No estábamos preparados para lo que iba a ocurrir allí. A las tres de la madrugada comenzaron a ocurrir cosas extrañas e inexplicables.
Empezaron a oírse ruidos atronadores seguidos de alaridos salvajes, pero insistimos en pasar allí la noche. Después de los alaridos se comenzaron a oír unas pisadas colosales que se detuvieron frente a la puerta del dormitorio y aún así persistimos en quedarnos en aquel viejo caserón.
Cuando nos despertamos, creímos que todo había sido un sueño, pero de eso nada. La puerta se abrió de un golpe y apareció la bestia demoníaca más espeluznante que habíamos visto jamás.
Ya nunca más abandonamos aquel inquietante caserón. Todo por pasar la noche de Walpurgis más aterradora de toda nuestra vida.
M. D. Alvarez
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