Él era de naturaleza salvaje e indómita. Ella era de naturaleza dulce y amable.
Los dos se compenetraban y eran afines. El tejido de su amor había sido hilado con hebras de pasión, cariño y adoración.
Él defendía su reino y ella impartía justicia. Ellos dos eran la luz en la oscuridad.
M. D. Alvarez
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