lunes, 19 de agosto de 2024

El rapto.

Su instinto seguía en alerta. Algo no iba bien en su casa: no había luz y ella ya debería estar esperándole.

Tras cuatro horas de duro entrenamiento, estaba casi agotado, pero sabía que algo iba mal.

La puerta estaba entreabierta, pero no había nadie en casa, ni signos de lucha ni de haber forzado la puerta.

Encontró una nota sobre la mesa: la habían secuestrado y pedían un rescate. Estaba dispuesto a pagar lo que fuera, ella era su timón, su brújula, era lo que le mantenía cuerdo.

Llevó el rescate al lugar fijado y esperó la llegada de los secuestradores. Ella estaba ilesa y eso lo tranquilizó. Pagarían un alto precio por su rapto.

Puso un localizador en la bolsa y una vez ella estuvo a salvo, fue a ajustarles las cuentas a los captores. No dejó a nadie vivo.

M. D.  Alvarez

No hay comentarios:

Publicar un comentario