domingo, 2 de noviembre de 2025

Consumación.

En aquella cueva, que se encontraba semicubierta por la última nevada, se iba a dar una apasionada relación entre ellos. Llevaban posponiendo su relación más de tres años, pero de aquella cueva no saldrían sin haber consumado su amor. 

Él tendió una gran manta de piel de tigre lanudo y colocó bajo ella piedras calientes que había puesto a calentar en la fogata. Llevaban acumulando mucha tensión sensual y estaban a punto de estallar. Ella permanecía observándolo, mientras trasteaba con los preparativos; había comprado ostras belón, fresas con nata y una botella de buen champán Möet Chandon, todo para complacerla y satisfacerla..

La observaba con visible deseo. Ella tomó una de aquellas deliciosas ostras, le puso un poco de limón y se la llevó a la boca. Cogió otra y se la ofreció a él, que la devoró con satisfacción. Cuando terminaron con las ostras, comenzaron a devorar con ávido deseo las fresas con nata. No pudieron acabar con ellas; el deseo los atrapó y allí, bajo las pieles de martas cibelinas, consumieron su amor. Una vez satisfecho su deseo, brindaron con champagne.

Aquella cueva fue el primero de muchos lugares donde lograron estar a solas y satisfacer sus deseos.

M. D. Álvarez 

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