Echo de menos su piel cálida, sus besos dulces y su sonrisa tierna. La forma en que me amas, con ternura y delicadeza.
Echo de menos su caminar a mi lado, protector sin límites.
Echo de menos las noches a solas contigo, charlando, jugando con nuestros cuerpos entrelazados...
Echo de menos a mi confidente, quien supo escuchar mis gritos de ayuda.
Echo de menos al amigo que me tendió su mano para ayudarme a alzar el vuelo en esta loca carrera en la que tanto sus palabras como las mías se mezclan y dan rienda suelta a nuestro mutuo amor.
M. D. Alvarez
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