, disfrutando de la libertad y la compañía mutua.

Sombra y Luna galopaban uno junto al otro, sintiendo la brisa acariciar sus crines y el sol calentar sus pieles. Era como si hubieran sido amigos desde siempre. Luna, con su mirada penetrante, parecía conocer los pensamientos más profundos de Sombra. Él, a su vez, se sentía seguro y protegido a su lado.

Sin embargo, la felicidad de Sombra se vio interrumpida cuando, al regresar al establo, se encontró con un grupo de yeguas que lo miraban con deseo. Entre ellas, destacaba una yegua de pelaje negro azabache y ojos dorados, conocida por su carácter dominante y su belleza. Sombra sintió un conflicto interior: por un lado, se sentía atraído por la belleza de la yegua negra, pero por otro, no quería traicionar la confianza de Luna..."

M. D.  Álvarez 

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