Todos apretujados en aquel enorme congelador, sin poder moverse por miedo a hacer ruido y que aquel monstruo los oyera.
Aquel era el único sitio donde se sentían a salvo, pero empezaba a hacer frío y se apretujaron un poco más para darse calor mutuamente. La sorpresa llegó cuando intentaron salir, no podían moverse debido a lo apretados que estaban.
Cuando la criatura de dos patas y una cabeza enorme abrió el congelador. Sus ojos escrutaron la penumbra, y su aliento se condensó en el aire gélido. Los apretujados cuerpos temblaban, pero no se atrevían a moverse.
¿Qué quería aquel monstruo? La respuesta llegó cuando la criatura se inclinó y examinó a los cautivos. No buscaba devorarlos; su objetivo era diferente. En su mente, la reproducción era la clave para perpetuar su especie. Así que, sin titubear, se dirigió a la búsqueda de un par de conejos para reproducirse.
M. D. Alvarez
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