Tras aquella fachada de hombre duro y pendenciero, no había nada más que su carácter irascible e inquieto.
Ese mismo carácter fue el que lo obligó a romper los lazos sociales con el exterior, pero aún conservaba su corazoncito latiendo con más fuerza de lo que él hubiera deseado.
Sus sentimientos hacia sus amigos eran fuertes y nobles, lo que lo llevó a no romper sus relaciones con ellos.
Siempre que lo necesitaban, acudía en su ayuda. Su fachada de irascible e inquietante era para aquellos que no lo conocían; para su círculo de amigos, era su baluarte. Acudían a él cuando tenían algún problema.
Se había retirado de la sociedad por su salud. Su sangre estaba tremendamente alterada por la radiación a la que fue sometido.
Su cuerpo había evolucionado de forma extraordinaria, pero ni sus amigos conocían los problemas de salud de su compañero..
Bueno, ninguno no, ella conocía su dolor y iba siempre que podía a visitarlo. Sabía que la mera compañía le aliviaba. ¿Lo quería? Por supuesto, pero su evolución era inestable y no se podía atar a él. Aunque lo amaba por encima de todo.
M. D. Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario