Le dijeron: "Si lo quieres, no lo maltrates, o si se da cuenta de que lo has embelesado con tus armas de mujer, se puede volver caótico e inestable". Ella adoraba cómo se sentía, pero reconoció que lo amaba.
Ella, al escuchar las palabras de sus amigos, se dio cuenta de que tal vez había llevado las cosas demasiado lejos. Decidió cambiar su enfoque y mostrarle a él cuánto realmente le importaba. Empezó a ser más atenta y cariñosa, dejando de lado los juegos y las manipulaciones.
Él, sorprendido por el cambio, comenzó a abrirse más con ella. Las barreras que había levantado lentamente se desmoronaron, y empezó a compartir sus pensamientos y sentimientos más profundos. Ella, por su parte, se mostró comprensiva y paciente, escuchándolo con atención y apoyándolo en todo momento.
Con el tiempo, su relación se fortaleció. Las risas y los momentos de complicidad se hicieron más frecuentes, y ambos descubrieron una nueva faceta del amor que no habían experimentado antes. Él se sentía más seguro y amado, mientras que ella disfrutaba de la sinceridad y la conexión genuina que habían construido juntos.
Un día, mientras paseaban por el parque, él se detuvo y la miró a los ojos. Con una sonrisa, le dijo: “Gracias por mostrarme lo que es el verdadero amor. No puedo imaginar mi vida sin ti”. Ella, conmovida, le respondió: “Y yo no puedo imaginar la mía sin ti. Te amo”.
M. D. Álvarez
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