domingo, 4 de agosto de 2024

Rudo, tosco y amable.

Tenía el corazón tan grande que no le cabía en el pecho, pero nadie veía la ternura que guardaba. Todos veían a un ser tosco, rudo, pero no le miraban a los ojos.

Eran verdaderamente tiernos y de un azul turquesa bellísimo. Solo yo supe ver por qué lo había hecho.

Estaba harto de que lo despreciaran y temieran. Así que arriesgó su vida para salvar a aquella niñita de las garras de aquella fiera y aún así lo dejaron malherido y abandonado.

Yo fui la única que acudió en su ayuda, le curé sus heridas y me quedé con él. Sigue teniendo esos mismos ojos tiernos pero con algo más. ¡Quizás un poco de mala leche! En estos días que nos han tocado vivir, no se puede ser bueno; si lo eres, ponte un poquito de mala leche, no viene mal.

M D.  Alvarez 

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