lunes, 3 de noviembre de 2025

Habitación oculta.

La habitación oculta era donde ella lo ocultaba y él cuidaba de ella cuando tenía visitas inoportunas. Aquella última visita fue especialmente inquietante; era su jefe de distrito, a ella no le gustaba, era excesivamente tocón y aquella tarde no traía buenas intenciones: le había traído una caja de bombones.  

—Sírvete —dijo educadamente.  

Ella cogió uno y lo comió. Al cabo de media hora, comenzó a sentirse mareada, lo que su jefe aprovechó para meterle mano en sus braguitas.  

Su reacción fue instantánea: salió de la habitación oculta y lo agarró de las pelotas, diciendo:  —Quítale tus sucias manos de encima, si aprecias tus huevos —dijo, estrujándoselos y tirando de aquel cerdo en dirección a la puerta de la calle—. Como te vuelva a ver cerca de ella, te los voto, ¿te ha quedado claro? —le advirtió.  

Volvió donde estaba ella y la llevó al hospital; aquel degenerado la había drogado con rohypnol.

M. D. Álvarez 

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