aquel serafín de ojos azules y melena ondulada y de color negro azabache la protegía de las llamas ella era su elegida y cuidaría de ella hasta el final de los tiempos.
La batalla había terminado, y el silencio se cernía sobre el campo de cenizas. Ella miró al serafín, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. A medida que el polvo se asentaba, se dio cuenta de que no solo había sobrevivido al ataque del dragón, sino que también había experimentado una conexión profunda con él.
—¿Estás bien? —preguntó él, su voz suave como un susurro, mientras las alas se retiraban lentamente, revelando un cielo despejado.
—Sí, gracias a ti —respondió ella, aún aturdida por la experiencia. Sus ojos azules brillaban con preocupación y ternura.
Él sonrió levemente, pero su expresión era grave.
—Debemos irnos de aquí. El dragón no era el único peligro; otros podrían haberlo visto caer.
Ella asintió, sintiendo la urgencia en sus palabras. Sin embargo, no podía evitar preguntar:
—¿Por qué arriesgaste tu vida por mí? No soy más que una simple mortal.
El serafín la miró con intensidad, como si intentara leer su alma.
—Eres mucho más que eso. Eres la luz en la oscuridad, mi razón para luchar. Desde el momento en que te vi, supe que estaba destinado a protegerte.
Ella sintió una oleada de emoción al escuchar sus palabras. Era como si cada latido de su corazón resonara con la verdad de lo que él decía.
—¿Y ahora qué? —preguntó ella, sintiéndose un poco perdida en medio de esta nueva realidad.
—Ahora debemos encontrar un lugar seguro donde puedas estar a salvo —respondió él—. Hay secretos antiguos que debemos descubrir juntos.
Mientras caminaban hacia el horizonte, ella sintió un nuevo propósito florecer dentro de ella. No solo era una mortal; era parte de algo mucho más grande. Y junto a él, estaba dispuesta a enfrentar lo que viniera.
A medida que avanzaban, el paisaje cambiaba a su alrededor. Las cenizas dejaban paso a verdes prados y montañas majestuosas; el aire se llenaba de frescura y esperanza. Ella tomó la mano del serafín, sintiendo su calidez y fuerza.
—¿Cómo se llama este lugar? —preguntó curiosa.
—Este es el Reino de los Elegidos —respondió él—. Aquí es donde los destinos se entrelazan y las leyendas cobran vida.
Con cada paso que daban juntos, ella comprendía que estaban destinados a escribir su propia historia en ese reino mágico. Y aunque los desafíos estaban por venir, sabía en lo profundo de su ser que no estaba sola. Tenía a su lado a un serafín valiente dispuesto a luchar por ella y descubrir los secretos del mundo juntos.
M.D. Álvarez
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