Se conocían desde hacía ya tiempo, pero no fue hasta unos años después cuando comenzaron a salir. Él había visto algo en ella, algo que nadie había percibido antes. Era una luz cautivadora que lo obligaba a protegerla de todo peligro.
Él se convirtió en su guardaespaldas y recibió tres impactos de bala que iban dirigidos a ella. Aunque habían pasado años sin verse, en cuanto la volvió a ver, supo que era el indicado para ella.
En el hospital, mientras él estaba inconsciente, ella le pidió que no la dejara, que no podía vivir sin él. Le besó cálidamente y se quedó a su lado.
Pasaron tres días hasta que él despertó y le aseguró que nunca la abandonaría, aunque quisiera. Sentían que estaban ligados por los astros, que se habían alineado en conjunción el día que se conocieron.
Siempre la encontraría y la amaría con ternura y pasión. Desde el momento en que la vio, supo que sería su luz, su guía de vuelta hacia ella.
M. D. Alvarez
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