miércoles, 28 de agosto de 2024

Hombre jaguar.

Aquella aterradora bestia era un híbrido entre hombre y jaguar. Su naturaleza indómita le hacía especialmente esquivo, salvo aquella vez en plena jungla cuando vio a aquella preciosa joven luchando a machetazos con la vegetación para abrirse camino en la espesura. La observaba desde las ramas de los árboles, mientras ella seguía avanzando poco a poco hasta el corazón de la jungla.

Cuando estaba a punto de llegar a un claro, oyó un leve crujir y se giró. Entonces lo vio allí, frente a ella, con aquellos ojos azules y su piel moteada. No gritó; es más, no tuvo miedo. Se acercó a él, que para sorpresa de ella, retrocedió de un salto y se encaramó a una de las ramas.

-No tengas miedo, no te voy a hacer daño, dijo ella con una leve sonrisa.

Él permaneció inmóvil en lo alto, pero parecía estar interesado en ella por cómo la miraba.

--Bueno, si prefieres quedarte ahí, yo seguiré avanzando -dijo blandiendo el machete contra la vegetación. 

Descendió de la rama de un salto, pero no hizo ningún ruido al pisar la floresta. Se acercó a ella y olfateó su cabello; aquel olor le traía vagos recuerdos.

-No tan cerca, dijo ella sorprendida de su velocidad.

Él seguía oliendo su pelo. Aprovechó la ocasión para inyectarle un potente somnífero que lo dejó K.O. al momento; solo le dio tiempo a retroceder tres pasos. Cuando se despertó, se encontraba metido en una jaula de acero reforzado.

-Siento la incomodidad, llevaba mucho tiempo buscándote, dijo ella visiblemente contenta. Al fin has caído en mi trampa.

Sus ojos parecían no estar sorprendidos; la miraban con atención y compasión. ¿Se había dejado capturar?, se preguntaba ella. ¿Por qué había sido tan fácil? Un ejemplar como aquel era terriblemente esquivo; era inaudito, pero lo tenía enjaulado.

El vuelo llegó a su destino con la preciada carga. Lo trasladaron en un camión hasta los laboratorios donde estudiarían su genética. Nada más llegar, percibió el olor de su especie, pero también percibió el olor del miedo. Su pareja había sido atrapada en una emboscada e iba a rescatarla.

-¡Sé buen chico y déjate poner este collar!, dijo ella acercándose con el collar en la mano.

Él saltó sobre ella y le arrebató el collar. No pensaba que él pudiera ser peligroso. Se desmayó y cuando despertó, estaba enjaulada y con el collar en su cuello.

Él abandonó la sala, olisqueó el aire y la localizó. Su velocidad era endiablada. La encontró encerrada en una celda. No le costó mucho derribar la puerta y romper las cadenas que la mantenían sujeta. Cuando lo vio aparecer, se sintió segura y a salvo.

La sacó de allí en volandas, aunque no podrían volver a su jungla. Olfateó el aire y localizó un gran bosque donde la llevó con mimo y atención. Su compañera lo miraba con ternura mientras la llevaba. Él sabía que estaba débil y que estaba embarazada. Los dos se internaron en la espesura del bosque para no ser vistos jamás...

M. D.  Álvarez 

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