Él se encaminaba a su destino fatal. Se asomaría a su propio infierno donde su tortura sería eterna, pero no vendería fácil su captura. Sus ansias de vivir eran intensas y férreas.
Lucharía por salir de allí con toda su alma; eran inquebrantables. Así que cuando se asomó a su abismo, el mismo abismo le vio a él, sus ganas de vivir inmensas, y su batalla fue salvaje e iracunda.
Su determinación le llevó a superar sus propios límites y vencer al abismo insondable, logrando salir de la sima y reunirse de nuevo con el mundo.
M. D. Alvarez
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